Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

23.5.19

Acto de fe y adoración


Os saludo, oh nobilísimo Cuerpo y preciosa Sangre de mi Señor Jesucristo, verdaderamente presente bajo esta apariencia de pan. Os adoro con la misma reverencia y devoción con que los nueve Coros de los ángeles Os veneran y honran. Me postro delante de Vos en espíritu de humillación, creyendo y confesando que Vos, mi Señor y mi Dios, estáis aquí realmente presente.

Os saludo, oh nobilísimo Cuerpo de mi Salvador Jesucristo, verdadera hostia inmolada en la Cruz. Os adoro uniéndome con aquella adoración que Vuestra Humanidad dió a la Divinidad, y Os doy gracias con el afecto de todas las criaturas de haberos dignado anonadaros así por nuestra salvación.





ORATORIO CARMELITANO



Os saludo, oh buen Jesús, Verbo del Padre, resplandor de su gloria, fuente de piedad, salvación del mundo, hostia santa; Os saludo, oh Jesucristo, esplendor del Padre, príncipe de la paz, puerta del cielo, pan vivo, Hijo de la Virgen María, Santuario de la Divinidad.

Creo firmísimamente que estáis aquí presente, oh Dios mío, y que bajo los velos de este Sacramento me miráis y penetráis hasta el fondo de mi corazón. Creo que bajo esas apariencias de pan están contenidos, no solamente Vuestra Carne y Vuestra Sangre, sino también Vuestra Divinidad y Humanidad. Y aunque no puedo comprenderlo, sin embargo, lo creo tan firmemente que estoy pronto a dar mi vida y a derramar mi sangre para dar testimonio de esta verdad.

¡Oh Santísimo Sacramento!, me postro delante de Vos con el más profundo respeto, y con los Ángeles y Arcángeles, Tronos y Dominaciones, Querubines y Serafines, y con toda la milicia del ejército celestial, canto este himno a Vuestra gloria: "¡Mil y mil veces sea alabado el Santísimo Sacramento del Altar!".

¡Oh Santuario íntimo del Corazón de Dios Padre! Os doy gracias por este cambio de mutuo reconocimiento que se dan las tres Personas en la adorable y gloriosa Trinidad, por la institución de este inestimable Sacramento, por el cual el cielo y la tierra se han reconciliado y están perpetuamente llenos de inmensos tesoros de gracias.

Glorifico y ensalzo la sabiduría y bondad de Vuestra omnipotencia, alabo y adoro el poder y la bondad de Vuestra sabiduría, bendigo y doy gracias a la bondad de Vuestra omnipotencia y sabiduría, oh Cristo Jesús, por el poder y la sabiduría con que Os habéis dignado instituir para nuestra salvación este Sacramento que sobrepuja toda magnificencia.

¡Oh Cristo Jesús, única y firme esperanza de mi alma! Os alabo, Os amo, Os venero, Os adoro y Os suplico humildemente que Os ofrezcáis en este momento a Dios Vuestro Padre para pagar mis deudas, ¡ay!, tan numerosas, como Os ofrecisteis sobre la Cruz por los pecados del mundo.

¡Oh Cristo Jesús!, dulce y único amor mío, dirigid hacia mí las miradas de Vuestra compasiva misericordia, ahora que, postrado delante de Vos, aunque indigno, imploro con todo mi corazón el perdón de mis pecados.

¡Oh hermosa flor de la raíz de Jesé! Por el inefable amor de Vuestro dulcísimo Corazón, tened piedad de mí y recibidme en Vuestra gracia para gloria de Vuestro santísimo Nombre.

¡Oh, Padre amantísimo! Os ofrezco a Vuestro Hijo Único en holocausto de eterna alabanza y perpetuo sacrificio de propiciación por nuestros pecados. Contemplad, Os suplico, el rostro de Vuestro Cristo: acordaos de la superabundante satisfacción que Os ha dado sobre la Cruz por nuestros pecados; y tened piedad de nosotros. Así sea.

(Sta. Gertrudis).