Padre nuestro que estás en el cielo,
pero que nunca te has olvidado de nosotros;
Tú, que nos has enviado a tu hijo salvador.
Sea alabado por siempre tu santo Nombre
Ayúdanos a hacerte presente entre nuestros hermanos,
pero no por nuestros méritos,
sino por los de tu Hijo, entregado por nosotros.
Sea alabado por siempre tu santo Nombre.
Transformar nuestros corazones en este tiempo de conversión,
para que seamos humildes y no vanidosos,
sencillos y no orgullosos,
pacientes y no coléricos,
generosos y no miserables,
honestos y no deshonestos,
indulgentes y no severos,
alentadores y no decepcionantes,
liberadores y no opresores.
Sea alabado por siempre tu santo Nombre.
Y no permitas que nunca nos volvamos a olvidar de ti:
cuando huyes de los conflictos bélicos,
cuando eres acusado injustamente,
cuando duermes en la calle,
cuando eres marginado,
cuando das tu vida por los demás.
Sea alabado por siempre tu santo Nombre.
Y que la Pasión de tu Hijo nos libere de todo mal. Amén.
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