Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

9.4.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (204)



5. Otras veces, cuando la relación espiritual no comunica mucho en el espíritu, sino que participa en el sentido, con más facilidad alcanza el demonio a turbar el espíritu y alborotarlo por medio del sentido con horrores de este tipo. Y entonces es grande el tormento y pena que causa en el espíritu, y algunas veces más de lo que se puede decir porque, como va de espíritu a espíritu directamente, es intolerable el horror que causa el malo en el bueno, me refiero a tormentos en el ánima, cuando le alcanza su alboroto. Lo cual también da a entender la Esposa en los Cantares (6, 10-11), cuando dice haberle a ella ocurrido así al tiempo que quería descender al interior recogimiento a gozar de estos bienes, declarando: "Descendí al huerto de las nueces para ver las manzanas de los valles y si había florecido la viña; no supe; conturbóme mi alma por las cuadrigas", esto es, por los carros y estruendos de Aminadab, que es el demonio [es muy singular la identificación de Aminadab con el demonio, cosa segura en el Santo, ya que la repite en el Cántico de manera aún más explícita].

6. Otras veces ocurre -y esto cuando esta comunicación es por medio de ángel bueno- que algunas veces el demonio se da cuenta de alguna gracia que Dios quiere hacer al alma. Esto sucede porque las que son por este medio de ángel bueno ordinariamente permite Dios que las entienda el adversario: por una parte, para que haga contra ellas lo que pudiere según la proporción de la justicia, y así no pueda alegar el demonio de su derecho aduciendo que no le dan oportunidad para conquistar al alma, como hizo de Job (1, 9-11; 2, 4-8), lo cual sucedería si no dejase Dios lugar a que hubiese cierta paridad entre los dos guerreros, esto es, entre el ángel bueno y el malo, en sus acciones sobre el alma de los vivos. Con ello la victoria de cualquiera será más importante, y será más premiada el alma victoriosa y fiel en la tentación.

7. Por todo ello nos conviene notar que ésta es la causa por la que, a la misma medida y modo que va Dios llevando al alma y actuando con ella, da licencia al demonio para que de esa misma manera se disponga el maligno con ella. Con lo cual, si tiene visiones verdaderas por medio del ángel bueno (que ordinariamente son por este medio, aunque se muestre Cristo, porque el Señor en su misma persona casi nunca parece), también da Dios licencia al ángel malo para que en aquel mismo género se las pueda representar falsas, de manera que, según son de aparentes y simular ser realistas, el alma que no es cauta fácilmente puede ser engañada, como muchas de esta manera lo han sido. De lo cual hay ejemplo en el Exodo (7, 11-12; 8, 7) donde se dice que todas las señales que hacía Moisés verdaderas, las hacían también -aunque con trucos y simuladas- los magos del Faraón, hasta el punto que, si él sacaba ranas, ellos también las sacaban; si él volvía el agua en sangre, ellos en apariencia también la volvían.

8. Y no sólo en este género de visiones corporales imita el maligno, sino también en las comunicaciones espirituales cuando son por medio del ángel, alcanzándolas a ver como decimos porque, como dice Job (41, 25): "Omne sublime videt" ("lo ve todo desde arriba"), imita y se entremete. Aunque en éstas, como son sin forma y figura (porque es de razón del espíritu el no tener tal forma ni figura, ni proporción), no las puede él imitar y formar como las otras que debajo de alguna especie, aspecto o figura se representan. Y así, para impugnar y contrarrestrar estas experiencias, al mismo modo que el alma es visitada la representa su temor espiritual para oponer y destruir en la forma espiritual con la espiritual.

Cuando esto acontece de esta manera, al tiempo que el ángel bueno va a comunicar al alma la espiritual contemplación, no puede el alma ponerse tan presto en lo escondido y protegida en medio de la contemplación que no sea notada del demonio y la alcance de vista con algún horror y turbación espiritual, a veces una turbación enormemente penosa para el alma. Entonces algunas veces se puede el alma despedir presto, sin que haya lugar para que haga en ella impresión o huella del dicho horror del espíritu malo, y se recoge dentro de sí, favorecida para esto de la eficaz gracia espiritual que el ángel bueno entonces le hace.

9. Otras veces prevalece el demonio y comprehende al alma la turbación y el horror, lo cual es al alma de mayor pena que ningún tormento de esta vida le podría ocurrir porque, como esta horrenda comunicación va de espíritu a espíritu, algo desnuda y desligada de todo lo que es cuerpo y materia, es penosa sobre todo sentido (nota del actualizador: como aguijón punzante en piel viva y descarnada), y dura esto algún momento en el espíritu, no mucho, porque saldría el espíritu de las carnes con la vehemente comunicación del otro espíritu, quedando después de ocurrir esto la memoria en un estado que es suficiente para dar gran pena.







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