14. Como el alma, pues, conoce que en esta purgación seca por donde pasó, obtuvo y consiguió tantos y tan preciosos provechos como aquí se han referido, no tarda mucho en suspirar palabras similares a las que en la poesía estamos explicando, en concreto el verso que dice:
¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada
Aquí podemos percatarnos de que se refiere a que salió de los lazos y sujeción de sus apetitos sensitivos y afecciones, sin ser notada, es a saber, sin que los mencionados tres enemigos se lo pudiesen impedir. Los cuales, como hemos explicado, mediante los apetitos y los gustos, así como si fuera con lazos, aprisionan en sus redes al alma y la detienen con el fin de que no salga de sí misma hacia la libertad de amor de Dios, porque entonces ellos no pueden combatir al alma, como ya se ha dicho.
15. Por todo ello, en sosegándose mediante la continua mortificación las cuatro pasiones del alma, que son: gozo, dolor, esperanza y temor, y en declinándose en su sensualidad con la acción de las ordinarias sequedades los apetitos naturales, rematan entonces la obra la armonía de los sentidos y potencias interiores, cesando sus operaciones discursivas, como hemos explicado, lo que viene a ser toda la gente, pobladores y la morada de la parte inferior del alma, que es lo que aquí llama "su casa", diciendo:
Estando ya mi casa sosegada.
CAPÍTULO 14
Se explica el último verso de la primera poesía.
1. Estando ya esta casa de la sensualidad sosegada, esto es, mortificada, sus pasiones apagadas y apetitos calmados y dormidos por medio de esta venturosa noche de la purgación sensitiva, salió el alma a iniciar el camino y vía del espíritu, que es de los aprovechantes y aprovechados el cual, por otro nombre, también llaman "vía iluminativa" o "de contemplación infusa", en la que Dios de suyo anda apacentando y depurando y clarificando al alma, sin discurso ni ayuda activa de esa misma alma.
Tal es, como hemos dicho, la noche y purgación del sentido en el alma la cual, en los que después han de entrar en la otra más grave del espíritu para pasar a la divina unión de amor (porque no todos, sino los menos, pasan ordinariamente esta etapa), suele ir acompañada con graves trabajos y tentaciones sensitivas, que duran mucho tiempo, aunque en unos más que en otros. Porque a algunos se les da el ángel de Satanás (2 Cor. 12, 7), que es el espíritu de fornicación, para que les azote los sentidos con abominables y fuertes tentaciones, y les atribule el espíritu con feas insinuaciones, imágenes y representaciones más visibles en la imaginación, que a veces les es mayor pena que el morir.
2. Otras veces se les añade en esta noche el espíritu de blasfemia, el cual en todos sus conceptos y pensamientos se anda atravesando con intolerables blasfemias, y a veces con tanta fuerza sugeridas en la imaginación que casi se las hace pronunciar, lo que les supone un grave tormento.
3. En otras ocasiones se les da otro abominable espíritu, que llama Isaías (19, 14) "spiritus vertiginis" (llamado también "espíritu de revuelta y confusión", que podríamos traducir también para más aclaración como "espíritu de entender al revés", es decir, dedicado a trastornar y a "malmeter" mediante el desorden, el caos y el alboroto, los pensamientos y el buen juicio, consignas, leyes y preceptos), no con el fin de que los contemplativos caigan, sino para que se ejerciten. Este espíritu abominable de tal manera les oscurece el sentido, que los llena de mil escrúpulos y perplejidades tan intrincadas al juicio de sus víctimas que nunca pueden satisfacerse con nada, ni apoyar su juicio en consejo ni concepto, convirtiéndose así en uno de los más agudos y graves estímulos y horrores de esta noche, muy cercano a lo que ocurre en la noche espiritual.
4. Estas tempestades y trabajos son los que por lo general envía Dios en esta noche de purgación sensitiva a los que, como digo, ha de poner después en la otra (aunque no todos pasan luego a ella), para que castigados y abofeteados de esta manera se vayan ejercitando y disponiendo y curtiendo los sentidos y potencias para la unión de la Sabiduría que allí les han de dar. Porque si el alma no es tentada, ejercitada y probada con trabajos y tentaciones, no puede avivar su sentido para la sabiduría. Por eso mismo dijo el Eclesiástico (34, 9-11): "El que no es tentado, ¿qué sabe? Y el que no es probado, ¿cuáles son las cosas que reconoce?". De la cual verdad da Jeremías con un buen testimonio, diciendo (31, 18): "Me castigaste, Señor, y fui enseñado". Y la manera más propia de aplicar este castigo para entrar en sabiduría son los trabajos interiores que aquí decimos, por cuanto son de los que más eficazmente purgan el sentido de todos los gustos y consuelos a los que con flaqueza natural estaba siendo afectado, y donde es humillada el alma de veras para el ensalzamiento que ha de tener.
5. Sin embargo el tiempo que al alma tengan en este ayuno y penitencia del sentido, y cuánta es su duración, no es cosa cierta decirlo puesto que no pasa en todos de una manera ni con unas mismas tentaciones. La razón es que esto va medido por la voluntad de Dios conforme a lo más o menos que cada uno tiene de imperfección que purgar y, asimismo, conforme al grado de amor de unión a que Dios la quiera levantar la humillará más o menos intensamente, o más o menos tiempo. Los que tienen sujeto y más fuerza para sufrir con más intensidad son a los que purga más presto. Porque a los muy débiles les lleva por esta noche con mucha remisión y flojas tentaciones durante mucho tiempo, dándoles habituales refecciones al sentido con el fin de que no vuelvan atrás, con lo cual llegan bastante tarde a la pureza de perfección en esta vida, y algunos de éstos nunca dado que ni bien están en la noche, ni bien fuera de ella. Este tipo de personas aunque no avanzan, para que se conserven en humildad y conocimiento propio los ejercita Dios algunos ratos y días en ciertas tentaciones y sequedades, y les acude y les socorre con el consuelo otras veces a temporadas, para que no acaben desmayando y no se vuelvan a buscar el consuelo del mundo. A otras almas más endebles anda Dios con ellas como mostrándose y trasponiéndose para poder ejercitarlas en su amor, puesto que a ciertas almas sin tomarles ciertos desvíos no aprenderían a llegarse a Dios.
6. Pero las almas que han de pasar a tan dichoso y alto estado como es la unión de amor, por muy deprisa que Dios las lleve, por lo general harto tiempo suelen durar en estas sequedades y tentaciones, como nos lo dice la experiencia. [Nota: Estos párrafos finales tratan de enlazar lo dicho hasta ahora respecto de la noche del sentido, con la propia noche del espíritu, partiendo del comentario al verso 2º. Deben tenerse en cuenta los criterios apuntados respecto al tiempo o duración de la misma. También son de destacar las dos consideraciones complementarias: la primera, no es un camino para todos indiscriminadamente; la segunda, debe distinguirse bien lo activo y lo pasivo -es decir, el alma obrando, y el alma dejándose obrar, respectivamente-, aunque en la práctica resulte difícil su distinción. De ahí expresiones tan elásticas como "Dios los ejercita"].
Ahora ha llegado el momento, pues, de comenzar a tratar de la segunda noche.