Qui perseverarerit usque in finem, hic salvus erlt.
El que persevere hasta el fin, éste será salvo. (Mt., 24, 13).
Dice San Jerónimo (Lib. 1, cont. Iovin.) que muchos empiezan bien, pero pocos son los que perseveran. Bien comenzaron un Saúl, un Judas, un Tertuliano; pero acabaron mal, porque no perseveraron como debían. En los cristianos no se busca el principio, sino el fin (S. Hier. Ad Fur.). El Señor -prosigue diciendo el Santo- no exige solamente el comienzo de la buena vida, sino su término; el fin es el que nos alcanzará la recompensa.
De aquí que San Lorenzo Justiniano llame a la perseverancia "puerta del Cielo". Quien no hallare esa puerta no podrá entrar en la gloria.