Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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24.10.19

Unión con el Salvador inmolado


Después de haberse entregado enteramente a Jesús, las almas víctimas por el acto de oblación propio de ellas, deben éstas permanecer tranquilamente en manos del divino sacrificador, y no admirarse de los cotidianos sacrificios que encontrarán en el camino de la vida.

Todos los días, al subir al altar santo, necesita el sacerdote una Hostia; así Jesucristo necesita cada día de sus queridas almas víctimas y continúa en ellas y por ellas místicamente la oblación de la Cruz, las ofrece a su eterno Padre unidas a su mismo sacrificio por la salvación y del mundo, y de alguna forma, ellas completan en sí los sufrimientos de la Pasión.

25.2.19

Acto de Oblación de las Almas Víctimas


"Ecce venio! (¡Vedme aquí!)". (Salm., XXXIX, 8).

¡Oh, Jesús, mi dulcísimo Redentor!, permitid que uniéndome a las disposiciones con las que en Vuestra entrada en el mundo pronunciasteis Vuestro sublime "Ecce venio", os ofrezca hoy por manos de María Inmaculada el sacrificio pleno, entero, absoluto de todo mi ser. Deseo con este acto dar una íntima y dulce alegría a Vuestro Corazón y contribuir al aumento de Vuestra mayor gloria, al triunfo de la santa Iglesia, en reparación por las ánimas del purgatorio, y a la salvación de todos los hombres, mis hermanos.

Por estos sublimes fines y sagrados intereses, ¡oh Cordero de Dios!, dignaos aceptar mi humilde sacrificio. Os lo ofrezco con plena y entera voluntad y con júbilo de mi corazón. Aquí me tenéis: cuanto soy, tomadlo todo, dirigidlo todo, inmoladlo todo según Vuestro beneplácito.

¡Oh Dios Amor!, poned Vos mismo el fuego en el holocausto, que esta llama sagrada me purifique, me divinice y me transforme en Vos.

21.2.19

Acto de Oblación


"¡Ecce venio!" (¡Heme aquí!). ¡Oh bondadoso y dulcísimo Jesús! ¡Divino Cordero perpetuamente inmolado sobre nuestros altares por la salvación del mundo, quiero unirme a Vos, sufrir con Vos, inmolarme con Vos!

Os ofrezco a este fin, las penas, amarguras, humillaciones y cruces que Vuestra Providencia ha sembrado debajo de mis pies. Os las ofrezco y las uno a las intenciones por las que Vuestro dulcísimo Corazón se ofrece e inmola Él mismo en el Sacramento del amor. Os suplico, por este pequeño sacrificio, que derraméis abundantes bendiciones sobre la Iglesia, sobre las naciones del mundo, sobre las ánimas que padecen en el Purgatorio, y sobre los pobres pecadores, mis hermanos.

Dignaos aceptarlo todo de las manos de Santa María, en las cuales pongo esta mi Ofrenda y súplicas, para que unidas a la de su Corazón inmaculado os sean agradables. Amén.

¡Oh Corazón de Jesús!, por vuestro amor Víctima seré siempre en vuestro loor.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com