Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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27.10.23

Oración para después del examen de conciencia (previo a la confesión)



Señor Dios mío: os pido rendidamente perdón por todas las culpas que he cometido contra Vos, contra mi prójimo, contra mí mismo, y que me habéis dispensado la merced de hacerme conocer. Sumergido me veo en la miseria, porque mis iniquidades se levantan sobre mi cabeza, agobiándome como un peso insoportable (Salmo 37).

Tened, pues, piedad de este miserable pecador, escuchad mi humilde confesión y no me castiguéis en vuestra cólera (Salmo 37).

26.10.23

Los siete pecados capitales: envidia



La envidia es una pasión tan vil que la niegan hasta los que son más viles; tan dañina, que pugna por constituir al corazón que la abriga en más infeliz que lo que ella misma quisiera hacer a los objetos de su odio.

La caridad fraterna es su antídoto indispensable. Por ello, hemos de amarnos todos los unos a los otros, según nos lo ha dicho Cristo, y de ese modo el bien ajeno, lejos de ser nuestro tormento, será nuestro gozo.

Pero, ¿podemos decir que así lo hemos sentido hasta hoy? Reflexione en ello el penitente.

Contemplemos pues, en suma, brevemente la belleza de estas siete virtudes, y la fealdad de estos siete vicios. Dispongamos nuestra alma a amar y a elegir las primeras, rechazando y aborreciendo los segundos, y con dolor de todos los pecados que hemos descubierto al examinarnos, y de vernos tan sumamente miserables que ni aún somos capaces por nosotros mismos de arrepentirnos como debemos, postrémonos ante Dios que es rico en misericordia, y vayamos a confesarnos con sinceridad.




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25.10.23

Los siete pecados capitales: pereza



La pereza es una especie de somnolencia del alma, que la incapacita para todo bien, y engendra la ociosidad, madre de mil males. Este vicio se combate con la diligencia. Pongamos orden en todas nuestras cosas, distribuyamos meditadamente nuetro tiempo, esforcémonos en seguir un método de vida laborioso, y entonces es seguro que la pereza, vencida, no osará dominarnos.

Debemos preguntarnos en nuestro examen de conciencia: ¿resuelvo hacer todo ello para vencer a la pereza, con constancia?




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24.10.23

Los siete pecados capitales: la ira



La ira es madre de discordias, guerras, muertes, violencias. Nada hay más ciego que esta pasión, ni más incontrastable. La virtud que debemos oponerle desde el principio es la mansedumbre. El Salvador, nuestro gran modelo y maestro, nos ha dicho: "aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón".

¿Realmente lo hacemos así, aprendiendo de sus enseñanzas?



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23.10.23

Los siete pecados capitales: lujuria y gula



La lujuria y la gula son el triunfo de la materia y de la carne sobre el espíritu; del cuerpo sobre el alma.

De estas dos torpes pasiones nacen un sin número de desórdenes: la sensualidad, que lleva por los excesos a las aberraciones más repugnantes y al embrutecimiento más vil.

La castidad y la temperancia son las dos preciosas virtudes contrarias a tan inmundos vicios, virtudes no solamente cristianas, sino recomendadas, honradas y enaltecidas hasta por los mismos filósofos del paganismo.

Pregúntese el penitente: ¿Se hayan estas valiosas virtudes en mi corazón?




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22.10.23

Los siete pecados capitales: avaricia



La avaricia es la fuente del egoísmo, de la ceguedad que presta excesivo valor a las mezquinas riquezas de la tierra, haciéndonos perder hasta el recuerdo de los tesoros eternos.

A este feo vicio se opone la virtud de la generosidad, que desprecia los bienes pasajeros y tiene presente siempre que el Divino Maestro nos ha aconsejado colocar nuestros tesoros en el Cielo, donde no hay ladrón que nos los pueda robar.

Reflexione cada uno: ¿cómo obro yo en éste punto?




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21.10.23

Los siete pecados capitales: soberbia



Los siete pecados capitales son la raíz de todo mal moral, están comprendidos ya en el anterior examen pero, si el penitente quiere, además, detenerse un momento observando el estado de su alma con respecto a cada uno de ellos, puede considerar estas pervertidas pasiones en contraposición de las virtudes correspondientes, y decirse a sí mismo el juicio que forma de su estado, para en vista de él confesarse con más datos y buscar los remedios con más seguridad.

Soberbia.
La soberbia es el origen de desprecios, envidias, exigencias injustas, rebeliones, deseos inmoderados de alabanza y de honores, etc. Tiene por santo remedio la humildad, fundada en el conocimiento de la propia miseria y en la enseñanza que nos dió Jesucristo.

¿He aprovechado hasta ahora de ese ejemplo y esa enseñanza de Nuestro Señor?




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