Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

Mostrando entradas con la etiqueta fatima. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fatima. Mostrar todas las entradas

17.3.20

La pandemia global del COVID-19 y los secretos de Fátima


Francisco, Jacinta y Lucía, fueron los tres videntes de Fátima que, a principios del siglo pasado, tuvieron unas conmovedoras experiencias con la Madre de Nuestro Señor. Ella les adelantó que a los dos primeros (Francisco y Jacinta) se los llevaría "pronto". Sin embargo, a Lucía la dejaría sobre la tierra "para dar testimonio" de todo lo que había visto. En su mensaje, la Señora de Fátima insistía en un ruego: "penitencia, penitencia".

En efecto, ocurrió tal como lo había vaticinado Nuestra Señora: un virus se los llevó, a Francisco en 1919, y a Jacinta en 1920. ¿Te suena de algo? Pues sí: hace justamente cien años. Cien años "redondos". Cien años exactos. Parece que a todos les ha pasado desapercibido este detalle, absortos y embebidos como se encuentra hoy la sociedad, deslumbrada por los avances tecnológicos, el orgullo humano, henchido el corazón del hombre ante su poderío con la ciencia (a la que se recurre una y otra vez, y una y otra vez es puesta contra las cuerdas por algo tan "simple", microscópico y "vulgar" e "insignificante" como un minúsculo virus).

13.4.17

El mensaje de Fátima


Oraciones del ángel:
"Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran. no esperan y no os aman".

"Santísima Trinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores".

11.4.17

Por el Corazón Inmaculado de María, al Corazón Sacratísimo de Jesús


"... A vuestro Corazón Inmaculado, en esta hora trágica de la historia humana, nos confiamos y nos consagramos no sólo en unión de la Santa Iglesia, Cuerpo Místico de vuestro Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y es de tantos modos atribulada, sino también con todo el mundo desgarrado por feroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de la propia iniquidad.

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y de madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes, tantas vidas tronchadas en flor, tantos cuerpos lacerados en horrenda carnicería; tantas almas atormentadas, tantas en peligro de perderse eternamente.