Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

5.10.18

De las virtudes y de los vicios: Sordera



La Sordera procede de la Disipación y trae en sus venas la sangre de la Infidelidad, Inconstancia e Ingratitud. Estos elementos no sólo la producen, sino también la conservan y hacen crecer.

La Sordera espiritual es ciertamente un gran mal y de funestas consecuencias para el alma que la lleva consigo. Este es el mayor obstáculo que impide la Perfección; porque el alma sorda, no escucha ni puede escuchar la suavísima y delicada voz del Espíritu Santo; no puede percibir sus gemidos, sus arrullos, y ni siquiera sus purísimos toques. Este Espíritu tiene sus comunicaciones divinas en el silencio y en la quietud del alma pura, y es tan delicado el contacto del Espíritu Santo, que el alma sorda ni se apercibe de Él, ni de sus santas comunicaciones.




La Sordera espiritual es el poderoso dique que detiene la suavísima corriente de los divinos favores. El alma sorda no se puede empapar en estas cristalinas aguas de la Gracia que purifican, refrescan y fortalecen. La Sordera espiritual es un defecto adquirido por los vicios que he explicado y una consecuencia de los mismos.

La Disipación la produce en las almas, a las cuales aturde el ruido mundanal y el ruido de las pasiones sin freno, y viven estas infelices dentro de un estrepitoso torbellino que las ensordece.

Satanás sostiene este ruido formidable y atronador con la Inconstancia, Infidelidad e Ingratitud, con lo cual encallece los sentidos del alma, y los hace insensibles a todo bien sobrenatural.

Lo mismo es para las almas sordas el ofenderme que el verme ofendido. Ellas no sienten ni daño, ni aun el suyo propio; porque ni me conocen, ni pueden conocerme, pues que siempre acompaña a esta Sordera Espiritual la Ceguera.

¡Pobres almas escogidas por Satanás! Ellas impulsadas por la Frivolidad y el Placer, la Fragilidad y el Amor propio, caminan sin rumbo fijo, cayendo y levantando hasta hundirse en el espantoso precipicio de su eterna ruina.

Las almas sordas son sensuales, y casi siempre llevan consigo al maldito vicio de la impureza. A las almas sordas acompañan generalmente los siete vicios capitales, pues como son naves sin gobernante, caminan al viento que les sopla, sin escuchar el "¡alerta!", que les da su conciencia, y sin ver los escollos a que van a hundirse. ¡Oh sordera y ceguera de espíritu! Tú eres la eterna ruina de miles y miles de corazones enfermos.

Los oídos dispuestos son los que solamente escuchan las inspiraciones divinas; mas los sordos muy lejos están de esta santa disposición, la cual es indispensable para que vibre la voz del Espíritu Santo en los corazones limpios. Y, ¡ay del alma que no pueda percibir las santas inspiraciones!, mejor le fuera no haber nacido porque sin duda concluirá por perderse.

No sé cómo los hombres no hacen caso de este punto tan capital de la vida del espíritu. No sé cómo las almas se deslizan tranquilas en medio del ruido mundanal sin pensar en la vida de la gracia. Hay almas que pasan por el mundo y mueren ignorando que existe una vida sobrenatural y divina que está a su alcance, y por lo cual alcanzarían la Perfección y la Santidad.

Existen oídos que están encallecidos por el constante estruendo del pecado. Estos oídos no escuchan, aunque oigan, los avisos que la Iglesia les da para su remedio. Hay almas que jamás entienden lo que es el espíritu, porque tienen los oídos muertos por el pecado, y están encallecidos por los vicios. La Sordera espiritual es uno de los efectos que el pecado produce en las almas. Satanás mucho la codicia por los grandes frutos que le reporta.

La Infidelidad pone el colmo de esta sordera espiritual. En las almas comunes la produce y la acrecienta el pecado, mas en las almas espirituales la produce y la acrecienta la Inconstancia y la Ingratitud.

El mundo está lleno de sordos o de almas sordas. Ellas oyen, mas no escuchan; ellas sienten que caen las palabras, mas no penetran el sentido de las mismas. Ya pueden los Directores aconsejar y hablar a estas almas hasta que se cansen: ellas no entenderán el sentido ni llegarán al fondo del mismo, se quedarán siempre en la superficie y en la corteza por la sordera espiritual que llevan consigo.

De esta Sordera proviene en gran parte la falsa Piedad y otros muchos males que hay en las almas, los cuales, quien los estudie, encontrará como lo digo.

En las mismas Religiones existen muchas almas sordas. Este es el motivo por el cual no medran en la vida espiritual. Si curaran la Sordera, volarían luego por los caminos de Dios, puesto que la Sordera corta las alas del espíritu y le impide llegar a su Dios y Señor.

La Sordera espiritual es la Cadena predilecta con que Satanás ata las almas. Él las coloca muy cerca de la tierra y no las deja con el ruido que con las pasiones les produce, escuchar la voz del cielo del Santo y purísimo Espíritu de Verdad. ¡Bienaventurados los oídos dispuestos que perciben luego los movimientos más finos del Espíritu y de la Gracia! El Espíritu Santo se derrama en estos oídos para el bien propio y el ajeno: a éstos escoge para grandes cosas, y llegan a ser instrumentos de su Amor y de su Justicia. Dios envía al mundo estupendas gracias por medio de estas almas que perciben su voz y la comprenden. Una de las mayores gracias que el Espíritu Santo concede a las almas puras, es el distinguir su voz y la de Satanás; el de conocer a ambos espíritus, el bueno y el malo, y el de entender los movimientos más insignificantes del espíritu y de la Gracia.

¡Los oídos dispuestos!, esta es la gran palanca de la vida del espíritu. Por ellos se alcanza, para sí y para otros un sinnúmero de gracias y favores. Feliz el alma que los lleva consigo, pues posee un tesoro inapreciable que la conducirá a la vida eterna. Mas el Espíritu Santo solamente da esta gracia inestimable a las almas puras y sacrificadas, las cuales le son fieles y le aman, huyen de la Disipación y de todos los vicios, y viven la vida de la Oración y de la Gracia. Estas almas que tengan los oídos dispuestos, aunque son raras, igualmente pueden existir en el mundo, que en el centro de un Claustro, mas en cualquier parte siempre viven en el Silencio y en la Obscuridad, en la Soledad y en la Pureza interna, y muy lejos del ruido tumultuoso de las pasiones y de los vicios.

En las Religiones existe también mucha Sordera espiritual, la cual es aún más culpable que la de los mundanos. Existe también en las Religiones, la Disipación, Inconstancia, Infidelidad e Ingratitud. ¡Cuántas cosas existen ahí que producen la Sordera espiritual, la cual mientras es más fina, puede ser más incurable!

La Sordera llega al punto elevadísimo de Sordera espiritual perfecta. Esta va amasada con la más refinada soberbia y con las más engañosas ilusiones. El alma escucha a Satanás que está envuelto muy finamente, el alma se escucha a sí misma y cree que escucha al Espíritu Santo, el cual se halla muy lejos de ella. Mas como la Sordera espiritual lleva consigo al más refinado Amor propio, el alma que la tiene ni cree que la lleva consigo, y a lo menos se encoleriza interiormente contra aquel que se atreve a descubrírsela.

Este vicio de la Sordera espiritual es muy hondo y muy grave para el alma. Es un mal digno de toda atención para todo el mundo y especialmente para las almas consagradas a Mí. Que se destierre del Oasis la Sordera espiritual que existe y que no se deje entrar este daño que es tan monstruoso, puesto que es la Casa del Espíritu Santo.

Mas, ¿sabes en dónde se encuentra el remedio para la Sordera espiritual que tanto esteriliza el campo de las virtudes? En el Espíritu Santo. Y, ¿cuál es? La Gracia por medio de una firmísima Correspondencia pura, amorosa y constante.

Las pobres almas que ya no escuchan, oirán y entenderán mis inspiraciones por la práctica de las virtudes. Si esto hacen ellas se curarán; los oídos muertos resucitarán por el Sacrificio, la Generosidad y la Constancia y los encallecidos volverán a percibir mi voz. Mas para alcanzar esto es indispensable que las almas busquen la Soledad interna y la Oración, y se habitúen a las mismas, porque estas dos puertas son las que más directamente conducen y acercan al Espíritu Santo. Además, es claro que los que estén más unidos con el Espíritu Santo podrán con más facilidad escuchar su voz, aun más podrán escuchar sus gemidos, sus cánticos y sus arrullos. Todo está en fidelisima Correspondencia a la Gracia. Esta nunca faltará a los corazones que se renuncien, tornen su Cruz y me sigan.

Los que tal hagan serán eternamente benditos de mi Padre; mas serán malditos los que teniendo oídos no escucharon, y teniendo ojos no vieron. No basta oír y ver, pues esto se queda para la materia, sino que se necesita que el espíritu escuche y vea con atención. Felices las almas que viven la vida interior de la Gracia Santificante. Ellas serán aquí y en la eternidad las muy amadas de mi Corazón.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com