Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

24.10.18

De las virtudes y de los vicios: Exageración



La Exageración es hija de la Mentira y lleva todo el parecido de su madre. Además lleva siempre consigo a la misma Mentira. Es un defecto que llega a vicio, y a vicio que forma en el hombre una segunda naturaleza. En la Exageración muy fácilmente se resbala, y se declina en Murmuración, manchándose el alma con grandes faltas y hasta grandes pecados.

Es la Exageración un prurito interno de agrandar con colores más vivos la verdad de las cosas y de los hechos. Es, pues, un vicio contra la Verdad, queriendo disfrazarla, siendo la Verdad lo más puro y santo que pueda existir.




La Verdad es siempre limpia, clara, sencilla, pura y llena de resplandeciente luz. La Exageración tiene por misión el querer abultar la Verdad y aun el mancharla, porque la Mentira siempre toca a las puertas de la Exageración y de ella nace y con ella siempre vive. El alma exagerada peca por querer adulterar la Verdad pura y sin mancha. El alma exagerada es siempre débil, falsa, ligera e imaginativa. Lo que forja en su entendimiento lo da por hecho, aceptándolo sin demora la voluntad, exteriorizándolo luego. Las almas exageradas son casi siempre locuaces, curiosas e impetuosas, no conocen a las hermosas virtudes del Reposo, Serenidad, Circunspección, y Tranquilidad; son inquietas y volubles, inestables y veleidosas.

Grande Virtud encierra el alma que en ningún sentido, ni en las palabras ni en la imaginación, exagera; mas, ¿en dónde se encontrará esta alma? Rara por cierto es esta joya, porque la inclinación natural del hombre tiende a la exageración y a la mentira; siendo refractario a la Verdad limpia y clara, e inclinándose en su memoria y entendimiento a lo que no es.

La Imaginación es el gran centro en donde la Exageración se da gusto, la cual concluye por pasión lo que consintió como pasatiempo. La Exageración es un arma muy traidora de Satanás, la cual esgrime con sin igual destreza, haciendo que el hombre tome como cosa cierta aquello que su astucia abultó, para envanecerlo o para desesperarlo.

Satanás da a la Exageración exterior o interna muchos visos o colores. Como él es el padre de la Mentira, y la Mentira es su hija muy amada, toma a la Exageración que procede de la Mentira y le da diestramente mil formas, introduciéndola hasta dentro del seno de las mismas virtudes y de la Santidad. La Exageración abulta hipócritamente así a la Vanidad y a la Complacencia propia.

Satanás siempre echa el lazo para poder así coger de muchas maneras a la pobre alma, y con un vicio pesca a otros muchos, envolviendo en ellos a la incauta alma que se deja coger y no conoce sus trampas y su traición.

El remedio para la Exageración es la Verdad, la exactitud matemática en las palabras y la profunda humillación y desprecio propio en los pensamientos. El humillarse desdiciéndose y el confesar su falta es también muy saludable para cortar este vicio. La Oración, el examen y el propio castigo llegan a dominarlo, mas para esto se necesita una voluntad firme, enérgica y deseosa de perfección, y con estas disposiciones la gracia descenderá, y el alma triunfará.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com