Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

24.5.18

De las virtudes y de los vicios: Susceptibilidad Espiritual


En la vida espiritual y trato conmigo, también introduce Satanás muy delicadamente este vicio horrible de la Susceptibilidad en las almas soberbias. Llegan a formarse éstas muy secretamente un alto concepto de sí mismas, y ¡oh pasmo para los mismos ángeles!, se creen interiormente, (aunque sus palabras manifiesten lo contrario), acreedoras a mis favores y a mis gracias, mas, como esto mismo hace que éstas se alejen, y mucho, les viene la ira espiritual perfecta contra Mi, ofendiéndome, ¡y cuánto!

Estas santidades falsificadas hacen a las almas, repito, susceptibles hasta conmigo mismo, y si no las consuelo cuando ellas se imaginan que debiera hacerlo, si no les doy fervores sensibles, si me les escondo en la oración, luego respiran por la herida del más fino amor propio, volviéndose contra Mí, y aun en su interior echándome en cara mi, a su ver, injusto proceder.

El combate espiritual: Medios para ayudarnos a adquirir virtudes


- De los medios para adquirir las virtudes, y cómo debemos servirnos de ellos por algún tiempo, para aplicarnos a una sola virtud. -

Sobre todo lo que dejo advertido, debes también saber, hija mía, que para llegar a una eminente y sólida virtud, es necesario que tengas un corazón grande y generoso, y una voluntad resuelta, invariable y firme para vencer las contradicciones, penas y dificultades que se hallen en este camino. Es necesario asimismo que tengas una inclinación y afecto particular a la virtud. Esta inclinación se adquiere considerando frecuentemente cuán agradables son a Dios las virtudes, cuán nobles y excelentes son en sí mismas, y cuán útiles y necesarias para nosotros; pues en ellas empieza y acaba toda la perfección cristiana.

Harás todas las mañanas eficaces propósitos de ejercitarte en ellas según las ocasiones que probablemente se te pueden ofrecer en aquel día, y te examinarás muchas veces para reconocer si has ejecutado fielmente estos propósitos y buenas resoluciones, y para renovarlos con mayor eficacia y fervor.

23.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [34]


Viernes, 24 de agosto de 1900
Más tarde vino Jesús a quitarme la corona de espinas, vino pronto, diciendo que ya había hecho bastante; y porque yo no quería, pues no estaban cumplidas las horas, me dijo que soy siempre muy pequeña y que ya es bastante lo que hago.

Sufrí durante varias horas continuamente; Jesús me acarició mucho. A cierto punto de nuestra conversación le pedí luz para el Confesor; y entonces se me ocurrió contarle lo que me había dicho el Ángel de la Guarda. Me había dicho la mañana anterior que el Padre Germán tiene bastante luz para mis cosas, y que me quiere bien. Referí sin pensar la cosa a Jesús, y Jesús no sabía nada de lo que me había dicho el Ángel de la Guarda ([No sabía nada, esto es, mostraba no saber. Con un alma tan inocente el Redentor, amabilísimo, se complacía en juguetear]) se puso serio y me dijo que no quería que el Ángel de la Guarda me ande soplando al oído.

De las virtudes y de los vicios: Susceptibilidad


La Susceptibilidad es hija de la soberbia y de la delicadeza. Satanás la introduce en las almas muy finamente para arrojarlas más tarde, por su medio, a otros vicios.

La Susceptibilidad es la reina del amor propio, y la imaginación tiene la misión de alimentarla, desarrollarla y darle mil formas en su crecimiento.

En las almas sensuales reina este odioso vicio y hace estragos en ellas.

Confianza: La Gracia puede santificarnos en un instante


¡Abismo de la debilidad humana, tiranía de los malos hábitos! Cuántos cristianos reciben en el tribunal de la Penitencia la absolución de sus faltas: es sincera en ellos la contrición; enérgicas son sus resoluciones. Y caen de nuevo en los mismos pecados, a veces muy graves; el número de sus caídas crece sin cesar. ¿No tendrán, entonces, sobradas razones para desanimarse? Que la evidencia de la propia miseria nos mantenga en la humildad, nada más justo; que nos haga perder la confianza, sería una catástrofe, más peligrosa que tantas recaídas.

El alma que cae debe levantarse lo antes posible. No debe cesar de implorar la piedad del Señor. ¿No sabes que Dios tiene su hora y puede en un instante elevarnos a la más sublime santidad? ¿Acaso no había llevado María Magdalena una vida culpable? La gracia, sin embargo, la transformó instantáneamente. Sin transición, de pecadora se transformó en una gran santa. Ahora bien, el brazo de Dios no se ha encogido. Lo que hizo por otros lo puede hacer por ustedes. No duden: la oración confiada y perseverante obtendrá la curación completa de vuestras almas.