La Imprecaución es hija de la Imprudencia y se anida en las almas frívolas, vanas y ligeras. La Imprecaución es compañera de la Improvisación y hacen una pareja digna de contemplarse por los daños y males que a su paso van esparciendo.
La Imprecaución lleva consigo mil disgustos, contrariedades y serios enojos de consecuencias que va dejando a su paso, sembrando así las discordias en muchos corazones. La Imprecaución en muchos casos altera la paz. De ella se vale el demonio para atizar a la Ira, a la Cólera y a otros vicios. Mas cuando no puede conseguir esto, se conforma a lo menos con entretener a las almas y hacerlas perder el Recogimiento y la Serenidad.
La Imprecaución es una red que no sólo envuelve con una traza muy fina de Satanás al alma que la lleva consigo, sino también a otras muchas. Satanás con su astucia, hace a veces que de una al parecer pequeña falta, se originen grandes tragedias y se despierten avasalladoras pasiones. No hay vicio que se pueda llamar pequeño; porque los que parecen, no lo son. Por esto en el mundo espiritual existen tantos engaños. Los vicios son como las virtudes, es decir, llevan entre sí una atracción y encadenamiento tal, que el alma desgraciada que se entregue a uno, lleva consigo en más o menos escala a muchos otros que lo acompañan.
La traducción de los vicios está concretada en una sola palabra: Desorden. El Desorden lleva en su seno un caos insondable del cual apenas tiene el hombre una pequeña idea. En el Desorden están resumidos todos los vicios.
Mas las virtudes son el reflejo del Orden mismo que soy Yo. Por esto llevan entre sí tal armonía y consonancia, que nadie se las puede quitar.
El remedio contra la Imprecaución es la Previsión recta y ordenada. El Reposo y la Madurez son también unos poderosísimos auxiliares contra la Imprecaución.
El Orden, el Orden es el capital destructor de todos los vicios.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com