Santa Teresa de Jesús, en vida, fue muy agradecida con sus bienhechores. Nada menos que cuarenta años rogó por uno que le había dado un simple jarro de agua, y no es menos agradecida ahora, desde el Cielo, enviando continuos beneficios a los amigos de su Orden, y con la luz del Paraíso los defiende de lo visible, encaminándolos a lo eterno.
Gran beneficio, y muy singular, fue el que recibieron los Velázquez en la fundación del primer convento que hizo la santa en su casa de campo, llamada Durvelo, cerca de la ciudad de Ávila, donde nació la Reforma, y mayor fue el segundo, en depositar en casa de los mismos Velázquez su santo cuerpo, naciendo para el cielo en Alba, siendo también fundación de los Velázquez aquél convento: beneficios que paga la Santa con nuevos beneficios, queriendo perpetuar el agradecimiento muy vivo, pues siempre saca de las tinieblas de este mundo, y llama a su religión para formar parte de los hijos de esta gran santa.
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