Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

19.7.18

De las virtudes y de los vicios: Vicios opuestos a las virtudes de caridad. Envidia


"La muerte se introdujo en el mundo por la envidia del diablo". Sb. 2, 24.
"Sabía (Pilato) que (los Fariseos y los Escribas) habían entregado (a Jesús) por envidia". Mt 27, 18.


La Envidia es también una peste universal que inficiona el mundo y a las almas, aun en la vida espiritual.

La Envidia es un horrible vicio que ciertamente pone a los corazones en una pendiente, que, si a tiempo no se detienen, se hundirán sin remedio.

La Envidia es una impetuosa corriente, la cual, si no se corta, arrastra a las almas hacia el mar embravecido de mil pasiones, cada una de las cuales es avasalladora y terrible. Si al principio no se frena este vicio y pasión de la Envidia, crece y se desarrolla y arrolla con todas las virtudes, matándolas en el alma.

El combate espiritual: orar sin desfallecer


- Del tercer socorro de la voluntad humana. -

El tercer socorro con que se ha de ayudar nuestra voluntad, es la frecuente oración, a la cual te has de acostumbrar de tal suerte, que cuando te hallares asaltada, recurras siempre y sin dilación a Dios, diciendo: "Deus in adjutorium meum intende, Domine, ad adjuvandum me festina" ("Atended, Señor, a la necesidad que tengo de socorro, y dadme ayuda sin dilación" (Psalm. LXIX)).

Has de entrar, pues, en el combate, acompañada de la oración y de la resistencia en presencia de tu Dios, y siempre vestida de la desconfianza de ti misma, y de la confianza en su divina Majestad; que si con este procedimiento y de este modo combates, tendrás siempre segura la victoria.

18.7.18

De las virtudes y de los vicios: Corrección


La Corrección es también hija del Celo y de la Caridad del prójimo. Para que la corrección surta el efecto que se pretende del bien del prójimo, necesita ser oportuna, partir de un corazón quieto, tranquilo, sin pasión y lleno de paz y de Amor de Dios. Debe llevar en esa mano la Prudencia y en otra la Justicia. La Razón debe guiar a la Corrección; y la acritud y la aspereza casi nunca deben aparecer en ella. La Rectitud es la compañera de la Corrección.

Esta virtud u Obra de Misericordia bien practicada, es de tanto mérito, que por ser escasa en el mundo, se producen lamentables e innumerables males.

La Corrección perfecta debe siempre ir precedida de la oración, y para que sea fructuosa partir de un corazón puro o purificado, humilde y reposado.

La Corrección es también una especie de Limosna y de las que alcanzan mayor mérito y más copioso fruto para la gloria de Dios.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

El combate espiritual: somos unos inútiles


- De la tentación de la soberbia espiritual. -

En el capítulo anterior te he advertido de las tentaciones con que el demonio nos suele acometer, valiéndose del mundo, de sus riquezas y deleites; ahora he de tratar de la soberbia espiritual, complacencia y vanagloria de que se vale para derribarte, tanto más peligrosa y digna de temerse, cuanto es menos conocida, y más desagradable a Dios.

¡Oh, cuántos generosos soldados, y grandes siervos de Dios, después de las victorias insignes de muchos años, han perecido en este escollo, y de hijos de Dios se han hecho esclavos de Lucifer! El modo de librarnos de este tremendo golpe y oculto lazo de Satanás, es temblar siempre, y ejercitar las virtudes y buenas obras con temor y temblor, para que no se engendre en ellas el gusano oculto del amor propio y la soberbia, que tan odiosa es a Dios; y por eso, humillándonos en ellas, debemos procurar cada día hacerlas mejores, como si nada bueno hubiéramos obrado bien hasta el presente; y cuando nos pareciere (que jamás debemos pensarlo) que hemos obrado alguna cosa bien, y con perfección, debemos de todo corazón decir a Dios: "Servi inutiles sumus" ("Somos siervos inútiles y de ningún provecho" (Luc. XVII, 10)).

17.7.18

De las virtudes y de los vicios: Enseñanza


Enseñar al que no sabe es una Obra de Misericordia de las mayores, y más aún tratándose de la vida espiritual.

Innumerables escollos existen en el camino de la vida del espíritu, y enormes despeñaderos. El valor de un guía que por tan intrincados laberintos conduzca al alma a puerto de salvación es inapreciable.

La vida espiritual tiene sus días y sus noches; sus tardes y sus mañanas; sus tempestades y sus calmas. Hay en ella nubes, relámpagos y truenos; obscuridades y brumas, neblinas y también un Sol esplendoroso. Tiene este peligrosísimo camino encrucijadas, montes, cimas y profundos abismos, en los cuales el alma que cae, pocas veces sale. Tiene rosas, abrojos y espinas. Hay dentro de él innumerables fieras dispuestas a devorar a las almas incautas y pretenciosas que osan cruzar por estas sendas sin llevar de la mano, o ir asidas a un santo y experimentado Director.