La Sordera procede de la Disipación y trae en sus venas la sangre de la Infidelidad, Inconstancia e Ingratitud. Estos elementos no sólo la producen, sino también la conservan y hacen crecer.
La Sordera espiritual es ciertamente un gran mal y de funestas consecuencias para el alma que la lleva consigo. Este es el mayor obstáculo que impide la Perfección; porque el alma sorda, no escucha ni puede escuchar la suavísima y delicada voz del Espíritu Santo; no puede percibir sus gemidos, sus arrullos, y ni siquiera sus purísimos toques. Este Espíritu tiene sus comunicaciones divinas en el silencio y en la quietud del alma pura, y es tan delicado el contacto del Espíritu Santo, que el alma sorda ni se apercibe de Él, ni de sus santas comunicaciones.