Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

14.2.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (151)



EXPLICACIÓN:
1. Cuenta el alma en esta primera estrofa el modo y manera que tuvo en salir, según la afición, de sí y de todas las cosas, muriendo por verdadera mortificación a todas ellas y a sí misma, para llegar a vivir vida de amor dulce y sabrosa con Dios. Y dice que este salir de sí y de todas las cosas fue una noche oscura, que aquí entiende por la contemplación purgativa, como después se dirá, la cual pasivamente causa en el alma la dicha negación de sí misma y de todas las cosas.

2. Y esta salida dice ella aquí que la pudo hacer con la fuerza y calor que para ello le dio el amor de su Esposo en la mencionada contemplación oscura. En lo cual le supone de gran valor la buena dicha que tuvo en caminar a Dios por esta noche con tan próspero suceso que ninguno de los tres enemigos, que son mundo, demonio y carne (los cuales siempre contrarían este camino) se lo pudiesen impedir, por cuanto la dicha noche de contemplación purificativa hizo adormecer y amortiguar en la casa de su sensualidad todas las pasiones y apetitos según sus impulsos y movimientos contrarios. Dice, pues, el verso:

En una noche oscura...

CAPITULO 1
Tras estre primer verso se empieza a tratar de las imperfecciones de los principiantes.

1. En esta noche oscura es en la que comienzan a entrar las almas cuando Dios las va sacando del estado de principiantes, que es de los que meditan en el camino espiritual, y las comienza a poner en el de los aprovechantes, que es ya el de los contemplativos para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina unión del alma con Dios. Por tanto, para entender y declarar mejor qué noche sea ésta por la que el alma transita, y por qué causa la pone Dios en ella, primero convendrá tocar aquí algunas propiedades de los principiantes. Lo cual, aunque será con la brevedad que pudiere, no dejará también de servir a los mismos principiantes para que, entendiendo la flaqueza del estado que llevan, se animen y deseen que los ponga Dios en esta noche, donde se fortalece y confirma el alma en las virtudes y para los inestimables deleites del amor de Dios. Y, aunque nos detengamos un poco, no será más de lo que basta para tratar luego de esta noche oscura.

2. Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se decide a servir a Dios una vez ya convertida, ordinariamente la va Dios alimentando en espíritu y mimando, al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos le calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cría, y en sus brazos le lleva y le mima. Pero, a la medida que va creciendo, le va la madre retirando los mismos y, escondiendo el tierno amor, pone el amargo acíbar en el dulce pecho y, bajándole de los brazos, le hace andar por su pie con el fin de que, perdiendo las propiedades de niño, se dé a cosas más grandes y sustanciales. La amorosa madre de la gracia de Dios, luego que por nuevo calor y hervor de servir a Dios reengendra al alma, eso mismo hace con ella. Inicialmente la hace hallar dulce y sabrosa la leche espiritual sin demasiado esfuerzo de su parte por todas las cosas de Dios, y en los ejercicios espirituales gran gusto, porque le da Dios aquí su pecho de amor tierno, bien así como a niño pequeño (1 Pe. 2, 2-3).

3. Por tanto, su deleite halla en pasarse grandes ratos en oración, e incluso las noches enteras. Sus gustos son las penitencias, sus contentos los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las cosas divinas. Estos elementos divinos (nota del corrector: ceremonias religiosas, etc.), aunque con gran eficacia, anhelo y ganas asisten a ellos y los usan y tratan con gran cuidado los espirituales, hablando espiritualmente, comúnmente se encuentran de una forma muy superficial e imperfectamente en ellos. Esto es debido a que, como son movidos a estas cosas y ejercicios espirituales por el consuelo y gusto que allí hallan, y, como también ellos no están habilitados por ejercicios de fuerte lucha en las virtudes, acerca de estas sus obras espirituales tienen muchas faltas e imperfecciones porque, en suma, cada uno obra conforme al hábito de perfección que tiene y, dado que este tipo de personas no han logrado aún adquirir los hábitos fuertes, de necesidad han de obrar como flacos niños, débil e imperfectamente.

Lo cual para que más claramente se vea, y cuán faltos van estos principiantes en las virtudes y cómo obran respecto con el mencionado gusto de forma fácil y dejándose llevar, lo iremos viendo por los siete vicios capitales, diciendo algunas de las muchas imperfecciones que en cada uno de ellos tienen, en que se verá claro cuán de niños es el ser actual con el que éstos actúan, y por ello se verá también cuántos bienes trae consigo la noche oscura de la que luego hemos de tratar, pues de todas estas imperfecciones limpia al alma y la purifica.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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