Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

17.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (33)



CAPÍTULO 13.
Se explica la forma y el modo que se ha de tener para entrar en esta noche del sentido.


1. Falta ahora dar algunos avisos para conocer y poder entrar en esta noche del sentido. Para lo cual decir que el alma habitualmente entra en esta noche sensitiva en dos maneras: la una es activa; la otra, pasiva.
Activa es lo que el alma puede hacer y pone de su parte para entrar en ella, de lo cual ahora trataremos en las líneas siguientes.
Pasiva es el modo en el que el alma no hace nada, sino que es Dios quien obra en ella, y ella se deja hacer como paciente. Esta manera la abordaremos en el cuarto libro, cuando tendremos que tratar de los principiantes. Y porque allí tendremos también, con el favor divino, que dar muchos avisos a los principiantes, según las muchas imperfecciones que suelen tener en este camino, no me alargaré aquí en exceso ya que, además, no es esta la ocasión de darlos, pues por ahora sólo tratamos de las causas por las que se llama noche este tránsito, y cuál sea esta, y cuántas sus partes.
Pero, porque parece quedaba muy escaso y no de tanto provecho no dar también algún remedio o aviso para ejercitar esta noche de apetitos, he querido poner aquí el modo breve que se sigue; y lo mismo haré al finalizar en cada una de esas otras dos partes o causas de esta noche de las que más adelante, mediante el Señor, tengo que tratar.

2. Estos avisos que aquí se siguen sobre el vencer los apetitos, aunque son breves y pocos, yo entiendo que son tan provechosos y eficaces como si fueran un compendio, de manera que el que de veras se quisiese ejercitar en ellos no le harán falta otros ningunos, antes en estos los alcanzará todos.

3. Lo primero, traiga un ordinario apetito de imitar a Cristo en todas sus cosas, siguiendo el ejemplo de su vida y formándose un molde de ella, la cual debe considerar para saberla imitar y desenvolverse en todas las cosas como lo hubiera hecho Él.

4. Lo segundo, para poder hacer bien esto, cualquier gusto que se le ofreciere a los sentidos, como no sea puramente para honra y gloria de Dios, debemos renunciarlo y quedarnos vacíos de ese gusto por amor de Jesucristo, el cual en esta vida no tuvo otro gusto, ni quiso otra cosa, que hacer la voluntad de su Padre, lo cual llamaba Él su comida y manjar (Jn. 4, 34).
Pongo ejemplo: si se le ofreciere gusto de oír cosas que no importen para el servicio y honra de Dios, ni lo quiera gustar ni las quiera oír. Y si le diere gusto el mirar cosas que no le ayuden a amar más a Dios, ni quiera darse ese gusto ni mirar tales cosas. Y si en el hablar otra cualquier cosa se le ofreciere, haga lo mismo; y en todos los sentidos, ni más ni menos, en cuanto lo pudiere excusar buenamente lo haga porque, si no pudiere, basta que no quiera gustar de ello, aunque estas cosas pasen por uno.
Y de esta manera ha de procurar dejar luego mortificados y vacíos de aquel gusto a los sentidos, como a oscuras. Y con este cuidado en breve aprovechará mucho.

5. Y para mortificar y apaciguar las cuatro pasiones naturales, que son gozo, esperanza, temor y dolor, de cuya concordia y pacificación salen estos y los demás bienes, es total remedio lo que se sigue, y de gran merecimiento y causa de grandes virtudes.

6. Procure siempre inclinarse:

- no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;
- no a lo más sabroso, sino a lo más desagradable;
- no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto;
- no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso;
- no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;
- no a lo más, sino a lo menos;
- no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado;
- no a lo que es querer algo, sino a no querer nada;
- no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.

7. Y estas obras conviene las acoja y realice de corazón y procure allanar la voluntad en ellas. Porque, si de corazón las obra, muy en breve vendrá a hallar en ellas gran deleite y consuelo, obrando ordenada y discretamente.







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