6. Lo mismo tienen éstos en la oración que ejercitan, que piensan que todo el negocio de ella está en hallar gusto y devoción sensible, y procuran sacar ese gusto, como se suele decir, a fuerza de brazos, cansando y fatigando las potencias y la cabeza y, cuando no han hallado el tal gusto, se desconsuelan enormemente pensando que no han hecho nada. Y por esta pretensión pierden la verdadera devoción y espíritu, que consiste en perseverar en esos ejercicios con paciencia y humildad, desconfiando de uno mismo, sólo por agradar a Dios. A esta causa, cuando no han hallado una vez sabor en este u otro ejercicio, tienen mucha desgana y repugnancia de volver a él y a veces lo dejan. Son, en fin, como hemos dicho, semejantes a los niños, que no se mueven ni obran por razón, sino por el gusto.
Todo se les va a este tipo de personas en buscar gusto y consuelo de espíritu, y por esto nunca se hartan de leer libros, y ahora toman una meditación, ahora otra, andando a la caza de estos gustos con las cosas de Dios, a los cuales les niega Dios muy justa, discreta y amorosamente consuelos y gozos porque, si esto no lo hiciese, crecerían por esta gula y chuchería espiritual en males sin cuento. Por lo cual conviene mucho a éstos entrar en la noche oscura que vamos a mostrar, para que se purguen de estas niñerías.
7. Estos que así están inclinados a estos gustos también tienen otra imperfección muy grande, y es que son muy flojos y remisos en ir por el camino áspero de la cruz, puesto que su alma está dada al sabor, con lo cual de forma natural les supone un esfuerzo y un desagrado exagerado todo sinsabor de negación propia.
8. Tienen éstos otras muchas imperfecciones que de aquí les surgen, las cuales el Señor a su tiempo les trata de corregir a base de tentaciones, sequedades y otros trabajos, que todo es parte de la noche oscura. De estas imperfecciones, por no alargarme, no quiero tratar aquí más, sino sólo decir que la sobriedad y templanza espiritual lleva otro temple muy diferente hecho a base de mortificación, temor y sujeción en todas sus cosas, poniendo atención en que no está la perfección y valor de las cosas en la multitud y gusto de las obras, sino en saberse negar a sí mismo en ellas. Esto es lo que ellos han de procurar hacer cuanto pudieren de su parte, hasta que Dios quiera purificarlos de lleno haciéndolos entrar en la noche oscura, y con el fin de abordar la mencionada noche oscura paso deprisa y sin detenerme más en la exposición de este tipo de imperfecciones.
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