Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

30.9.18

De las virtudes y de los vicios: Fidelidad



La Fidelidad es hija de la Correspondencia y del Vencimiento; es fruto del Dominio propio y la da el Espíritu Santo a las almas muy ejercitadas en las virtudes. La Fidelidad es hermana de la Perseverancia, y la que corona la vida de los Santos en su paso por la tierra. La Fidelidad es la prueba del divino amor, llega a un grado más alto que su Madre la Correspondencia, porque ésta puede detenerse más o menos tarde, o puede corresponder mas o menos, pero la Fidelidad es la que corona todas las virtudes. El alma que la posee, posee el cielo. Su fin es la gloria de Dios, porque su vida está concretada en Dios sólo: Él es su Todo. Aquella dichosa alma es fiel porque ama, y la Fidelidad amorosa no tiene otra razón que el mismo amor. Es fiel en las penas porque ama; es fiel en las contradicciones, porque ama; es fiel en las penitencias, porque ama; es fiel en los dolores, en los desamparos, en las luchas y abandonos, y sequedades y obscuridades y tempestades horribles, porque ama, porque ama, y sólo porque ama; ¡oh admirable fuerza la del Amor divino! El alma que está poseída de este amor Mío, esta alma es fiel. El alma infiel no me ama, o su amor no es puro, ni es para Mí sólo; el alma infiel se busca a sí, ni soy Yo sólo el objeto principal de sus amores.

Muchas almas existen engañadas sobre este punto tan importante. Creen que puede haber amor puro en donde existe el amor de la criatura. Se engañan, se engañan. Doy también el grito de alerta al Oasis, para que conozca el escollo que tiene la Fidelidad, que está en el amor propio, en el cariño.




La virtud de la Fidelidad es muy fina: se mete o interna muy adentro en el delicadísimo campo de las inspiraciones divinas. El Espíritu Santo se goza en el alma fiel, y la regala con sus gracias y la adorna con sus Dones, y la enriquece con sus purísimos Frutos, pero esta Fidelidad es una joya escondida y de mucho valor, que tropieza y cae muchas veces en mil escollos que Satanás envidioso de tanto bien, le pone. Los principales escollos son: el Cansancio, el Fastidio, la Duda, la Soberbia, el Mundo, la Agitación, el Incienso y el Amor propio.

La Fidelidad tiene por defensa: el Silencio, la Obscuridad, el Ocultamiento, el Sacrificio y la Sagrada Eucaristía.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com