Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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15.10.19

Oraciones jaculatorias con las pequeñas acciones y momentos diarios


Al vestirse:
Cubridme, oh Jesús mío, con los méritos de Vuestro divino Corazón; adornadme con Vuestras tan amables virtudes de la dulzura y de la humildad.

Al peinarse:
Yo quisiera, oh amado Salvador mío, a ejemplo de la Esposa de los Cantares, complacer a Vuestro Corazón con uno de mis cabellos, es decir: con las más pequeñas acciones de este día. Concededme animarlas de un gran amor.

13.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 10. Santificación de las pequeñas acciones del día


Además de los grandes trazos que señalan, por decirlo así, la vida o el camino de vida que debe seguir todo fiel cristiano, hay una multitud de acciones pequeñas de suyo indiferentes que importa mucho santificar, e importa tanto más cuanto que, teniendo en cuenta su número, constituyen para el alma una gran pérdida o una gran ganancia espiritual, según sea el caso.

Jamás se repetirá bastante: para hacernos santos, el Sagrado Corazón de Jesús no quiere que cambiemos en todo rigor nuestro modo de vida. Quiere tan sólo que aprendamos a hacer dignos de una eterna recompensa nuestros deberes más vulgares, es decir, las acciones que estamos obligados a practicar todos los días por nuestro trabajo, nuestro estado, o nuestras necesidades. Y a este fin, animarlas de una intención pura y de un amor divino que las transforme y eleve a un orden sobrenatural.

11.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 9. El examen particular


El verdadero creyente y fiel seguidor de Cristo, deseoso, como debe suponerse, de su adelantamiento espiritual y su avance en esta senda, debe hacer con regularidad el examen particular.

Este examen se debe llevar sobre el defecto dominante que uno quiere combatir, o sobre la virtud especial que se desea adquirir.

1º.: Por la mañana se toma una firme resolución de trabajar, o en destruir aquel vicio, o en adquirir esta virtud.

2º.: Hacer al medio día un momento de reflexión sobre este punto, objeto del examen, para ver si ha sido fiel o si ha faltado durante la mañana, y luego hacer un acto fervoroso de contrición de las faltas cometidas.

3º.: Practicar lo mismo por la noche, al mismo tiempo que se hace el examen general de conciencia de las faltas de todo el día.

Quienes tengan poco tiempo libre, podrán hacer su examen particular recogiéndose por el tiempo de una Ave María.

Con una simple mirada a la conciencia se dará cuenta del estado de su alma, y se levantará o fortificará para el resto del día.

9.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 8. Visita al Santísimo Sacramento


Un fervoroso seguidor del Maestro debe vivir dentro del Tabernáculo; su corazón debe llevarle allá lo más frecuentemente posible. Asociado a los ángeles que rodean sin cesar al divino Cautivo, si no le es dado permanecer como ellos en adoración perpetua delante de Nuestro Señor, debe al menos ir con alegría a unir sus homenajes a los de ellos, tan pronto tenga la libertad y la oportunidad de hacerlo.

Muy propio es al creyente presentarse delante del trono Eucarístico con una confianza de hijo, hablar a Nuestro Señor con la sencillez de niño y la sinceridad de amigo. ¿No es El como su más fiel compañero, su dulce Consolador? ¡Oh!, sí: el ojo incisivo de la fe penetra hasta el fondo de la oscuridad del velo que oculta a las miradas mundanas al Maestro más amable, al Padre más tierno, al Amigo más generoso; esto es muy factible.

Representémonos al amantísimo Jesús, tan realmente presente (como lo está de hecho), tan dulce, tan amable, tan poderoso y bueno como lo era cuando vestido de carne mortal recorría Judea, derramando beneficios por todas partes.

Después de adorarle humildemente, expongámosle nuestras penas, nuestras necesidades con entera confianza, diciendo algo semejante:

"Mi buen Jesús, yo vuestro servidor, tengo este negocio espinoso, este temor, esta dificultad, este deseo...; vengo a consolarme en la ternura de Vuestro divino Corazón, y a suplicaros me ayudéis".

Ocupémonos también en los intereses de Jesús:

"¡Qué solo estás!" - le diremos - ", mi dulce Maestro, cómo Os abandonamos y Os desconocemos, a Vos, el más hermoso de los hijos de los hombres. Aceptad en compensación mis pobres homenajes y todo el amor de mi corazón. Daos a conocer, amabilísimo Jesús, haceos amar. Yo quisiera que todos los corazones fuesen conquistas y víctimas de Vuestro amor".

Y añadiremos:

"¡Oh amor!, amor desconocido, amor olvidado, desechado; triunfad, triunfad pronto de mi dureza y de la dureza de todos los hombres. Haced que vengamos a Vuestros pies constantemente, encadenadnos con los dulces lazos de Vuestro amor, y no nos dejéis en la perdición que supondría alejarnos de Vos".

7.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 7. La Sagrada Comunión


El creyente debería vivir de manera que pudiera comulgar todos los días si su confesor se lo permitiese. Al menos, no omitir por su culpa una sola de sus comuniones. Comulgar frecuentemente es corresponder al deseo más dulce e imperioso del Corazón de Jesús, porque el amor quiere la unión, no reposa sino en la unión.

Demos, pues, a nuestro amabilísimo Salvador, tan lleno de amor por nosotros, esta suma complacencia que anhela. La pequeña forma que nos está destinada, y que desde hace algunos días quizá reposa en el Copón, allí está ocultando un Corazón que late de amor por nosotros, que arde de deseo de unirse con nuestro corazón tan miserable, tan indigno. Si pudiéramos comprender sus palpitaciones inefables, las suaves emociones del Corazón de un Dios herido de amor por su ingrata y frágil criatura, ciertamente moriríamos de felicidad.

El creyente que vive cerca del Corazón de Jesús, es el que debe conocerle mejor y amar más, es el ser afortunado a quien toca corresponder plenamente a un tal amor. Nuestras comuniones deben ser frecuentes, humildes, fervorosas. Preparémonos, pues, desde la víspera con piadosas oraciones jaculatorias, y algún pequeño sacrificio ofrecido a un Dios tan bueno, que nos viene a enriquecer con sus dones.

Cuando tengamos a Jesús en el corazón, esforcémonos con ternura filial en consolar a este dulce Salvador del olvido e ingratitud de los hombres, que tan mal pagan su incomparable amor. En el día y durante la hora de adoración, multipliquemos las jaculatorias de acción de gracias, evitemos las menores faltas y, si se puede, hagamos por la tarde una visita al divino prisionero del Tabernáculo para darle gracias de haberse dado de nuevo a nosotros en la sagrada comunión.

5.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 6. La confesión


Quien más ha recibido debe amar más, debe concebir un pesar más grande de las menores faltas cometidas contra su divino Bienhechor, y debe purificarse lo más pronto posible; nunca se recomendará bastante a los devotos adoradores que se confiesen cada poco tiempo, según les aconseje su confesor, a poder ser cada mes.

Debemos excitarnos a una viva contrición de nuestras faltas, confesarlas humildemente, y esforzarnos cada día en que sean menos numerosas y más ligeras.

3.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 5. La Santa Misa


Hay una multitud de métodos excelentes para asistir con fruto al santo Sacrificio de la Misa, no hay necesidad de indicar al verdadero creyente ninguno en particular. La Santa Misa es la continuación del Sacrificio cruento ofrecido en el árbol de la Cruz por Nuestro Señor Jesucristo. Por consiguiente, siendo nosotros hijos del Calvario, tenemos nuestro puesto al pie del altar, donde debemos permanecer como lo hubiéramos hecho al pie de la Cruz, en compañía de la Santísima Virgen, de San Juan, y de Santa Magdalena, consolando y acompañando a Jesús víctima durante tres horas de agonía, como si se nos hubiera sido concedido hallarnos realmente presentes al gran sacrificio de la Cruz.

Debemos unirnos a las disposiciones interiores de los corazones purísimos y constantemente inmolados de Jesús y María, ofrecerse con ellos en sacrificio a la Santísima Trinidad, glorificar a Dios y darle gracias por todos sus beneficios y su compasión para con nosotros.

1.10.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 4. La meditación y el acto de presentación


Cualquiera que sea la posición o las ocupaciones de un fiel adorador, no hay circunstancia ninguna en que no se pueda hacer alguna meditación. El método indicado más adelante es accesible a todos, y esta santa práctica es más fácil de lo que generalmente se cree.

Toda persona, aún la más sencilla, reflexiona lo que quiere hacer, piensa en lo que ama. Esta es la meditación en el orden natural de las cosas. Respecto a Nuestro Señor, es más fácil todavía, sobre todo cuando se tiene algún amor a este dulce Maestro, algún deseo de imitarle y agradarle.

29.9.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 3. La oración de la mañana


Para fijar nuestra imaginación y nuestro corazón, presentémonos delante del dulcísimo Jesús, como un niño arrodillado delante de su amorosa madre, con las dos manos entre sus manos, y comencemos nuestra oración. Hagamos una oración corta, pero fervorosa, desechando toda preocupación de negocios y todo pensamiento inútil. Cinco minutos bastan para este ejercicio.

Y, ¿qué imaginación, por ligera que sea, no puede fijarse durante un tiempo tan corto y empleando el método indicado arriba?

No entristecerse, ni menos desalentarse por las distracciones involuntarias. El Corazón de Jesús no se ofende por ellas; como una madre que ve a su hijo niño volver la cabeza una y otra vez a cada palabra que le dirige: es enfermedad, debilidad. Y nuestro Señor nos perdona de buen grado. Pero una actitud o posición indolente, divagación continua de espíritu, esto es lo que desagrada a su Corazón y seca la fuente de sus gracias. La oración es el canal que nos las trae, si se hace mal, es un canal que no vuelve a su origen, el Corazón de Dios, y deja nuestra alma seca, árida, sin fuerza para practicar la virtud durante el resto del día.

27.9.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 2. Al despertar


Presentémonos a Jesús presenciando nuestro despertar como una madre el de su hijo. Arrojémonos en sus brazos con filial confianza, y digamos desde el fondo del alma: "Dios mío, Os adoro, Os amo, Os doy mi corazón; ocultadme en la Llaga de Vuestro dulcísimo Corazón, oh Jesús, y durante este día preservadme de la desgracia de incurrir en Vuestro desagrado".

Hágase luego la señal de la Cruz en la frente, en la boca, y en el corazón diciendo:

"Padre eterno, Os consagro todos los pensamientos† de mi alma; Verbo encarnado, Os ofrezco todas mis palabras†; Espíritu Santo de Amor, Os dedico todos los afectos† de mi corazón".

Armados así para el diario combate, levantémonos prontamente, desechando toda pereza. Este primer sacrificio fortifica el alma y atrae sobre ella una especial bendición del Señor para el día entero.

26.9.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 1. Introducción


"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón".

El amor no es conocido, el amor no es amado..., exclamaba San Francisco de Asís, derramando torrentes de lágrimas. ¿Qué diría si viera a los hombres ingratos alejarse más y más del tierno y generoso Salvador que los ha rescatado con el precio de toda su sangre?

¡Ah!, que haya al menos corazones abnegados que se levanten y rodeen a nuestro divino Maestro, diciéndole a cada hora: "Señor, si nuestros hermanos ingratos rechazan Vuestro amor, Os llenan de ultrajes, tratan de que se olvide Vuestro santo Nombre, nosotros queremos, por nosotros mismos y por ellos, amaros, glorificaros y, si es posible, conquistar para Vos todos los corazones".

Con este objeto, el verdadero adorador debe, no sólo santificar su hora dedicada al Señor, sino distinguirse por una vida ejemplar y por el fiel cumplimiento de la voluntad de Dios. Con este fin vaya a la escuela del Corazón de Jesús, y trate de copiar trazo por trazo y rasgo por rasgo este divino Modelo, puesto que nadie entrará en la gloria si no se parece a este original.