Sirvámonos de esa enfermedad, de esas limitaciones y preocupaciones, de esas necesidades de alimentos, vestidos o muebles, de esas desgracias, de ese desprecio de algunos, de esos temores e incertidumbres, de todas esas turbaciones, para encontrar todo nuestro bien en el gozo de Dios que, a través de todas esas cosas, se nos da totalmente como nuestro único bien. |
(de El abandono en la divina Providencia).