Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

28.9.18

De las virtudes y de los vicios: Constancia



La Constancia es hija de la Perseverancia y muy parecida a su madre. Es una virtud enérgica y de mucho valor. También es guerrera y empuña sin descanso las armas contra el enemigo. La Lucha es su campo de batalla, su único apoyo está en la Paciencia y su carácter, diré, es de suavidad, pero de una suavidad unida con la Energía y la Firmeza y la Entereza.

Es la Constancia una virtud a la vez que reposa, como que nada le corre prisa, incansable en las penas, trabajos y dolores y cuantos trabajos de alma y cuerpo puedan existir. Ella siempre aparece serena y llena de Paz, pero es porque siempre se alberga en los corazones puros y sacrificados. La Conquista no descansa en las almas inquietas, agitadas y mundanas, sino en la tranquila quietud de una conciencia recta. La Rectitud es su derrotero, y su fin la salvación del alma.




Es muy bella la virtud de la Constancia y tan indispensable en la vida del hombre y en la vida del espíritu, que sin ella la más esforzada y vigorosa virtud se viene abajo. Ella es el germen que corona todas las victorias con celestiales merecimientos.

Sin la Constancia el campo de las virtudes y cada una de ellas sería como un cuerpo mutilado, como una torre a medias, como un edificio sin concluir: es decir, sería inútil y de ningún valor. Al expiar la vida de los Santos, el consuelo que endulza su agonía es el recuerdo de esta virtud bendita que no ha cesado de acompañarlos un solo instante de su existencia. No se imaginan lo que experimentan a la hora de la muerte las almas que la han poseído, y cómo bendicen a esta virtud que los deja en la puerta del cielo.

Sin embargo, casi ninguna virtud tiene que trabajar tanto, ni luchar tan incesantemente con las pasiones y vicios del hombre como esta virtud de la Constancia. Ella no es precipitada, ni arrolladora ni vehemente, su paso es siempre ascendente, acompasado y firme. No se crea por esto que es fría o reside en un corazón frío, lejos tal error. La Constancia se nutre con el amor activo, con este santo fuego que es el que la impulsa, le da fuerzas y la sostiene. Sin Amor divino no existe la Constancia, porque la Constancia que cae o se derriba con cualquier viento de pasiones, no es Constancia verdadera. El Espíritu Santo la sostiene, porque en lo humano nada es capaz de sostenerla. Esta virtud es sobrenatural, y por lo mismo una gracia de las mayores, por no decir la mayor que puede poseer un alma. Esta virtud nunca se detiene, su impulso es divino y su paso, diré, es lento, pero es también continuado.

Sus enemigos capitales con que lucha principalmente son la Veleidad, la Fragilidad y el Desaliento; mas como su apoyo es la Paciencia, con esta arma vence también a Satanás con todas sus maquinaciones, y continúa su camino de espinas, sin detenerse hasta el fin de la vida del hombre, que corona. Hermoso y nunca imaginado es el premio con el cual Yo galardono a esta virtud de la Constancia. Esta virtud es muy difícil poseerla, más ¿saben cual es el único medio para adquirirla? La Oración, la Oración y la Oración.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com