Hay una multitud de métodos excelentes para asistir con fruto al santo Sacrificio de la Misa, no hay necesidad de indicar al verdadero creyente ninguno en particular. La Santa Misa es la continuación del Sacrificio cruento ofrecido en el árbol de la Cruz por Nuestro Señor Jesucristo. Por consiguiente, siendo nosotros hijos del Calvario, tenemos nuestro puesto al pie del altar, donde debemos permanecer como lo hubiéramos hecho al pie de la Cruz, en compañía de la Santísima Virgen, de San Juan, y de Santa Magdalena, consolando y acompañando a Jesús víctima durante tres horas de agonía, como si se nos hubiera sido concedido hallarnos realmente presentes al gran sacrificio de la Cruz.
Debemos unirnos a las disposiciones interiores de los corazones purísimos y constantemente inmolados de Jesús y María, ofrecerse con ellos en sacrificio a la Santísima Trinidad, glorificar a Dios y darle gracias por todos sus beneficios y su compasión para con nosotros.