Portémonos como huéspedes y peregrinos en la tierra, buscando el Cielo en todo momento, teniendo siempre presente a Nuestro Señor, tomando el camino que transita por la virtud. Y cuando el maligno enemigo nos lo pintare muy dificultoso, nos encontremos afligidos, y fatigados de nuestros continuos trabajos y ejercicios de penitencia, con los cuales nosotros mismos nos vamos labrando, o Dios, con enfermedades, nos labra y esculpe para el edificio del Cielo, o nuestros más allegados con persecuciones y calumnias, pasemos entre todo ello con la memoria de estas dos palabras:
Momento, y Eternidad.