Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

25.5.19

Acto de ofrecimiento y petición


¡Oh Jesús, Hijo único de Dios, sabiduría infinita y bondad esencial, esplendor del Padre, honor y gloria del Paraíso, cuya vista constituye la felicidad de los ángeles y santos del cielo!, Os adoro en todo lo que sois en Vos mismo y en todo lo que habéis querido ser en Vuestras humillaciones, a causa de la Encarnación y de Vuestra presencia real en el Santísimo Sacramento del altar; en todo lo que sois para la gloria de Vuestro Padre, y en todo lo que queréis ser para nosotros, para nuestras necesidades y nuestra elevación al cielo.

Considero el gran amor que nos tenéis, y el don que nos hacéis de Vos mismo, no solo una vez, sino tantas cuantas queremos; me doy a Vos en acción de gracias, consagrando mi vida y todo lo que soy, por naturaleza y gracia, para honrar todo lo que sois para nosotros en el Santísimo Sacramento del altar; y todos los designios que tenéis particularmente sobre mi alma, a fin de que todos se cumplan en mí, para Vuestra gloria y la de Vuestro Padre, y para mi bien.

23.5.19

Acto de fe y adoración


Os saludo, oh nobilísimo Cuerpo y preciosa Sangre de mi Señor Jesucristo, verdaderamente presente bajo esta apariencia de pan. Os adoro con la misma reverencia y devoción con que los nueve Coros de los ángeles Os veneran y honran. Me postro delante de Vos en espíritu de humillación, creyendo y confesando que Vos, mi Señor y mi Dios, estáis aquí realmente presente.

Os saludo, oh nobilísimo Cuerpo de mi Salvador Jesucristo, verdadera hostia inmolada en la Cruz. Os adoro uniéndome con aquella adoración que Vuestra Humanidad dió a la Divinidad, y Os doy gracias con el afecto de todas las criaturas de haberos dignado anonadaros así por nuestra salvación.

21.5.19

Cien años de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús


El 30 de mayo de 1919 - fiesta litúrgica de san Fernando, rey, y vísperas del mes al Sagrado Corazón de Jesús, junio - el rey Alfonso XIII se desplazó a 13 kilómetros de Madrid para inaugurar el monumento dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y consagrar la nación española a su protección. El acto tenía lugar en el Cerro de los Ángeles, ubicado en el centro de la geografía española. Nos disponemos a celebrar el primer centenario de este acontecimiento.

Aquel día, el rey, en nombre del pueblo español, hizo la oración mediante la cual se expresaba públicamente la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús:

"España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península... Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de las leyes e instituciones patrias".

Cien años después sigue teniendo sentido esta oración y este deseo: ¡que Jesús, príncipe de la paz, Señor de la misericordia y dado de la Vida Verdadera, siga reinando! Que los valores de su Evangelio sigan estando presentes en nuestra sociedad. Y que los cristianos de España sepamos ser buen reflejo de su modo de reinar, que es sirviendo y entregando la vida por los demás, por una sociedad más justas, más humana y más digna.

Oración a nuestra Señora del Carmelo


Te pido, Madre querida, que continúes posando sobre todos nosotros, sobre la Iglesia y sobre la humanidad entera tu mirar propicio, que nos cubras con el manto de tu maternal protección, y que nos fortalezcas en la peregrinación de la fe.

Sé fuerza suave en mi flaqueza, y enséñame siempre la docilidad perfecta al toque delicado del Espíritu. Enséñame tu manera de amar, de servir y de guardar en el corazón todo cuanto tu Hijo me revela.

Contigo, quiero permanecer siempre en la escucha de la Palabra y construir, como tú, mi vida según la voluntad del Padre. Te pido, Madre, que me dones tu propio silencio, aquel silencio por el que en ti habitó y fue fecunda la Palabra, para que siempre la esperanza en mi familia, en mi comunidad y parroquia, y lleve al mundo la luz que es tu Hijo Jesús.

Adorna mi alma con tus gracias y virtudes, para que sea más semejante a tu Hijo, quien constantemente nos llama a construir el cielo en la tierra y a anticipar en el tiempo las bellezas, las grandezas y los tesoros escondidos que tú, Señora del Carmelo, contemplas y vives para siempre en la gloria del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Amén.

Acción de gracias: Afectos piadosos


Os adoro, oh Jesús mío, que estáis realmente presente en mi corazón.

Os adoro con los Ángeles que Os han acompañado al venir a esta pobre morada y que, sobrecogidos de admiración en vista del abatimiento de Vuestra Soberana grandeza, se postran delante de Vos. Me uno a las adoraciones de los santos, y sobre todo a las que Os rindió la Santísima Virgen María en el día de Vuestra Encarnación, y cuando después Os recibió en la sagrada comunión.

Sí, yo adoro con la fe más viva y el respeto más profundo, Vuestro cuerpo, Vuestra sangre, Vuestra alma y divinidad anonadados en mí, y unidos a la más indigna de vuestras criaturas.

Espíritus bienaventurados que estáis llenos de luces, y os ejercitáis continuamente en las alabanzas de Dios, vosotros que conocéis su grandeza y os regocijáis de su gloria, bendecidle y alabadle eternamente por mí.

Y vos, oh María, Madre de Dios, ¿podríais rehusar a mi alma Vuestras santas bendiciones, viendo que Vuestro Hijo la ha escogido para morar en ella? Colocaos cerca de Él, si Os place, para hacerle compañía y suplir mis faltas, no sea que me abandone.