La voluntad de Dios es lo único necesario (Lc. 10,42). Y todo lo que ella no da es completamente inútil. No, no, queridas almas, no os falta nada. Todo eso que llamáis reveses, contratiempos, inoportunidades, sinrazones y contrariedades, si supiérais de verdad lo que son, quedaríais completamente avergonzados. |
(de El abandono en la divina Providencia).