Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

10.4.20

Lo único necesario




La voluntad de Dios es lo único necesario (Lc. 10,42). Y todo lo que ella no da es completamente inútil. No, no, queridas almas, no os falta nada. Todo eso que llamáis reveses, contratiempos, inoportunidades, sinrazones y contrariedades, si supiérais de verdad lo que son, quedaríais completamente avergonzados.



(de El abandono en la divina Providencia).

9.4.20

Santificar el nombre de Dios


Santificar el nombre de Dios, en la expresión de la Escritura, significa reconocer su santidad, adorarla y amarla en todas las cosas que proceden de la boca de Dios, como palabras suyas. Lo que Dios hace en cada momento es una palabra suya, que significa algo. Y así todas ellas, expresando entrelazadas su voluntad, no son sino nombres y palabras que nos revelan sus designios.

La voluntad divina es única en sí misma: no tiene más que un solo nombre misterioso e inefable. Pero, en cambio, se multiplica hasta el infinito en sus efectos, que son otros tantos nombres que ella toma. Y en este sentido, santificar el nombre de Dios, al mismo tiempo que es conocer, amar y adorar ese nombre inefable, que es su esencia, es también conocer, amar y adorar su adorable voluntad en todos los momentos, en todos sus efectos, mirándolo todo como velos, sombras y nombres diversos de esa voluntad eternamente santa: santa en todas sus obras, santa en todas sus palabras, santa en todas las maneras de presentarse, santa en todos los nombres que pueda llevar.

(de "El abandono en la divina Providencia").

7.4.20

Ofrenda sacrificial continua de nosotros mismos




"Ofreced sacrificios legísimos, y confiad en el Señor" (Sal. 4,6). En efecto, el grande y sólido fundamento de la vida espiritual es darse a Dios, y estar siempre sujeto a su voluntad en lo interior y en lo exterior, olvidándose de sí mismo, como de una cosa vendida y entregada, sobre la cual no se tiene ya derecho alguno.

Todo, pues, ha de ser para agradar a Dios, de modo que Él sea toda nuestra alegría, y que su felicidad y su gloria, su ser, venga a ser nuestro único bien. Solo poseer a Dios, no poseernos a nosotros mismos.

Apoyada sobre este fundamento, el alma ha de centrar toda su vida en alegrarse de que Dios sea Dios, dejando su propio ser de tal modo entregado a su voluntad que esté igualmente contenta con hacer esto, aquello o lo contrario, según disponga el beneplácito divino, sin andar cavilando sobre lo que su voluntad santísima ordena.


6.4.20

Todo redunda en bien para quien ama a Dios




Sirvámonos de esa enfermedad, de esas limitaciones y preocupaciones, de esas necesidades de alimentos, vestidos o muebles, de esas desgracias, de ese desprecio de algunos, de esos temores e incertidumbres, de todas esas turbaciones, para encontrar todo nuestro bien en el gozo de Dios que, a través de todas esas cosas, se nos da totalmente como nuestro único bien.



(de El abandono en la divina Providencia).

4.4.20

La importancia de un oratorio virtual


Durante este tiempo de confinamiento debido a la pandemia, en el que millones de personas alrededor del planeta se ven obligadas a permanecer en sus casas, sin poder salir a la calle ni acudir a misa, acudir a actos religiosos, y ni siquiera visitar iglesias o capillas, están cobrando una importancia especial los sitios de oración y recogimiendo online. Desde el Oratorio Carmelitano venimos, ya mucho tiempo atrás, ofreciendo un servicio de oración, reflexión y acompañamiento espiritual, en una página que funciona como un oratorio virtual. Esto es: facilitando oraciones, incluso ofreciendo distintos libros y tratados gratuitamente, mediante nuestra librería que ya aglutina un voluminoso fondo literario. Además, ofrecemos también una adoración perpetua para aquellas personas que, con dificultades para acceder incluso a plataformas online (por su complejidad, consumo de datos o porque carecen de un sistema informático potente) de vídeo. Así, damos la oportunidad que, en espíritu al menos, cualquiera pueda realizar una visita al Santísimo, recogerse, y rendirle tributo y adoración. Es esta una necesidad si cabe más importante en esta época.

También seguimos facilitando la comunión espiritual, y centrándonos en nuestro carisma carmelitano, la Visita Semanal y el Homenaje Sabatino, porque no debemos olvidar a nuestra querida Madre en estos momentos de drama, lucha y desconsuelo. Ella sabe mejor que nadie cómo aliviarnos.

Durante estos últimos meses hemos ido más allá, ofreciendo a nuestros visitantes, carmelitas y cristianos en general, unas páginas temáticas con oraciones diarias que pueden hacer durante cada jornada, al despertar, al acostarse, o en el momento del día en que más lo consideren o lo necesiten. Este espacio se encuentra dividido en otras tantas temáticas, así, tenemos el Domingo, dedicado a la alabanza al Espíritu Santo. El Lunes, a Nuestra Señora, el Martes, a las ánimas del purgatorio, un recuerdo especial y muy importante de nuestro carisma carmelitano. El Miércoles lo dedicamos a la reflexión, bien en soledad o en comunidad, dentro de una celda de un monasterio o convento, o en medio de la gran ciudad. El Jueves, como no podía ser de otra forma, es el día de la Eucaristía, mientras que el Viernes está centrado en la Pasión de Nuestro Señor. Por último, el Sábado se lo dedicamos y consagramos a Nuestra Señora del Carmelo.

Ahora hemos querido ir un paso más allá, y ofreceros además la oportunidad de descargar, para aquellos que no tienen una conexión permanente a Internet (o la tienen muy deficitaria) nuestro Oratorio, con el fin de que puedan llevar nuestros textos con ellos en su smartphone, en su ordenador o en su tablet, y consultarlos cuando lo necesiten. Dividido en meses, ya se puede acceder a su descarga desde éste link.

Asimismo, ofrecemos la oportunidad de navegar por todo nuestro historial mediante un sencillo formulario que podéis usar, situado en la parte inferior de esa misma página. Confiamos en que todos estos esfuerzos colaboren para enriquecer tu experiencia cristiana, y adherirte más firme y fielmente a Nuestro Señor, cuyo fin es todo nuestro motivo y atención. A Él, pues, sea siempre la gloria y alabanza por los siglos de los siglos. Amén.

| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com