Francisco, Jacinta y Lucía, fueron los tres videntes de Fátima que, a principios del siglo pasado, tuvieron unas conmovedoras experiencias con la Madre de Nuestro Señor. Ella les adelantó que a los dos primeros (Francisco y Jacinta) se los llevaría "pronto". Sin embargo, a Lucía la dejaría sobre la tierra "para dar testimonio" de todo lo que había visto. En su mensaje, la Señora de Fátima insistía en un ruego: "penitencia, penitencia".
En efecto, ocurrió tal como lo había vaticinado Nuestra Señora: un virus se los llevó, a Francisco en 1919, y a Jacinta en 1920. ¿Te suena de algo? Pues sí: hace justamente cien años. Cien años "redondos". Cien años exactos. Parece que a todos les ha pasado desapercibido este detalle, absortos y embebidos como se encuentra hoy la sociedad, deslumbrada por los avances tecnológicos, el orgullo humano, henchido el corazón del hombre ante su poderío con la ciencia (a la que se recurre una y otra vez, y una y otra vez es puesta contra las cuerdas por algo tan "simple", microscópico y "vulgar" e "insignificante" como un minúsculo virus).
Y ante esa simpleza y aparente sencillez, el mundo se doblega, los mercados caen, las fronteras se cierran... Y solo hay una palabra que resuena en medio de ese caos: "¡penitencia, penitencia!". Eso es lo que decía el ángel, con su espada de fuego dispuesta a caer sobre la humanidad para arrasarla en el llamado "tercer secreto de Fátima", ante la cual se interponía los ruegos e intercesión de Nuestra Señora.
Pero si quieres más coincidencias, vamos con ellas. Francisco Marto (hoy santo) murió de neumonía en 1919. Nació el 11 de junio. Jacinta lo haría un año después, también por complicaciones de otra neumonía (sufrió una pleuresía), el 20 de febrero. Nació el 11 de marzo. Quédate con esos datos, porque vamos a ir luego sobre ellos.
Nuestra Señora reveló a los pequeños tres "secretos". Los dos primeros fueron dados a conocer públicamente en agosto de 1941. El primer y segundo "secreto" decía lo siguiente:
"Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz".
Los deseos de Nuestra Señora no se cumplieron, y ocurrió lo que todos ya sabemos: aunque en efecto la I Guerra Mundial terminó - como Ella había adelantado -, no tardaría en iniciarse la II Guerra Mundial, y las atrocidades y terror del comunismo y nazismo.
Pero vayamos al tercer "secreto":
"Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: 'algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él' a un obispo vestido de blanco 'hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre'. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos ángeles, cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".
Te decía antes que te quedaras con las fechas del nacimiento de ambos santos, porque con una separación de varios meses, ambos nacieron el día 11. ¿Y sabes qué ocurrió el día 11 este mismo año? Lo siguiente:
"We have therefore made the assessment that #COVID19 can be characterized as a pandemic". Ese es un mensaje oficial de la OMS, dándole nombre al virus COVID-19, y definiéndolo como pandemia. Todo eso ocurrió este 11 de febrero pasado. El día 11.
Pero aún así, el hombre continúa alimentando la ira del Señor. Hoy mismo, un famoso portal de Internet acababa de anunciar que ofrecía porno gratis a todo el mundo, para disfrute de los que están en sus casas. En Italia desde ese mismo portal hicieron lo mismo, y se convirtió en uno de los mayores países afectados por el brote. España va camino de serlo. ¿No crees que ya son demasiadas las coincidencias? ¡Penitencia, es lo que ha pedido Nuestra Madre desde el Cielo, pero en lugar de eso, el género humano hace todo lo contrario por poner sobre sus cabezas la ira de Dios! ¡Necesitamos, y con urgencia, unirnos todos y rogar al Señor para que se apiade de nosotros, quién sabe si aún podremos obtener de Él misericordia!
Puede que todo esto no baste para convencerte. Tal vez sigas creyendo que una vacuna o un tratamiento te salvará en estos momentos de angustia..., hasta que venga el siguiente. Puede que creas que puedes huir, escapar de la faz de Dios y de su justicia, mas, ¿dónde te esconderás que Él no pueda encontrarte? ¿A dónde huirás que Dios no pueda verte?
Hablábamos de un tercer secreto de Fátima, terminaremos con él, con el Santo Padre recorriendo las calles de Roma sembradas de cadáveres si no hay conversión. Pero antes de eso, quisiera recalcar algo muy importante: el mensaje de Fátima es una advertencia, no un entretenimiento para saciar nuestra curiosidad. Todo lo ocurrido allí, incluyendo los milagros (de los cuales hubo testigos de sobra, incluso aparecieron en los medios de comunicación de la época) se cumplió. No lo despreciemos escudándonos en nuestra sabiduría, nuestro conocimiento, nuestra superioridad. No es así. El ser humano no es más que una barquita que va a la deriva, y sin la dirección de Cristo, se pierde.
El Santo Padre - dice el secreto - fue muerto "por armas de fuego y flechas", y tras él, todo su séquito, obispos y sacerdotes. ¿Por quién fueron muertos? Por unos soldados. Fíjate que recorren la ciudad y, a pesar de los cadáveres, ellos continúan en pie ascendiendo "por la montaña empinada", con gran tristeza por ver aquel espectáculo dantesco. Soldados, dardos, flechas y armas de fuego, es decir: los soldados de este mundo, con sus armas, que atacan la religión católica, para destruirla. Los descreídos, los vanidosos, los orgullosos que piensan que con sus fuerzas y desdén acabarán con la Iglesia. Pero no se dan cuenta que la sangre que hacen derramar "riega las almas de los que se acercaban a Dios", de los arrepentidos. Penitencia, pues, antes de que sea demasiado tarde.
Nota: El tercer secreto fue revelado el 13 de julio de 1917. Otro dato para los amantes de los números: desde el 13 de marzo todos los países europeos tenían al menos un caso de COVID-19. Tal vez tengamos, pues, hasta el 13 de julio para arrepentirnos. Hagamos oración, arrepintámonos de corazón, y todos a una pidamos al Señor misericordia y piedad en estos difíciles tiempos.
| Redacción: Ludobian de Bizance para OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com