La Cuaresma es un tiempo especial para hacer oración, para ayudar a los demás, para renovar nuestras vidas con sencillez y con humildad.
A veces, podemos hacer cosas por aparentar, por quedar bien. Como Dios se fija en el corazón de las personas, se nos dice: "Convertíos y creed...".
Es una invitación a vivir los valores del Evangelio, y a hacerlos realidad en el trato con los demás. Que el gesto externo de la ceniza cuando iniciamos esta Cuaresma sea signo de nuestra conversión interior.
Convertirse a Dios no es huir de lo demás. Es estar vinculado a todo. Abierto a la plenitud de Dios: en mí, en todas las personas, en toda la creación, en todas las criaturas y en todas las cosas. Y luego y también en el templo.
Oración:
Gracias, Padre, por tu bondad y misericordia, cuando nos encontramos ante Ti. Nos damos cuenta de nuestra autosuficiencia, de nuestra falta de humildad. Acepta nuestra actitud arrepentida y acógenos; danos fuerza para ser personas vinculadas unas a otras, profundas, comprometidas, y de fe.
Amén.