Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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17.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (94)



5. Y aparte de todo esto, las ganas que tienen de estas comunicaciones y la afición que a ellas tienen en el espíritu hace que ellos mismos se respondan y piensen que es Dios quien les responde y se lo dice. De donde vienen a dar en grandes desatinos si no tienen en esto mucho freno y el que gobierna estas almas no las impone mantenerse en la negación de estas maneras de discursos. Porque en comunicaciones de este tipo más tropiezos suelen sacar e impureza de alma que humildad y mortificación de espíritu, pensando que les ocurrió una gran cosa y que les habló Dios, y sin embargo no habrá sido poco más que nada, o nada, o menos que nada. Porque lo que no engendra humildad, y caridad, mortificación, santa simplicidad y silencio, etcetera, ¿qué puede ser? Digo, pues, que esto puede estorbar mucho para ir a la divina unión, porque aparta enormemente al alma, si hace caso de este tipo de experiencias, del abismo de la fe, en que el entendimiento ha de estar oscuro, y oscuro ha de ir por amor en fe y no a fuerza de razón.

6. Y si alguien adujere que "¿por qué se ha de privar el entendimiento de aquellas verdades, pues alumbra en ellas el Espíritu de Dios al entendimiento, y siendo así no puede ser malo?", se debe tener en cuenta que el Espíritu Santo alumbra al entendimiento recogido, y que le alumbra al modo de su recogimiento y que el entendimiento no puede hallar otro mayor recogimiento que en fe. Por ello, el Espíritu Santo no le dará iluminación en otra cosa más que en estado de fe, porque cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad infusa de Dios; y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los dones el Espíritu Santo en ella, porque la caridad es la causa y el medio por donde se le comunican.
Y, aunque es verdad que en aquella ilustración de verdades comunica al alma el Espíritu Santo alguna luz, es sin embargo tan diferente la que proviene de la fe, sin entender claro y tal es su calidad, como lo es el oro más purificado del metal más bajo y ruin. Y en cuanto a la calidad de este tipo de ilustraciones en fe que provienen del Espíritu Santo, es tanta la diferencia con las otras como excede la mar a una gota de agua. Hay que prestar atención en que durante las comunicaciones por pensamientos y consideraciones se le comunica sabiduría de una, o dos, o tres verdades, etc., y en la otra donde se encuentra el recogimiento en fe se le comunica toda la Sabiduría de Dios generalmente, que es el Hijo de Dios, el cual que se comunica al alma en fe.

7. Y si aún alguien adujera que todo será bueno, que no impide lo uno a lo otro, le respondo que impide mucho si el alma hace caso de ello, porque ya es ocuparse en cosas patentes y de poco peso, que bastan para impedir la comunicación del abismo de la fe, en la cual sobrenatural y secretamente enseña Dios al alma y la levanta en virtudes y dones como ella no sabe.
Y el provecho que aquella comunicación sucesiva ha de hacer al alma no ha de ser poniendo el entendimiento a propósito en ese tipo de comunicaciones, porque antes iría de esta manera desviándola de sí, según aquello que dice la Sabiduría en los Cantares (6, 4) al alma, diciendo: "Aparta tus ojos de mí, porque esos me hacen volar", es a saber: volar lejos de ti y poner a la sabiduría más alta y lejos, sino que simple y sencillamente, sin poner el entendimiento en aquello que sobrenaturalmente se está comunicando, aplique la voluntad con amor a Dios, pues en amor se van aquellos bienes comunicando, y de esta manera antes se comunicará de forma más abundante que de la otra manera. Porque si en estas cosas que sobrenaturalmente y pasivamente se comunican se pone activamente la habilidad del natural entendimiento o de otras potencias tratando de apresarlas, no llegamos mediante nuestros modos y la rudeza de nuestra intención a lograrlas, y así por fuerza las acabamos modificando a nuestro modo y, por el consiguiente, las terminamos tergiversando y modificando. Por ello, de necesidad se va errando y formando las razones cosas suyas, y acaba por dejar de ser aquello sobrenatural, perdiendo su figura propia y divina, llegando a ser algo muy natural y harto erróneo y bajo.

8. Pero hay algunos entendimientos tan vivos y sutiles que, en estando recogidos en alguna consideración, naturalmente con gran facilidad, discurriendo en conceptos, algunas personas los van formando en las dichas palabras y razones muy vivas, y piensan, ni más ni menos, que son de Dios, y sin embargo no es sino el entendimiento que con la lumbre natural, estando algo libre de la operación de los sentidos, sin ninguna otra ayuda sobrenatural puede eso y más. Y de esto hay mucho, y así se engañan muchos pensando que es mucha oración y comunicación de Dios y, por eso, o lo escriben o hacen escribir. Y acontecerá que no será nada ni tenga sustancia de alguna virtud y que no sirva más que para envanecerse con esto, consiguiendo así el propósito contrario que esperaban.

9. Estos aprendan a no hacer caso sino en fundar la voluntad firmemente en humilde amor, y obrar de veras, y padecer imitando al Hijo de Dios en su vida y mortificaciones, que este es el camino para venir a todo bien espiritual, y no el mucho discurrir o los muchos discursos interiores.


16.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (32)



CAPÍTULO 12.
Se explica qué tipo de apetitos y su clase son los que causan en el alma los daños previamente explicados.


1. Mucho nos podríamos alargar en esta materia de la noche del sentido, abundando en lo mucho que se podría decir acerca de los daños que causan los apetitos, no sólo en las maneras mencionadas, sino de otras muchas. Pero, para lo que hace a nuestro propósito, lo dicho hasta aquí es suficiente, porque parece quedar claro de entender cómo se denomina la "noche la mortificación" hacia esos apetitos, y cuánto conviene entrar en esta noche para ir a Dios. Lo que viene a continuación, antes que tratemos del modo de entrar en la mencionada noche y para concluir con esta parte, es una duda que podría tener el lector sobre lo dicho.

2. Lo primero, se podría plantear si basta cualquier apetito para obrar y causar en el alma los dos males ya explicados, a saber: privativo, que es privar al alma de la gracia de Dios, y el impositivo, que es causar en ella los cinco daños principales que dijimos.
Lo segundo, si basta cualquier apetito, por mínimo que sea, y de cualquiera especie que sea, a causar todos estos cinco daños juntos, o solamente unos causan unos y otros otros, como por ejemplo si unos causan tormento, otros cansancio, otros tinieblas, etc.

3. Respondiendo a ello digo a lo primero que, cuanto al daño privativo, que es privar al alma de Dios, solamente los apetitos voluntarios que son de materia de pecado mortal pueden y hacen esto totalmente, porque ellos privan en esta vida al alma de la gracia y en la otra de la gloria, que es poseer a Dios.
A lo segundo digo que, así estos que son de materia de pecado mortal como los voluntarios de materia de pecado venial y los que son de materia de imperfección, cada uno de ellos basta para causar en el alma todos estos daños impositivos juntos. Los cuales, aunque en cierta manera son privativos, los llamamos aquí positivos o impositivos, porque inciden en la conversión de la criatura, así como el privativo incide hacia a la aversión de Dios. Pero hay esta diferencia: que los apetitos de pecado mortal causan total ceguera, tormento e inmundicia y flaqueza, etc.; y los otros de materia venial o de imperfección no causan estos males en total y consumado grado, pues no privan de la gracia, de donde depende la posesión de ellos, porque la muerte del alma es vida para ellos; pero hacen una causa en el alma remisamente, según la remisión de la gracia que los tales apetitos causan en el alma -es decir, disminución de la gracia-. De manera que aquel apetito que más entibiare la gracia, más abundante tormento, ceguera y suciedad causará.

4. Pero es de notar que, aunque cada apetito causa estos males, que aquí llamamos positivos o impositivos, unos hay que principal y específicamente causan unos, y otros, otros, y los demás lo mismo. Porque, aunque es verdad que un apetito sensual causa todos estos males, pero principal y propiamente ensucia al alma y cuerpo. Y, aunque un apetito de avaricia tambien los causa todos, principal y específicamente causa aflicción. Y, aunque un apetito de vanagloria también los causa todos, principal y específicamente causa tinieblas y ceguera. Y, aunque un apetito de gula los causa todos, principalmente causa tibieza en la virtud. Y así el resto.

5. Y la causa por la que cualquier acto de apetito voluntario produce en el alma todos estos efectos juntos, es por la contrariedad que directamente tienen contra todos los actos de virtud que producen en el alma los efectos contrarios. Porque, así como un acto de virtud produce en el alma y engendra y hace crecer juntamente suavidad, paz, consuelo, luz, limpieza y fortaleza, así un apetito desordenado causa tormento, fatiga, cansancio, ceguera y flaqueza. Todas las virtudes crecen en el ejercicio de una, y todos los vicios crecen en el de uno, y también los vestigios de ellos en el alma. Y aunque todos estos males no se echan de ver al tiempo que se cumple el apetito, porque el gusto temporal que produce entonces ese apetito no da lugar, antes o después se acaban padeciendo y sintiendo sus consecuencias. Lo cual se da muy bien a entender por aquel libro que mandó el ángel comer a san Juan en el Apocalipsis (10, 9), el cual en la boca le hizo dulzura y en el vientre le fue amargor. Porque el apetito, cuando se ejecuta, es dulce y parece bueno, pero después se siente su amargo efecto, lo cual podrá bien juzgar el que se deja llevar de ellos. Aunque no ignoro que hay algunos tan ciegos e insensibles que no lo sienten porque, como no andan en Dios, no echan de ver lo que les impide gustar a Dios.

6. De los demás apetitos naturales que no son voluntarios, y de los pensamientos que no pasan de primeros movimientos, y de otras tentaciones no consentidas no trato aquí, porque estos ninguno de los mencionados males causan al alma. Porque aunque a la persona por quien pasan le haga parecer la pasión y turbación que entonces le causan que la ensucian y ciegan, no es así, antes la causan los provechos contrarios. Porque, en tanto que los resiste, gana fortaleza, pureza, luz y consuelo y muchos bienes. Según lo cual dijo Nuestro Señor a san Pablo (2 Cor. 12, 9) que la virtud se perfeccionaba en la flaqueza. Mas los voluntarios, todos estos males y aún más hacen. Y por eso el principal cuidado que tienen los maestros espirituales es mortificar primero a sus discípulos de cualquiera apetito, haciendoles quedar en vacío de lo que apetecían, para poder así librarles de tanta miseria.


3.1.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (111)




CAPÍTULO 11.
Se explica el cuarto daño que se le produce al alma sobre las distintas aprehensiones sobrenaturales de la memoria, dicho daño consiste en impedirle la unión.


1. De este cuarto daño no hay mucho que decir, por cuanto está ya declarado a cada paso en este tercer libro, en el cual hemos explicado y mostrado cómo, para que el alma se venga a unir con Dios en esperanza, ha de renunciar a toda posesión de la memoria pues que, para que la esperanza sea entera de Dios, nada ha de haber en la memoria que no sea Dios. Y asimismo, como también hemos dicho, en ninguna forma ha de quedarse retenida, ni figura, ni imagen, ni otra noticia que pueda caer en la memoria, sea Dios ni semejante a Él, ahora celestial, ahora terrena, natural o sobrenatural, según enseña David (Sal. 85, 8), diciendo: "Señor, en los dioses ninguno hay semejante a ti", de aquí se concluye que, si la memoria quiere hacer alguna presa de algo de todo esto, se impide a sí misma el dirigirse a Dios. Por una parte, porque se aprisiona y, por la otra, porque mientras más tiene de posesión, tanto menos tiene de esperanza.

2. Luego le es necesario al alma quedarse desnuda y olvidada de distintas formas y noticias de cosas sobrenaturales para no impedir la unión, según la memoria, en esperanza perfecta con Dios.


28.1.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (135)




CAPÍTULO 31.
Se muestran los daños que le sobrevienen al alma cuando pone el gozo de la voluntad en este género de bienes sobrenaturales.


1. Tres daños principales me parece que le pueden ocurrir al alma cuando pone el gozo en los bienes sobrenaturales, conviene a saber: engañar y ser engañada; detrimento en el alma acerca de la fe; vanagloria o alguna vanidad.

2. Cuanto a lo primero, es cosa muy fácil engañar a los demás y engañarse a sí mismo gozándose en esta manera de obras. Y la razón es porque para conocer estas obras, cuáles sean falsas y cuáles verdaderas, y cómo y a qué tiempo se han de ejercitar, es menester mucho aviso y mucha luz de Dios, y lo uno y lo otro impide mucho el gozo y la estimación de estas obras. Y esto por dos cosas: por una parte, porque el gozo embota y oscurece el juicio, y por otra, porque con el gozo de esas obras no sólo se es más propensa la persona a deleitarse en ellas, sino que es también aún más empujada a que realice esas obras sin tiempo (nota del corrector: es decir, fuera de lugar o en un momento no adecuado).
Y dado el caso de que estas virtudes y estas obras que se ejercitan sean realmente verdaderas, bastan estos dos defectos para engañarse muchas veces en ellas, o porque no las entiende como deben entenderse, o no aprovechándose de ellas y acabando por no usarlas cómo y cuando es más conveniente. Porque, aunque es verdad que cuando da Dios estos dones y gracias les da a las personas también luz de ellas y el movimiento de cómo y cuándo se han de ejercitar, todavía ellas, por la propiedad e imperfección que pueden tener acerca de estas obras, pueden errar mucho, no usando de esas obras, bienes y/o virtudes con la perfección que Dios quiere, y cómo y cuando Él quiere. Como ejemplo podemos poner lo que quería hacer Balam cuando, contra la voluntad de Dios, se determinó a ir a maldecir al pueblo de Israel por lo cual, enojándose Dios, le quería matar (Nm. 22, 22­23). Y Santiago y san Juan querían hacer bajar fuego del cielo sobre los samaritanos porque no daban posada a nuestro Salvador, a los cuales Él reprendió con firmeza por ello (Lc. 9, 54­55).

3. Con todo esto se ve claro cómo a esas personas les hacía determinar a hacer estas obras alguna pasión de imperfección, envuelta en gozo y estimación de ellas, cuando no convenía. Porque, cuando no hay semejante imperfección, solamente se mueven y determinan a obrar estas virtudes cuándo y como Dios les mueve a ello, y hasta entonces no conviene mostrarlas o ejercerlas. Precisamente por eso se quejaba Dios de ciertos profetas por Jeremías (23, 21), diciendo: "No enviaba yo a los profetas, y ellos corrían; no los hablaba yo, y ellos profetizaban". Y más adelante dice (23, 32): "Hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé". Y allí también dice (23, 26) de ellos que ven las visiones de su corazón y cuentan lo que esas visiones dicen, lo cual no caerían en este error si ellos no tuvieran esta abominable propiedad de imperfección en estas obras.

4. Con estas declaraciones con la autoridad de la Sagrada Escritura se da a entender que el daño de este gozo no solamente llega a usar inicua y perversamente de estas gracias que da Dios, como Balam y los que aquí dice que hacían milagros con los que engañaban al pueblo, mas aún hasta llegar al punto de usarlas sin haberselas Dios dado, como el caso de los que profetizaban sus antojos y publicaban la visiones que ellos componían o las que el demonio les representaba. Porque, como el demonio los ve aficionados a estas cosas, les da en esto largo campo y muchas materias con las que enredarse, entrometiendose de muchas maneras, y con esto tienden ellos las velas y cobran desvergonzada osadía, alargándose y explayéndose en estas prodigiosas obras.

5. Y no para esto solamente, sino que a tanto hace llegar el gozo de estas obras y la codicia de ellas que hace que, si los tales tenían antes pacto oculto con el demonio (porque muchos de estos por este oculto pacto obran estas cosas), ya vengan a atreverse a hacer con el ser maligno pacto expreso y manifiesto, sujetándose, por concierto, por discípulos al demonio y a los allegados suyos. De aquí salen los hechiceros, los encantadores, los mágicos aríolos (adivinos por agüeros) y los brujos.
Y a tanto mal llega el gozo de estos sobre estas obras, que no sólo tienen la osadía de querer comprar los dones y gracias por dinero, como quería Simón Mago (Hch. 8, 18), para servir al demonio, sino que aún procuran hacerse con las cosas sagradas y hasta (lo que no se puede decir sin temblar) con las divinas, como ya se ha visto haber sido usurpado el sacratísimo y santísimo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo para uso de sus maldades y abominaciones. ¡Alargue y muestre Dios aquí su gran misericordia!

6. Y cuán perniciosos son este tipo de personas para sí mismas y perjudiciales para la Cristiandad, cada uno podrá bien claramente entenderlo. Donde es de notar que todos aquellos magos y aríolos que había entre los hijos de Israel, a los cuales Saúl arrojó de la tierra (1 Sm. 28, 3) por querer imitar a los verdaderos profetas de Dios, habían dado en tantas abominaciones y engaños.

7. Debe, pues, el que tuviere la gracia y don sobrenatural, apartar la codicia y gozo del ejercicio de ese don, tratando de no abusar de su ejercicio porque Dios, que le da esos dones sobrenaturales para utilidad de su Iglesia o de sus miembros, le moverá también sobrenaturalmente cómo y cuándo lo deba ejercitar. Y dado pues que mandaba a sus fieles (Mt. 10, 19) que no tuviesen cuidado de lo que habían de hablar, ni cómo lo habían de hablar, porque era negocio sobrenatural de fe, también querrá que, pues el negocio de estas obras no es menos, se aguarde el hombre a que Dios sea el obrero, moviendo el corazón, pues en su virtud se ha de obrar toda virtud (Sal. 59, 15). Es por eso que los discípulos en los Hechos de los Apóstoles (4, 29­30), aunque les había infundido estas gracias y dones, hicieron oración a Dios, rogándole que fuese servido de extender su mano en hacer señales y obras y sanidades por ellos, para introducir en los corazones la fe de nuestro Señor Jesucristo (nota del corrector: y no por otras causas o razones).

8. El segundo daño que puede venir de este primero, es el detrimento acerca de la fe, el cual puede ser en dos maneras:
La primera, acerca de los otros porque, poniendose a hacer el milagro o virtud sin tiempo y necesidad, aparte de que es tentar a Dios (lo cual es ya un gran pecado) podrá ocurrir el no conseguir llevarlo a cabo y terminar por suceder lo contrario, es decir, hacer surgir en los corazones menos crédito y desprecio de la fe. Porque, aunque algunas veces logren realizar las prodigiosas acciones sobrenaturales por quererlo Dios por otras causas y motivos, como la hechicera de Saúl (1 Sm. 28, 12 ss.), si es verdad que era Samuel el que parecía allí, no dejan de errar ellos y ser culpados por usar de estas gracias cuando no conviene.
La segunda manera de daño en detrimento de la fe es acerca del mérito de la misma fe, porque haciendo esa persona mucho caso de estos milagros, se separa mucho del hábito sustancial de la fe, la cual es hábito oscuro y escondido y así, donde más señales y testimonios concurren, menos merecimiento hay en creer (nota del corrector: porque menos presencia tiene la fe). De donde San Gregorio dice que no tiene merecimiento cuando la razón humana experimenta esa fe.
Y así, estas maravillas nunca Dios las obra sino cuando simplemente son necesarias para creer. Por eso, porque sus discípulos no careciesen de mérito si tomaran experiencia de su resurrección, antes que se les mostrase hizo muchas cosas para que sin verle le creyesen. Tengamos en cuenta que a María Magdalena (Mt. 28, 1­8) primero le mostró vacío el sepulcro y después que se lo dijesen los ángeles -porque la fe es por el oído, como dice san Pablo (Rm. 10, 17)- y oyendolo, lo creyese primero que lo viese. Y aunque le vio fue como hombre común, para acabarla de instruir, en la creencia que le faltaba con el calor de su presencia (Jn. 20, 11­18). Y a los discípulos primero se lo envió a decir con las mujeres, después fueron a ver el sepulcro (Mt. 28, 7­8; Jn. 20, 1­10). Y a los que iban a Emaús primero les inflamó el corazón en fe para que le viesen, yendo Él de forma disimulada con ellos (Lc. 24, 15). Y, finalmente, después los reprehendió a todos (Mc. 16, 14) porque no habían creído a los que les habían dicho su resurrección; y tampoco olvidemos a Santo Tomás (Jn. 20, 29), el cual quiso tener una experiencia física y real en sus llagas, cuando le dijo que eran bienaventurados los que no viéndole le creían.

9. Y así, no es una de las condiciones de Dios el que se tengan que hacer milagros porque, como se dice, cuando los quiere realizar los puede hacer sin impedimento alguno y con todo poder. Y por eso reprendía el Señor a los fariseos, porque no daban crédito ni creían sino por señales, diciéndoles: "Si ustedes no ven señales y prodigios, no creen" (Jn. 4, 48). Pierden, pues, mucho acerca de la fe los que aman gozarse en estas obras sobrenaturales.

10. El tercer daño es que comúnmente por el gozo de estas obras las personas que las operan caen en vanagloria o en alguna forma de vanidad, porque aun el mismo gozo de estas maravillas o prodigios, cuando no es puramente, como hemos dicho, en Dios y para Dios, entonces es vanidad. Lo cual se ve en haber reprendido Nuestro Señor a los discípulos por haberse gozado de que se les sujetasen los demonios (Lc. 10, 20), y es que dicho gozo, si no fuera vano, no los hubiese reprendido.


1.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (78)



CAPÍTULO 22.
En que se afronta la duda respecto a cómo es que no es lícito ahora en la ley de gracia preguntar a Dios por vía sobrenatural, como lo era en la Ley Vieja. Se prueba recurriendo a la autoridad de san Pablo.


1. De entre las manos nos van surgiendo las dudas, por lo que no podemos correr con la prisa que querríamos para ir avanzando. Porque, así como esas dudas van emergiendo, estamos obligados a retirarlas necesariamente, para que la verdad de la doctrina siempre quede despejada y en su fuerza. Pero las dudas siempre llevan consigo, aunque nos impidan el paso un poco al principio, el servir aún para más doctrina y claridad de nuestro intento, como se verá en la duda presente.

2. En el capítulo precedente hemos dicho cómo no es voluntad de Dios que las almas quieran recibir por vía sobrenatural cosas distintas de visiones o locuciones, etc. Por otra parte hemos visto en el mismo capítulo y colegido de los testimonios que allí se han alegado de la sagrada Escritura que se usaba el dicho trato con Dios en la Ley Vieja y era lícito, y no sólo lícito, sino que Dios se lo mandaba. Y, cuando no lo hacían, los reprendía Dios, como es de ver en Isaías (30, 2), donde reprende el Señor a los hijos de Israel porque, sin preguntárselo a Él primero, querían descender hacia Egipto, diciendo: "No preguntasteis primero a mi misma boca lo que convenía". Y también leemos en Josue (9, 14) que, siendo engañados los mismos hijos de Israel por los gabaonitas, les nota allí el Espíritu Santo esta falta, diciendo: "Recibieron de sus manjares, y no lo preguntaron a la boca de Dios". Y así vemos en la divina sagrada Escritura que Moisés siempre preguntaba a Dios, y el rey David y todos los reyes de Israel, para sus guerras y necesidades, y los sacerdotes y profetas antiguos, y Dios respondía y hablaba con ellos y no se enojaba, y era bien hecho; y si no lo hicieran estaría mal hecho, y así es en verdad. ¿Por qué, pues, ahora en la Ley Nueva y de gracia no lo será como antes lo era?

3. A lo cual se ha de responder que la principal causa de por qué en la Ley de letra escrita eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen revelaciones y visiones de Dios, era porque aún entonces no estaba bien fundamentada la fe ni establecida la Ley evangélica, y así era menester que preguntasen a Dios y que Él hablase, ahora por palabras, ahora por visiones y revelaciones, ahora en figuras y semejanzas, ahora entre otras muchas maneras de significaciones, porque todo lo que respondía, y hablaba, obraba y revelaba, eran misterios de nuestra fe y cosas tocantes a ella o enderezadas a ella. Así que, por cuanto las cosas de fe no son del hombre sino de boca del mismo Dios (las cuales por su misma boca habla, por eso era menester que, como hemos dicho, preguntasen a la misma boca de Dios), y por eso los reprendía el mismo Dios cuando no lo hacían y cuando en sus cosas no recurrían al Señor para que Él respondiese, con el fin de ir encaminando sus casos y cosas a la fe, que aún ellos no tenían sabida, por no estar aún fundada. Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la Ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué ya preguntarle de aquella manera, ni para que Él hable ya ni responda como entonces. Porque en darnos como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar.

4. Y este es el sentido de aquella autoridad con que comienza san Pablo (Heb. 1, 1­2) a querer inducir a los hebreos a que se aparten de aquellos modos primeros y tratos con Dios de la Ley de Moises, y pongan los ojos en Cristo solamente, diciendo: "Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y de muchas maneras, ahora a la postre, en estos días nos lo ha hablado en el Hijo todo de una vez". En lo cual da a entender el Apóstol que Dios ha quedado como mudo y no tiene más que decir, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo.

5. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad.
Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: "Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿que te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas. Porque tú pides locuciones y revelaciones en parte, y si pones en Él los ojos, no solo hallarás esa parte sino que lo hallarás todo; porque Él es toda mi locución y respuesta y es toda mi visión y toda mi revelación. Lo cual os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado, pues os lo he dado por hermano, compañero y maestro, precio y premio. Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre Él en el monte Tabor, diciendo (Mt. 17, 5): "Hic est Filius meus dilectus, in quo mihi bene complacui, ipsum audite", ("este es mi amado Hijo, en que me he complacido, oídle a Él", ya alcé yo la mano para abandonar todas esas maneras de enseñanzas y respuestas y se la di a Él. Oídle a Él, porque yo no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar. Que, si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles. Mas ahora, el que me preguntase de aquella manera y quisiese que yo le hablase o algo le revelase, sería de alguna forma pedirme otra vez a Cristo, y pedirme más fe, y ser falto en ella, que ya está dada en Cristo de manera más que suficiente. Y así, haría mucho agravio a mi amado Hijo, porque no sólo en aquello le faltaría en la fe, mas le obligaba otra vez a encarnar y pasar por la vida y muerte primera. No hallarás qué pedirme ni qué desear de revelaciones o visiones de mi parte. Míralo tú bien, que ahí lo hallarás ya hecho y dado todo eso, y mucho más, en Él".

6. "Si quisieres que te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a Mí y sujetado por mi amor, y afligido, y verás cuántas te responde. Si quisieres que te declare yo algunas cosas ocultas o casos secretos, pon solos los ojos en Él, y hallarás ocultísimos misterios y sabiduría, y maravillas de Dios, que están encerradas en Él, según mi Apóstol (Col. 2, 3) dice: 'En el cual Hijo de Dios están escondidos todos los tesoros de sabiduría y ciencia de Dios'. Los cuales tesoros de sabiduría serán para ti mucho más sublimes y sabrosos y provechosos que las cosas que tú querías saber. Que por eso se gloriaba el mismo San Pablo (1 Cor. 2, 2), diciendo que no había el Apóstol dado a entender que sabía otra cosa, sino a Jesucristo, y a este crucificado. Y si también quisieses otras visiones y revelaciones divinas o materiales, mírale a Él tambien humanizado, y hallarás en eso más de lo que piensas, porque también dice el Apóstol (Col. 2, 9): 'In ipso habitat omnis plenitudo divinitatis corporaliter', ('en Cristo mora corporalmente toda plenitud de divinidad')".


26.9.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (12)



LIBRO PRIMERO

CAPÍTULO 1.

Primera parte de la poesía o canción, que hace referencia a las dos noches diferentes por las que pasan los espirituales, según son las dos partes del hombre: la inferior y la superior. Esta parte de la poesía dice:

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

1. En esta primera estrofa canta el alma la dichosa suerte y ventura que tuvo por salir fuera de todas las cosas, y de los apetitos e imperfecciones que hay en la parte sensitiva del hombre, por el desorden que tiene de la razón. Para cuyo conocimiento es de saber que, para que una alma llegue al estado de perfección, ordinariamente ha de pasar primero por dos formas principales de noches, que los espirituales llaman purgaciones o purificaciones del alma, y aquí las llamamos noches, porque el alma, así en la una como en la otra, camina como de noche, o sea, a oscuras.

2. La primera noche o purgación es de la parte sensitiva del alma, de la cual se trata en la presente estrofa, y se tratará en la primera parte de este libro. Y la segunda es de la parte espiritual, de la cual habla la segunda estrofa que sigue; de esta también trataremos en la segunda y tercera parte del libro, cuanto a lo activo; porque, en cuanto a lo pasivo, será en la cuarta parte del libro.

3. Y esta primera noche pertenece a los principiantes en el tiempo en que Dios los comienza a poner en el estado de contemplación; de dicha noche tambien participa el espíritu, según diremos a su debido tiempo.

Y la segunda noche o purificación pertenece a los ya avanzados, al tiempo que Dios los quiere ya poner en el estado de la unión con Dios; y esta es más oscura y tenebrosa y de terrible purgación, según se dirá después.

9.4.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (204)



5. Otras veces, cuando la relación espiritual no comunica mucho en el espíritu, sino que participa en el sentido, con más facilidad alcanza el demonio a turbar el espíritu y alborotarlo por medio del sentido con horrores de este tipo. Y entonces es grande el tormento y pena que causa en el espíritu, y algunas veces más de lo que se puede decir porque, como va de espíritu a espíritu directamente, es intolerable el horror que causa el malo en el bueno, me refiero a tormentos en el ánima, cuando le alcanza su alboroto. Lo cual también da a entender la Esposa en los Cantares (6, 10-11), cuando dice haberle a ella ocurrido así al tiempo que quería descender al interior recogimiento a gozar de estos bienes, declarando: "Descendí al huerto de las nueces para ver las manzanas de los valles y si había florecido la viña; no supe; conturbóme mi alma por las cuadrigas", esto es, por los carros y estruendos de Aminadab, que es el demonio [es muy singular la identificación de Aminadab con el demonio, cosa segura en el Santo, ya que la repite en el Cántico de manera aún más explícita].

6. Otras veces ocurre -y esto cuando esta comunicación es por medio de ángel bueno- que algunas veces el demonio se da cuenta de alguna gracia que Dios quiere hacer al alma. Esto sucede porque las que son por este medio de ángel bueno ordinariamente permite Dios que las entienda el adversario: por una parte, para que haga contra ellas lo que pudiere según la proporción de la justicia, y así no pueda alegar el demonio de su derecho aduciendo que no le dan oportunidad para conquistar al alma, como hizo de Job (1, 9-11; 2, 4-8), lo cual sucedería si no dejase Dios lugar a que hubiese cierta paridad entre los dos guerreros, esto es, entre el ángel bueno y el malo, en sus acciones sobre el alma de los vivos. Con ello la victoria de cualquiera será más importante, y será más premiada el alma victoriosa y fiel en la tentación.

7. Por todo ello nos conviene notar que ésta es la causa por la que, a la misma medida y modo que va Dios llevando al alma y actuando con ella, da licencia al demonio para que de esa misma manera se disponga el maligno con ella. Con lo cual, si tiene visiones verdaderas por medio del ángel bueno (que ordinariamente son por este medio, aunque se muestre Cristo, porque el Señor en su misma persona casi nunca parece), también da Dios licencia al ángel malo para que en aquel mismo género se las pueda representar falsas, de manera que, según son de aparentes y simular ser realistas, el alma que no es cauta fácilmente puede ser engañada, como muchas de esta manera lo han sido. De lo cual hay ejemplo en el Exodo (7, 11-12; 8, 7) donde se dice que todas las señales que hacía Moisés verdaderas, las hacían también -aunque con trucos y simuladas- los magos del Faraón, hasta el punto que, si él sacaba ranas, ellos también las sacaban; si él volvía el agua en sangre, ellos en apariencia también la volvían.

8. Y no sólo en este género de visiones corporales imita el maligno, sino también en las comunicaciones espirituales cuando son por medio del ángel, alcanzándolas a ver como decimos porque, como dice Job (41, 25): "Omne sublime videt" ("lo ve todo desde arriba"), imita y se entremete. Aunque en éstas, como son sin forma y figura (porque es de razón del espíritu el no tener tal forma ni figura, ni proporción), no las puede él imitar y formar como las otras que debajo de alguna especie, aspecto o figura se representan. Y así, para impugnar y contrarrestrar estas experiencias, al mismo modo que el alma es visitada la representa su temor espiritual para oponer y destruir en la forma espiritual con la espiritual.

Cuando esto acontece de esta manera, al tiempo que el ángel bueno va a comunicar al alma la espiritual contemplación, no puede el alma ponerse tan presto en lo escondido y protegida en medio de la contemplación que no sea notada del demonio y la alcance de vista con algún horror y turbación espiritual, a veces una turbación enormemente penosa para el alma. Entonces algunas veces se puede el alma despedir presto, sin que haya lugar para que haga en ella impresión o huella del dicho horror del espíritu malo, y se recoge dentro de sí, favorecida para esto de la eficaz gracia espiritual que el ángel bueno entonces le hace.

9. Otras veces prevalece el demonio y comprehende al alma la turbación y el horror, lo cual es al alma de mayor pena que ningún tormento de esta vida le podría ocurrir porque, como esta horrenda comunicación va de espíritu a espíritu, algo desnuda y desligada de todo lo que es cuerpo y materia, es penosa sobre todo sentido (nota del actualizador: como aguijón punzante en piel viva y descarnada), y dura esto algún momento en el espíritu, no mucho, porque saldría el espíritu de las carnes con la vehemente comunicación del otro espíritu, quedando después de ocurrir esto la memoria en un estado que es suficiente para dar gran pena.


20.12.21

Celebración del mes de mayo carmelitano, el mes de María. Día 8



El mes de mayo está consagrado a la Virgen María. Y por ser el mes más florido del año, a los cultos celebrados en honor de la Virgen los llamamos Flores de Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nuestra Señora, Mes de las Flores.

Lo mejor sería acudir a alguna de las solemnidades que suelen celebrarse durante este mes en honor de Nuestra Señora, a la mañana, al mediodía, o a la tarde. Las escuelas, colegios y comunidades diversas pueden y deben celebrar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto de sus alumnos o socios.

Si no se puede nada de esto, es muy dulce celebrar este mes en familia. Y si no se tiene familia, o no se puede lograr reunirla para este fin, puedes tú, cristiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que lo celebres, seguro te dejará dulce recuerdo para todo el año, e incluso para toda la vida.


Modo de celebrar el Mes de la Virgen
Un buen modo de celebrar este mes es rezando con verdadera devoción el Santo Rosario, y realizar alguna novena, además de adornar alguna imagen de Nuestra Señora.

Pero, además, también puedes realizar el siguiente...





EJERCICIO DEL MES DE MAYO
para cada día


Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
¡Oh Santísima Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Dios y Madre nuestra! Siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti, pero especialmente ahora en este mes de las flores, que los cristianos te dedicamos a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adan! ¡Oh Huerto cerrado! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las gracias, cuyo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y fructifique Nuestro Señor Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor de Jesucristo, tu Hijo.

- Oración diaria. Día 8:
· Huerto cerrado. Es María huerto y jardín cerrado de delicias en el que no entró jamás la serpiente; es Virgen Inmaculada, para que naciese en ella el Hijo de Dios.

· Confía en la Virgen. Considerad con cúanto afecto de devoción quiere Dios que honremos a Santa María, puesto que en sus manos puso toda la plenitud de todo bien. De manera que si tenemos algo de esperanza, algo de gracia, algo de salvación, estemos ciertos de que nos redunda de Santa María. (San Bernardo)

· Examen. Examina hoy tu conducta con tus amigos. ¿Tienes buenos amigos? ¿O por el contrario, tienes amigos malos? ¿Tienes amigos que te pervierten? ¿O tratas de que se conviertan a Dios? ¿Eres fiel con tus amigos, generoso, sacrificado?

· Práctica. Si tienes alguna amistad peligrosa, rómpela hoy mismo; si tienes una amistad buena, afiánzala. Y si tienes algún enemigo, perdónale y aún, si es preciso y posible, reconcíliate con él.

- Oración a la Virgen del Carmelo.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María del Monte Camrelo, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los carmelitas que han acudido a vuestra protección, e implorado vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos. Yo, por tanto, aún pecador pero animado con esta confianza, acudo a Vos, oh Madre Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento suplicando y gimiendo. No queráis, oh Madre del Divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, oídlas benignamente y dadles cumplimiento, pues en Vos, Madre Santa, está puesta mi esperanza como carmelita ya que, siendo yo devoto del Carmelo, Vos sois por tanto mi Reina. Amén.

- Oración final.
Concédenos, os rogamos, Señor Dios, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y de cuerpo, y que por la gloriosa intercesión de la bienvaenturada y siempre Virgen María en su advocación del Carmelo, seamos libres de las tristeza de la vida presente, y podamos un día disfrutar las alegrías de la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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14.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (151)



EXPLICACIÓN:
1. Cuenta el alma en esta primera estrofa el modo y manera que tuvo en salir, según la afición, de sí y de todas las cosas, muriendo por verdadera mortificación a todas ellas y a sí misma, para llegar a vivir vida de amor dulce y sabrosa con Dios. Y dice que este salir de sí y de todas las cosas fue una noche oscura, que aquí entiende por la contemplación purgativa, como después se dirá, la cual pasivamente causa en el alma la dicha negación de sí misma y de todas las cosas.

2. Y esta salida dice ella aquí que la pudo hacer con la fuerza y calor que para ello le dio el amor de su Esposo en la mencionada contemplación oscura. En lo cual le supone de gran valor la buena dicha que tuvo en caminar a Dios por esta noche con tan próspero suceso que ninguno de los tres enemigos, que son mundo, demonio y carne (los cuales siempre contrarían este camino) se lo pudiesen impedir, por cuanto la dicha noche de contemplación purificativa hizo adormecer y amortiguar en la casa de su sensualidad todas las pasiones y apetitos según sus impulsos y movimientos contrarios. Dice, pues, el verso:

En una noche oscura...

CAPITULO 1
Tras estre primer verso se empieza a tratar de las imperfecciones de los principiantes.

1. En esta noche oscura es en la que comienzan a entrar las almas cuando Dios las va sacando del estado de principiantes, que es de los que meditan en el camino espiritual, y las comienza a poner en el de los aprovechantes, que es ya el de los contemplativos para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina unión del alma con Dios. Por tanto, para entender y declarar mejor qué noche sea ésta por la que el alma transita, y por qué causa la pone Dios en ella, primero convendrá tocar aquí algunas propiedades de los principiantes. Lo cual, aunque será con la brevedad que pudiere, no dejará también de servir a los mismos principiantes para que, entendiendo la flaqueza del estado que llevan, se animen y deseen que los ponga Dios en esta noche, donde se fortalece y confirma el alma en las virtudes y para los inestimables deleites del amor de Dios. Y, aunque nos detengamos un poco, no será más de lo que basta para tratar luego de esta noche oscura.

2. Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se decide a servir a Dios una vez ya convertida, ordinariamente la va Dios alimentando en espíritu y mimando, al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos le calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cría, y en sus brazos le lleva y le mima. Pero, a la medida que va creciendo, le va la madre retirando los mismos y, escondiendo el tierno amor, pone el amargo acíbar en el dulce pecho y, bajándole de los brazos, le hace andar por su pie con el fin de que, perdiendo las propiedades de niño, se dé a cosas más grandes y sustanciales. La amorosa madre de la gracia de Dios, luego que por nuevo calor y hervor de servir a Dios reengendra al alma, eso mismo hace con ella. Inicialmente la hace hallar dulce y sabrosa la leche espiritual sin demasiado esfuerzo de su parte por todas las cosas de Dios, y en los ejercicios espirituales gran gusto, porque le da Dios aquí su pecho de amor tierno, bien así como a niño pequeño (1 Pe. 2, 2-3).

3. Por tanto, su deleite halla en pasarse grandes ratos en oración, e incluso las noches enteras. Sus gustos son las penitencias, sus contentos los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las cosas divinas. Estos elementos divinos (nota del corrector: ceremonias religiosas, etc.), aunque con gran eficacia, anhelo y ganas asisten a ellos y los usan y tratan con gran cuidado los espirituales, hablando espiritualmente, comúnmente se encuentran de una forma muy superficial e imperfectamente en ellos. Esto es debido a que, como son movidos a estas cosas y ejercicios espirituales por el consuelo y gusto que allí hallan, y, como también ellos no están habilitados por ejercicios de fuerte lucha en las virtudes, acerca de estas sus obras espirituales tienen muchas faltas e imperfecciones porque, en suma, cada uno obra conforme al hábito de perfección que tiene y, dado que este tipo de personas no han logrado aún adquirir los hábitos fuertes, de necesidad han de obrar como flacos niños, débil e imperfectamente.

Lo cual para que más claramente se vea, y cuán faltos van estos principiantes en las virtudes y cómo obran respecto con el mencionado gusto de forma fácil y dejándose llevar, lo iremos viendo por los siete vicios capitales, diciendo algunas de las muchas imperfecciones que en cada uno de ellos tienen, en que se verá claro cuán de niños es el ser actual con el que éstos actúan, y por ello se verá también cuántos bienes trae consigo la noche oscura de la que luego hemos de tratar, pues de todas estas imperfecciones limpia al alma y la purifica.


14.12.21

Celebración del mes de mayo carmelitano, el mes de María. Día 2



El mes de mayo está consagrado a la Virgen María. Y por ser el mes más florido del año, a los cultos celebrados en honor de la Virgen los llamamos Flores de Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nuestra Señora, Mes de las Flores.

Lo mejor sería acudir a alguna de las solemnidades que suelen celebrarse durante este mes en honor de Nuestra Señora, a la mañana, al mediodía, o a la tarde. Las escuelas, colegios y comunidades diversas pueden y deben celebrar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto de sus alumnos o socios.

Si no se puede nada de esto, es muy dulce celebrar este mes en familia. Y si no se tiene familia, o no se puede lograr reunirla para este fin, puedes tú, cristiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que lo celebres, seguro te dejará dulce recuerdo para todo el año, e incluso para toda la vida.


Modo de celebrar el Mes de la Virgen
Un buen modo de celebrar este mes es rezando con verdadera devoción el Santo Rosario, y realizar alguna novena, además de adornar alguna imagen de Nuestra Señora.

Pero, además, también puedes realizar el siguiente...





EJERCICIO DEL MES DE MAYO
para cada día


Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
¡Oh Santísima Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Dios y Madre nuestra! Siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti, pero especialmente ahora en este mes de las flores, que los cristianos te dedicamos a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adan! ¡Oh Huerto cerrado! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las gracias, cuyo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y fructifique Nuestro Señor Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor de Jesucristo, tu Hijo.

- Oración diaria. Día 2:
· Paraíso. La Virgen no sólo es una flor, es un paraíso, un jardín en que se recrea la Santísima Trinidad. Llevemos a su altar flores de virtudes, sin serpientes de pecado.

· Confía en la Virgen. ¡Oh Purísima!, nadie se libra de males sino por ti. ¡Oh Santísima!, nadie consigue la salvación sino por ti. ¡Oh Castísima!, nadie logra ninguna gracia sino por ti. ¡Oh Venerabilísima!, nadie obtiene misericordia sino por ti. (San Germán)

· Examen. Examina tu tiempo. ¿Cómo lo usas? ¿En cosas útiles? ¿En bagatelas? ¿Con exactitud, diligentemente, orden? ¿Qué distribución haces de tu tiempo? ¿Buena o mala?

· Práctica. Aprovecha bien el tiempo de este día en cosas útiles, sean o no gustosas para ti. El tiempo es oro para ganar la eternidad.

- Oración a la Virgen del Carmelo.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María del Monte Camrelo, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los carmelitas que han acudido a vuestra protección, e implorado vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos. Yo, por tanto, aún pecador pero animado con esta confianza, acudo a Vos, oh Madre Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento suplicando y gimiendo. No queráis, oh Madre del Divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, oídlas benignamente y dadles cumplimiento, pues en Vos, Madre Santa, está puesta mi esperanza como carmelita ya que, siendo yo devoto del Carmelo, Vos sois por tanto mi Reina. Amén.

- Oración final.
Concédenos, os rogamos, Señor Dios, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y de cuerpo, y que por la gloriosa intercesión de la bienvaenturada y siempre Virgen María en su advocación del Carmelo, seamos libres de las tristeza de la vida presente, y podamos un día disfrutar las alegrías de la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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19.12.21

Celebración del mes de mayo carmelitano, el mes de María. Día 7



El mes de mayo está consagrado a la Virgen María. Y por ser el mes más florido del año, a los cultos celebrados en honor de la Virgen los llamamos Flores de Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nuestra Señora, Mes de las Flores.

Lo mejor sería acudir a alguna de las solemnidades que suelen celebrarse durante este mes en honor de Nuestra Señora, a la mañana, al mediodía, o a la tarde. Las escuelas, colegios y comunidades diversas pueden y deben celebrar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto de sus alumnos o socios.

Si no se puede nada de esto, es muy dulce celebrar este mes en familia. Y si no se tiene familia, o no se puede lograr reunirla para este fin, puedes tú, cristiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que lo celebres, seguro te dejará dulce recuerdo para todo el año, e incluso para toda la vida.


Modo de celebrar el Mes de la Virgen
Un buen modo de celebrar este mes es rezando con verdadera devoción el Santo Rosario, y realizar alguna novena, además de adornar alguna imagen de Nuestra Señora.

Pero, además, también puedes realizar el siguiente...





EJERCICIO DEL MES DE MAYO
para cada día


Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
¡Oh Santísima Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Dios y Madre nuestra! Siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti, pero especialmente ahora en este mes de las flores, que los cristianos te dedicamos a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adan! ¡Oh Huerto cerrado! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las gracias, cuyo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y fructifique Nuestro Señor Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor de Jesucristo, tu Hijo.

- Oración diaria. Día 7:
· La palma. Como la palma de Cadés fue exaltada la Virgen en la Iglesia, y da palmas de victoria a todos los que quieren luchar bajo su amparo contra el pecado, y en favor de la virtud.

· Confía en la Virgen. Hijitos míos, ésta es la escala de los pecadores, ésta mi mayor confianza, ésta toda la razón de mi esperanza.. (San Bernardo)

· Examen. Examina hoy tu conducta con tus hijos o súbditos. ¿Los educas bien? ¿Los amas? ¿Les mandas como conviene? ¿Con amor? ¿Con entereza? ¿Con suavidad? ¿Con decisión? ¿Y a tus empleados, subalternos o ayudantes?

· Práctica. Ejercítate en mandar bien y educar bien. Piensa durante algún rato cómo debes hacerlo, pues no es fácil educar bien sin pensarlo mucho.

- Oración a la Virgen del Carmelo.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María del Monte Camrelo, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los carmelitas que han acudido a vuestra protección, e implorado vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos. Yo, por tanto, aún pecador pero animado con esta confianza, acudo a Vos, oh Madre Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento suplicando y gimiendo. No queráis, oh Madre del Divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, oídlas benignamente y dadles cumplimiento, pues en Vos, Madre Santa, está puesta mi esperanza como carmelita ya que, siendo yo devoto del Carmelo, Vos sois por tanto mi Reina. Amén.

- Oración final.
Concédenos, os rogamos, Señor Dios, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y de cuerpo, y que por la gloriosa intercesión de la bienvaenturada y siempre Virgen María en su advocación del Carmelo, seamos libres de las tristeza de la vida presente, y podamos un día disfrutar las alegrías de la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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17.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (33)



CAPÍTULO 13.
Se explica la forma y el modo que se ha de tener para entrar en esta noche del sentido.


1. Falta ahora dar algunos avisos para conocer y poder entrar en esta noche del sentido. Para lo cual decir que el alma habitualmente entra en esta noche sensitiva en dos maneras: la una es activa; la otra, pasiva.
Activa es lo que el alma puede hacer y pone de su parte para entrar en ella, de lo cual ahora trataremos en las líneas siguientes.
Pasiva es el modo en el que el alma no hace nada, sino que es Dios quien obra en ella, y ella se deja hacer como paciente. Esta manera la abordaremos en el cuarto libro, cuando tendremos que tratar de los principiantes. Y porque allí tendremos también, con el favor divino, que dar muchos avisos a los principiantes, según las muchas imperfecciones que suelen tener en este camino, no me alargaré aquí en exceso ya que, además, no es esta la ocasión de darlos, pues por ahora sólo tratamos de las causas por las que se llama noche este tránsito, y cuál sea esta, y cuántas sus partes.
Pero, porque parece quedaba muy escaso y no de tanto provecho no dar también algún remedio o aviso para ejercitar esta noche de apetitos, he querido poner aquí el modo breve que se sigue; y lo mismo haré al finalizar en cada una de esas otras dos partes o causas de esta noche de las que más adelante, mediante el Señor, tengo que tratar.

2. Estos avisos que aquí se siguen sobre el vencer los apetitos, aunque son breves y pocos, yo entiendo que son tan provechosos y eficaces como si fueran un compendio, de manera que el que de veras se quisiese ejercitar en ellos no le harán falta otros ningunos, antes en estos los alcanzará todos.

3. Lo primero, traiga un ordinario apetito de imitar a Cristo en todas sus cosas, siguiendo el ejemplo de su vida y formándose un molde de ella, la cual debe considerar para saberla imitar y desenvolverse en todas las cosas como lo hubiera hecho Él.

4. Lo segundo, para poder hacer bien esto, cualquier gusto que se le ofreciere a los sentidos, como no sea puramente para honra y gloria de Dios, debemos renunciarlo y quedarnos vacíos de ese gusto por amor de Jesucristo, el cual en esta vida no tuvo otro gusto, ni quiso otra cosa, que hacer la voluntad de su Padre, lo cual llamaba Él su comida y manjar (Jn. 4, 34).
Pongo ejemplo: si se le ofreciere gusto de oír cosas que no importen para el servicio y honra de Dios, ni lo quiera gustar ni las quiera oír. Y si le diere gusto el mirar cosas que no le ayuden a amar más a Dios, ni quiera darse ese gusto ni mirar tales cosas. Y si en el hablar otra cualquier cosa se le ofreciere, haga lo mismo; y en todos los sentidos, ni más ni menos, en cuanto lo pudiere excusar buenamente lo haga porque, si no pudiere, basta que no quiera gustar de ello, aunque estas cosas pasen por uno.
Y de esta manera ha de procurar dejar luego mortificados y vacíos de aquel gusto a los sentidos, como a oscuras. Y con este cuidado en breve aprovechará mucho.

5. Y para mortificar y apaciguar las cuatro pasiones naturales, que son gozo, esperanza, temor y dolor, de cuya concordia y pacificación salen estos y los demás bienes, es total remedio lo que se sigue, y de gran merecimiento y causa de grandes virtudes.

6. Procure siempre inclinarse:

- no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;
- no a lo más sabroso, sino a lo más desagradable;
- no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto;
- no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso;
- no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;
- no a lo más, sino a lo menos;
- no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado;
- no a lo que es querer algo, sino a no querer nada;
- no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.

7. Y estas obras conviene las acoja y realice de corazón y procure allanar la voluntad en ellas. Porque, si de corazón las obra, muy en breve vendrá a hallar en ellas gran deleite y consuelo, obrando ordenada y discretamente.


27.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (191)



3. De aquí se sigue que, cuanto va el alma más a oscuras y vacía de sus operaciones naturales, va más segura. Es así ya que, como dice el profeta (Os. 13, 9), la perdición al alma solamente le viene de sí misma, esto es, de sus operaciones y apetitos interiores y sensitivos, y el bien, dice Dios, solamente de mí. Por tanto, impedida ella así de sus males, resta solamente que le vengan luego los bienes de la unión de Dios en sus apetitos y potencias, en que las hará divinas y celestiales. De donde en el tiempo de las tinieblas, si el alma se detiene a mirar en ello, muy bien echará de ver cuán poco se le divierte el apetito y las potencias a cosas inútiles y dañosas (nota del actualizador: es decir, en medio de esta noche si el alma se detiene a contemplar sus inclinaciones e inquietudes, se dará cuenta que ya encuentra poco agrado en los elementos mundanos y aspectos en los que probablemente en su anterior etapa de alma sin purgar y mundana antes encontraba diversión y ocio, y a la par, se dará también cuenta de los múltiples peligros -vanagloria, soberbia..., como expresa el Santo- que de ello resulta o en ello se esconde), y cuán segura está de vanagloria, soberbia y presunción vana y falso gozo, y de otras muchas perniciosidades. Por ello bien se desprende que, por ir a oscuras, no sólo no va perdida, sino aun muy ganada, pues aquí va ganando las virtudes.

4. Pero a la duda que de aquí puede surgir, la cual es a saber: que, pues las cosas de Dios de suyo hacen bien al alma y la ganan y aseguran, ¿por qué en esta noche le oscurece Dios los apetitos y potencias también acerca de estas cosas buenas, de manera que tampoco pueda gustar de ellas, ni tratarlas como las demás, y aun en alguna manera las siente menos? La respuesta es que entonces conviene que tampoco le quede operación ni gusto acerca de las cosas espirituales, porque tiene las potencias y apetitos impuros y bajos y muy naturales y así, aunque les den el sabor y trato a estas potencias de las cosas sobrenaturales y divinas, no las podrían recibir sino muy baja y naturalmente, muy a su distorsionado modo. Porque, como dice el Filósofo, cualquier cosa que se recibe está en el recipiente al modo que lo recibe.

De donde, puesto que estas naturales potencias del alma no tienen pureza ni fuerza ni caudal para poder recibir y gustar las cosas sobrenaturales al modo de lo que ellas son, que es divino, sino sólo al modo suyo, que es humano y bajo como hemos dicho, conviene que sean oscurecidas también respecto de estas comunicaciones divinas para que, desprendidas y purgadas y aniquiladas en aquello primero, pierdan aquel bajo y humano modo de recibir y obrar, y así vengan a quedar dispuestas y templadas todas estas potencias y apetitos del alma para poder recibir, sentir y gustar lo divino y sobrenatural elevada y subidamente, lo cual no puede ser si primero no muere el hombre viejo.

5. De aquí es que todo lo espiritual, si de arriba no viene comunicado del Padre de las luces (Sant. 1, 17) sobre el albedrío y apetito humano, por más que se ejercite el gusto y potencias del hombre con Dios y por mucho que les parezca gozan de las comunicaciones espirituales, no las gustarán divina y espiritualmente, sino humana y naturalmente, como gustan las demás cosas, porque los bienes no van del hombre a Dios, sino que vienen de Dios al hombre. Respecto de lo cual, si éste fuera lugar de ello, pudiéramos aquí declarar cómo hay muchas personas que tienen muchos gustos y aficiones y operaciones de sus potencias respecto de Dios o de cosas espirituales, y por ventura pensarán ellos que aquello es sobrenatural y espiritual, y sin embargo no son más que actos y apetitos propios naturales y humanos los cuales, como los tienen de las demás cosas, los tienen en el mismo temple de aquellas buenas acciones o devociones por cierta facilidad o afición natural que tienen en mover el apetito y potencias a cualquier cosa.

6. Si en su caso encontrásemos ocasión en lo restante, lo trataremos diciendo algunas señales de cuándo los movimientos y acciones interiores del alma son sólo naturales, y cuándo sólo espirituales, y cuándo espirituales y naturales respecto del trato con Dios. Basta aquí saber que, para que los actos y movimientos interiores del alma puedan llegar a ser movidos por Dios divinamente, primero han de ser oscurecidos y adormecidos, apaciguados de su natural obrar y escudriñar respecto a toda su habilidad y operación, hasta que desfallezcan.


10.7.18

Novena a Ntra. Sra. la Virgen del Carmen. Día 4


Novena a Nuestra Señora la Virgen del Monte Carmelo

¡Madre del Carmelo! Vengo a tus plantas lleno de gozo y de esperanza.

De gozo, porque sé que tu escapulario es "el canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias y de favores sobre el mundo; el bendito vestido espiritual que protege a los hombres por los difíciles caminos de la vida; el áncora de salvación en las múltiples borrascas espirituales y temporales; el escudo defensor en las luchas contra los enemigos del alma y contra los peligros del cuerpo".

Y de esperanza, porque tu Escapulario es "señal segura de predestinación; garantía de un feliz éxito en el tránsito a la eternidad; llave que abre las puertas del cielo", pues como Tú misma dijiste: "El que muera con mi Escapulario no se condenará".

Yo sé, Madre, que "Tú eres siempre el camino que conduce a Cristo y que todo encuentro contigo no puede menos de terminar en encuentro con Cristo mismo".

Tú conociste, Madre, las penas y tribulaciones de aquí abajo, la fatiga del trabajo cotidiano, las incomodidades y estrecheces de la pobreza y los dolores del Calvario.

Por eso acudo a Ti, Madre del Carmen, en esta Novena, "para que socorras las necesidades de la Iglesia y del mundo, escuches benignamente los clamores de paz que a Ti se elevan desde todos los confines de la tierra, ilumines a los que rigen los destinos de los pueblos y obtengas de Dios la paz verdadera que se funda sobre las bases sólidas y duraderas de la justicia y el amor", también por mis necesidades, por las almas del purgatorio y por nuestra salvación eterna.

Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.


16.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (180)



CAPÍTULO 9
De qué manera aunque esta noche oscurece al espíritu, es para ilustrarle y darle luz.


1. Resta, pues, decir aquí que en esta dichosa noche, aunque oscurece el espíritu, no lo hace sino con el fin de darle luz en todas las cosas y, aunque lo humilla y pone miserable, no es sino para ensalzarle y levantarle. Además aunque le empobrece y vacía de toda posesión y afección natural, no es sino para que divinamente pueda extender a gozar y gustar de todas las cosas de arriba y de abajo, siendo con auténtica y general libertad de espíritu en todo.

Porque, así como los elementos para que se comuniquen en todos los compuestos y entes naturales, conviene que con ninguna particularidad de color, olor ni sabor estén afectados, para poder concurrir con todos los sabores, olores y colores, así al espíritu le conviene estar sencillo, puro y desnudo de todas formas de afecciones naturales, tanto actuales como habituales, para poder comunicar con libertad con la anchura del espíritu en la divina Sabiduría, en donde por su limpieza gusta todos los sabores de todas las cosas con cierta eminencia de excelencia. Y sin esta purgación de ninguna manera podrá sentir ni gustar la satisfacción de toda esta abundancia de sabores espirituales, porque una sola afición que tenga o particularidad a que esté el espíritu asido, actual o habitualmente, basta ya para no sentir ni gustar ni comunicar la delicadeza e íntimo sabor del espíritu de amor, que contiene en sí todos los sabores con gran eminencia [nota: también procede de la filosofía aristotélico-tomista la teoría sobre los elementos sin color, olor ni sabor: comentario de S. Tomás al "De generatione" de Aristóteles 2, 2.].

2. Porque, así como los hijos de Israel, sólo porque les había quedado una sola afición y recuerdo de las carnes y comidas de Egipto (Ex. 16, 3), no podían gustar del delicado pan de ángeles en el desierto, que era el maná, el cual, como dice la divina Escritura (Sab. 16, 21), tenía suavidad de todos los gustos y se convertía al agrado que cada uno quería, así no puede llegar a gustar los deleites del espíritu de libertad, según la voluntad desea, el espíritu que todavía estuviere afectado con alguna afición actual o habitual, o con particulares inteligencias o cualquiera otra aprehensión.

La razón de esto es porque las afecciones, sentimientos y aprehensiones del espíritu perfecto, puesto que son divinas, son de otra suerte y género tan diferente de lo natural y de lo evidente que, para poseer las unas actual y habitualmente, habitual y actualmente se han de expeler y aniquilar las otras, como hacen dos contrarios, que no pueden estar juntos en un mismo sujeto. Por tanto, conviene mucho y es necesario para que el alma haya de pasar a estas grandezas, que esta noche oscura de contemplación la aniquile y deshaga primero en sus bajezas, poniéndola a oscuras, seca, exprimida y vacía, ya que la luz que se le ha de comunicar es una altísima luz divina que excede toda luz natural, por lo que la cual no cabe naturalmente en el entendimiento.

3. Y por ello conviene que, para que el entendimiento pueda llegar a unirse con esa luz y hacerse divino en el estado de perfección, sea primero purgado y aniquilado en su lumbre natural, poniéndole actualmente a oscuras por medio de esta oscura contemplación. La cual tiniebla conviene que le dure tanto cuanto sea menester para expeler y aniquilar el hábito que de mucho tiempo tiene en sí formado sobre su manera de entender y, en su lugar, quede la ilustración y luz divina. Y con ello, por cuanto aquella fuerza que tenía de entender antes era natural, se sigue que las tinieblas que aquí padece son profundas y horribles y muy penosas puesto que, como se sienten en la profunda sustancia del espíritu, parecen tinieblas sustanciales.

Ni más ni menos, por cuanto la afección de amor que se le ha de dar en la divina unión de amor es divina, y por eso muy espiritual, sutil y delicada y muy interior, que excede a todo afecto y sentimiento de la voluntad y a todo apetito de ello, conviene que, para que la voluntad pueda llegar a sentir y gustar por unión de amor esta divina afección y deleite tan elevado que no cabe en la voluntad de forma natural, sea primero purgada y aniquilada en todas sus afecciones y sentimientos, dejándola en sequedad y vacío, tanto cuanto conviene según el hábito que tenía de naturales afecciones, así acerca de lo divino como de lo humano. Todo ello se realiza con el fin de que, extenuada y enjuta y bien exprimida en el fuego de esta divina contemplación de todo género de demonio, como el corazón del pez de Tobías en las brasas (Tb. 6, 19) tenga una disposición pura y sencilla y el paladar purgado y sano para sentir los sublimes y delicados toques del divino amor en que se verá transformada divinamente, expelidas ya todas las contrariedades actuales y habituales, como decimos, que antes tenía.


16.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (153)



6. De este tipo de imperfecciones llegan algunos tener muchas y muy intensamente, y también llegan a mucho mal en ellas. Obviamente algunos tienen menos, algunos más, y algunos solo como unos primeros movimientos o poco más. Sin embargo apenas hay unos pocos de estos principiantes que en el tiempo de estos fervores no caigan en algo de todo esto.

Pero los que en este tiempo van en perfección, muy de otra manera proceden y con muy diferente temple de espíritu. Porque se aprovechan y edifican mucho con la humildad, no sólo teniendo sus propias cosas en nada, mas también poseen una muy poca satisfacción y estimación de sí mismos. A todas las demás personas tienen por muy mejores, y les suelen tener una santa envidia, con gana de servir a Dios como ellos porque, cuanto más fervor llevan y cuantas más obras hacen y gusto tienen en ellas, como van en humildad, tanto más conocen lo mucho que Dios merece y lo poco que es todo cuanto hacen por Él. Así es que, cuanto más hacen, tanto menos se satisfacen. Que tanto es lo que de caridad y amor querrían hacer por el Señor que todo lo que hacen no les parece sino nada, y tanto les solicita, ocupa y embebe este cuidado de amor, que nunca advierten en si los demás hacen o no hacen, y acaso algo de eso advierten todo es, como digo, creyendo que todos los demás son mucho mejores que ellos. De donde, teniéndose en poco, tienen gana también que los demás los tengan en poco y que los desprecien y desestimen sus cosas (obras, pareceres, opiniones, etc). Y aún más: que, aunque de fuera se les quiera alabar y estimar, ellos en ninguna manera lo pueden creer, y les parece cosa extraña que digan de ellos aquellos halagos.

7. Estos, con mucha tranquilidad y humildad, tienen gran deseo que les enseñe cualquiera que los pueda aprovechar; harta contraria cosa de la que tienen el tipo de personas de las que hemos tratado líneas arriba, que lo querrían ellos enseñar todo, y aun cuando parece les enseñan algo, ellos mismos toman la palabra de la boca como que ya se lo saben. Pero éstos otros, estando muy lejos de querer ser maestros de nadie, están muy prontos para ponerse a andar y tomar por otro camino del que llevan, si se lo mandaren, porque nunca piensan que aciertan en nada. De que alaben a los demás se gozan, y sólo sienten pena de que no sirven a Dios como lo sirven los demás que, a su parecer, son más perfectos.

No tienen gana de decir sus cosas, sus hechos, sus experiencias, porque las estiman en tan poco, que aun a sus maestros espirituales tienen vergüenza de decirlas, pareciéndoles que no son cosas que merezcan hacer lenguaje de ellas. Más gana tienen de decir sus faltas y pecados, o que los entiendan como llenos de faltas, que no sus virtudes. Con esto se inclinan más a tratar su alma con la persona que menos pone en valor sus cosas y su espíritu, lo cual es propiedad de espíritu sencillo, puro y verdadero, y muy agradable a Dios. Porque, como mora en estas humildes almas el espíritu sabio de Dios, luego las mueve e inclina a guardar adentro sus tesoros en secreto y echar afuera sus males. Porque da Dios a los humildes, junto con las demás virtudes, esta gracia, así como a los soberbios se la niega (Sant. 4, 6).

8. Darán éstos la sangre de su corazón a quien sirve a Dios, y ayudarán, cuanto en esto dependa de ellos, a que sea Dios servido. En las imperfecciones que se ven caer, con humildad se sufren, y con blandura de espíritu y temor amoroso de Dios, esperando confiandamente en Él (nota del corrector: para que venga a rescatarlos y a socorrerlos).

Pero almas que al principio caminen con esta manera de perfección, entiendo son, como queda dicho, las menos y muy pocas; tanto que nos quedaríamos contentos con que simplemente no cayesen los que estén en este camino en las cosas contrarias. Que, por eso, como después diremos, pone Dios en la noche oscura a los que quiere purificar de todas estas imperfecciones para así llevarlos hacia adelante.


3.1.22

Celebración del mes de mayo carmelitano, el mes de María. Día 22



El mes de mayo está consagrado a la Virgen María. Y por ser el mes más florido del año, a los cultos celebrados en honor de la Virgen los llamamos Flores de Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nuestra Señora, Mes de las Flores.

Lo mejor sería acudir a alguna de las solemnidades que suelen celebrarse durante este mes en honor de Nuestra Señora, a la mañana, al mediodía, o a la tarde. Las escuelas, colegios y comunidades diversas pueden y deben celebrar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto de sus alumnos o socios.

Si no se puede nada de esto, es muy dulce celebrar este mes en familia. Y si no se tiene familia, o no se puede lograr reunirla para este fin, puedes tú, cristiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que lo celebres, seguro te dejará dulce recuerdo para todo el año, e incluso para toda la vida.


Modo de celebrar el Mes de la Virgen
Un buen modo de celebrar este mes es rezando con verdadera devoción el Santo Rosario, y realizar alguna novena, además de adornar alguna imagen de Nuestra Señora.

Pero, además, también puedes realizar el siguiente...





EJERCICIO DEL MES DE MAYO
para cada día


Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
¡Oh Santísima Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Dios y Madre nuestra! Siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti, pero especialmente ahora en este mes de las flores, que los cristianos te dedicamos a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adan! ¡Oh Huerto cerrado! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las gracias, cuyo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y fructifique Nuestro Señor Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor de Jesucristo, tu Hijo.

- Oración diaria. Día 22:
· El terebinto. "Como el terebinto extendí mis ramos de honor y de gracia". Así es; como el terebinto extiende por toda la Iglesia la Virgen sus ramos, que cobijan y ofrecen delicioso amparo a todos los fieles.

· Confía en la Virgen. Así como es preciso que se pierda todo el que sea rechazado y despreciado por ti, así es imposible que se pierda todo el que recurra a ti y sea mirado por ti [Virgen María]. (San San Anselmo)

· Examen. Examina hoy tus discusiones. ¿Son discusiones o son griteríos? ¿Procedes con reflexión o con ceguedad? ¿Pasas fácilmente al insulto, a la grosería, a la ofensa, hiriendo más bien que convenciendo?

· Práctica. Procura hoy, o evitar disputas, o si se presenta alguna proceder en ella con reflexión y calma, y reconocerlo cuando veas que el otro tiene razón.

- Oración a la Virgen del Carmelo.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María del Monte Camrelo, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los carmelitas que han acudido a vuestra protección, e implorado vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos. Yo, por tanto, aún pecador pero animado con esta confianza, acudo a Vos, oh Madre Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento suplicando y gimiendo. No queráis, oh Madre del Divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, oídlas benignamente y dadles cumplimiento, pues en Vos, Madre Santa, está puesta mi esperanza como carmelita ya que, siendo yo devoto del Carmelo, Vos sois por tanto mi Reina. Amén.

- Oración final.
Concédenos, os rogamos, Señor Dios, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y de cuerpo, y que por la gloriosa intercesión de la bienvaenturada y siempre Virgen María en su advocación del Carmelo, seamos libres de las tristeza de la vida presente, y podamos un día disfrutar las alegrías de la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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12.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (89)



15. Y de que también de los hechos y casos de los hombres puedan tener los espirituales noticia aunque estén ausentes, tenemos testimonio y ejemplo en el cuarto libro de los Reyes (5, 26) donde, queriendo Giezi, siervo de nuestro Padre Eliseo, encubrirle el dinero que había recibido de Naamán Siro, dijo Eliseo: "¿Por ventura mi corazón no estaba presente cuando Naamán revolvió de su carro y te salió al encuentro?", lo cual aconteció espiritualmente, viendolo con el espíritu como si pasase en su presencia. Y lo mismo se prueba en el mismo libro (4 Re. 6, 11­12), donde se lee también del mismo Eliseo que, sabiendo todo lo que el rey de Siria trataba con sus príncipes en su secreto, lo decía al rey de Israel, y así no tenían efecto sus consejos, hasta tal punto que viendo el rey de Siria que todo se sabía, dijo a su gente: "¿Por qué no me decís quién de vosotros me es traidor acerca del rey de Israel?". Y entonces le dijo uno de sus siervos: "No es así, señor mío, mi rey, sino que Eliseo profeta, que está en Israel, manifiesta al rey de Israel todas las palabras que en tu secreto hablas".

16. La una y la otra manera de estas noticias y experiencias, también como de las otras, acontecen en el alma pasivamente, sin hacer ella nada de su parte. Porque ocurrirá que, estando la persona descuidada y remota, se le pondrá en el espíritu la inteligencia viva de lo que oye o lee, mucho más claro que el sonido de la palabra y, a veces, aunque no entienda las palabras si son en latín o en otro idioma y no lo sabe, se le representa el significado de esas palabras aunque no hable ese idioma.

17. Acerca de los engaños que el demonio puede hacer y hace en esta manera de noticias e inteligencias habría mucho que decir, porque son grandes los engaños y muy encubiertos que de este tipo de experiencias hace, por cuanto por sugestión puede representar al alma muchas noticias intelectuales y ponerlas con tanto asiento, que parezca que no hay otra cosa y, si el alma no es humilde y recelosa, sin duda la hará creer mil mentiras. Porque la sugestión hace a veces mucha fuerza en el alma, mayormente cuando participa algo en la flaqueza del sentido, en que hace pegar la noticia con tanta fuerza, persuasión y asiento, que tiene que ejercer el alma entonces harta oración y fuerza para echarla de sí. Porque a veces suele representar pecados ajenos, y conciencias malas, y malas almas, falsamente y con mucha luz, todo con la intención de difamar y con gana de que se descubra aquello, para que se lleven a cabo pecados, poniendo celo en el alma de que es para que los encomiende a Dios o disfrazándolos y vistiéndolos de apariencia de bondad. Que, aunque es verdad que Dios algunas veces representa a las almas santas necesidad, si es de sus prójimos es para que las encomienden a Dios o las remedien, así como leemos que descubrió a Jeremías la flaqueza del profeta Baruc (Jr. 45, 3) para que le diese acerca de ella doctrina. El demonio falsamente simula algo parecido muy muchas veces para inducir en difamación, pecados, tropiezos y desconsuelos, de lo cual muchos tenemos muy mucha experiencia. Y otras veces pone con gran ímpetu otras noticias y las hace creer.

18. Todas estas noticias, ahora sean de Dios, ahora no, muy poco pueden servir al provecho del alma para ir a Dios si el alma se quisiese sujetar a ellas. Más aún, antes si no tuviese cuidado de negarlas en sí, no sólo la estorbarían, sino aún la dañarían harto y harían errar mucho. Porque todos los peligros e inconvenientes que hemos mencionado, puede haber en las aprehensiones sobrenaturales de las que hasta aquí hemos tratado, y más aún en este tipo de experiencias sobrenaturales. Por tanto, no me alargaré más aquí en esto, pues en renglones pasados hemos dado bastante doctrina, sino sólo diré que debe haber gran cuidado en negarlas siempre, queriendo caminar a Dios por el no saber, y siempre dando cuenta de estas experiencias a su confesor (o maestro) espiritual, estando siempre a lo que éste dispusiere respecto de las mismas. El cual debe hacer pasar al alma espiritual muy de paso por todo este tipo de experiencias, como de refilón, no haciéndola cargar con nada para así poder avanzar en su camino de unión; pues de estas cosas que pasivamente se dan al alma siempre se queda en ella el efecto que Dios quiere, sin que el alma ponga su diligencia para lograrlo. Y así, no me parece hay por qué explicar aquí el efecto que hacen las experiencias verdaderas ni el que hacen las falsas, porque sería cansar y un no acabar, ya que los efectos de estas no se pueden cobijar bajo una doctrina superflua y fugaz por cuanto, como estas experiencias son muchas y muy variadas, también lo son sus efectos, pues que las buenas los hacen buenos, y las malas, causan malos, etc. Así que diciendo que absolutamente todas se nieguen, queda dicho lo suficiente para no arriesgarse a errar.


6.2.23

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (144)




CAPÍTULO 40.
Se sigue mostrando cómo dirigir el espíritu al recogimiento interior respecto de las influencias exteriores de lugares, edificios y figuras.


1. La causa, pues, por la que algunos espirituales nunca acaban de entrar en los gozos verdaderos del espíritu, es porque nunca acaban ellos de alzar el apetito del gozo de estas cosas exteriores y visibles. Adviertan estos tales que, aunque el lugar decente y dedicado para oración es el templo y oratorio visible, y la imagen o escultura sea para motivarlos a elevar su espíritu, no ha de llegar a ser esto hasta tal punto que de alguna manera se emplee el fruto y sabor del alma en el templo visible y palpable y se olvide de orar en el templo vivo, que es el recogimiento interior del alma. Porque para advertirnos sobre esto dijo el Apóstol (1 Cor. 3, 6; 6, 19): "Mirad, que vuestros cuerpos son templos vivos del Espíritu Santo, que mora en vosotros". Y a esta consideración nos envía la Escritura que hemos alegado de Cristo (Jn. 4, 24), es a saber: a los verdaderos adoradores conviene adorar en espíritu y verdad. Porque muy poco caso hace Dios de tus oratorios y lugares acomodados si, por tener el apetito y gusto anclado a ellos, tienes algo menos de desnudez interior, que es la pobreza espiritual en negación de todas las cosas que puedes tener o poseer.

2. Debes, pues, para purgar la voluntad del gozo y apetito vano en esto y enderezarlo a Dios en tu oración, sólo mirar que tu conciencia esté pura y tu voluntad entera en Dios, y la mente puesta de veras en Él. Y, como ya he dicho, escoger el lugar más apartado y solitario que pudieres, y convertir y dedicar todo el gozo de la voluntad en invocar y glorificar a Dios, mientras que de esos otros gustillos del exterior no hagas caso, antes mejor los procures negar. Porque, si se hace el alma al sabor de la devoción sensible, nunca atinará a pasar a la fuerza del deleite del espíritu, que se halla en la desnudez espiritual mediante el recogimiento interior.