Décima familia de virtudes. Correspondencia.
La Correspondencia es hija de la Docilidad: es una virtud que tiene por ser, el Amor de Dios; por apoyo, la profunda Humildad; por aliento y vida, la propia Desconfianza. Su crisol está en el Dominio propio. Su círculo es la Actividad y su misión la propia perfección.
La Correspondencia en un alma pura no cesa ni de día ni de noche, siempre está en vela porque el amor no duerme ni descansa, su descanso es no descansar. Esta virtud envuelve una gran perfección, es el eje sobre el cual la vida espiritual gira. Sin Correspondencia no existe la vida espiritual, porque el Espíritu Santo se retira de un alma sorda, de un alma perezosa, que no se sacude, ni corre, ni trabaja, ni se sacrifica, ni corresponde de esta manera a las divinas gracias que en ella derrama.
La Correspondencia es hermana de la Diligencia y siempre la lleva consigo. La Correspondencia se amolda y adapta todas las virtudes, entre las que más campean son: la Obediencia espiritual perfecta y la Pobreza espiritual perfecta. La Correspondencia recibe y devuelve, este es su oficio. Siempre está recibiendo y siempre está devolviendo, mas en este devolver se enriquece, y en este recibir se empobrece, porque cuando devuelve, se le da más, y cuando recibe ella se da con los dones recibidos, y por lo tanto se queda pobre, pobrísima en su riqueza. Todo lo posee el que nada posee, renunciándose. La Correspondencia a la gracia es hermosa y riquísima de tesoros divinos, es una escalera para lo alto por la cual el alma sube al cielo sin sentirlo, es el acueducto del Espíritu Santo para el alma, es el principio, medio y fin de la vida espiritual y de la santidad.
Sin esta correspondencia no hay virtud que dure sin marchitarse. Ella atrae al Divino Espíritu, y le convida a hacer en el alma que la posee su morada; ella es la que hace que el rocío divino de la Caridad fertilice el campo de todas las virtudes; ella es, en fin, una de las virtudes más amadas de mi Corazón. La vida de Santa María no fue otra cosa, sino una constante Correspondencia a la divina gracia, amorosa y dolorosa.
La Correspondencia tiene un ejército de enemigos, pero generalmente la corta la Soberbia; la detiene la Desconfianza; la entretiene el Respeto humano, la Vanidad, la Envidia y la Pereza. Sus escollos principales existen en la Desobediencia y en el juicio propio.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com