Décima familia de virtudes. Correspondencia.
La Correspondencia es hija de la Docilidad: es una virtud que tiene por ser, el Amor de Dios; por apoyo, la profunda Humildad; por aliento y vida, la propia Desconfianza. Su crisol está en el Dominio propio. Su círculo es la Actividad y su misión la propia perfección.
La Correspondencia en un alma pura no cesa ni de día ni de noche, siempre está en vela porque el amor no duerme ni descansa, su descanso es no descansar. Esta virtud envuelve una gran perfección, es el eje sobre el cual la vida espiritual gira. Sin Correspondencia no existe la vida espiritual, porque el Espíritu Santo se retira de un alma sorda, de un alma perezosa, que no se sacude, ni corre, ni trabaja, ni se sacrifica, ni corresponde de esta manera a las divinas gracias que en ella derrama.