¡Quién podrá explicar el gozo y felicidad que sentirá el alma que llegue a la Vida Eterna, en aquella primera y tan deseada entrada a la gloria celestial! La que antes estaba llena de dolores, humillada con desprecios, y turbada con temores, en un instante se verá transformada, trocada toda su pena en alegría, y su llanto en gozo, en compañía de ángeles, en un lugar de descanso, y acogida en la villa de su Dios.
¡Oh, qué parabienes, y bendiciones, echará el alma a su querido cuerpo! "Bendito seas, porque me ayudaste a merecer la gloria que he gozado, porque te dejaste mortificar, y te rendiste a obedecer, cumpliendo con alegría todo lo que Dios mandaba. Alégrate, porque ya pasó el tiempo del trabajo, y es llegado el tiempo del descanso". Anímate, pues, alma a padecer, para que te toque la dichosa suerte de la Vida Eterna.