Las cristianas dignas prefieren la virtud a todas las cosas. Ellas, con heroica firmeza, vencen la lógica perversa de sus jueces. "Sea todo lo que Dios quiera", responde la esclava Sabina al neócoro Polemón (Passio S. Afrae 2). "Pienso - dice Teodora al prefecto de Egipto - que tú no ignoras que Dios ve nuestros corazones y considera en nosotros una sola cosa: la firme voluntad de permanecer castas. Si me obligas, pues a sufrir ultraje, padeceré violencia. Estoy dispuesta a entregar mi cuerpo, sobre el que tú tienes poder; pero sólo Dios tiene poder sobre mi alma" (passio S. Pionii 7).
A veces las mártires, para escapar al ultraje de su pudor, provocan furiosamente al juez para conseguir la pena de muerte.