Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

17.8.18

El combate espiritual. Tratado segundo: Del cuidado que debe tener el alma de pacificarse y adquirir una perfecta tranquilidad


Esta atención o centinela de paz sobre tu corazón te llevará a cosas grandes sin alguna dificultad ni trabajo. Porque con ella velarás de tal suerte sobre ti misma, que te acostumbres a orar, a obedecer, a humillarte y a sufrir sin inquietud las injurias y menosprecios.

No es dudable que, antes que llegues a conseguir esta paz interior, padecerás mucha pena y trabajo, por no estar ejercitado; pero quedará siempre tu alma muy consolada en cualquier contradicción que le suceda, y de día en día aprenderás mejor este ejercicio de sosegar y pacificar tu espíritu.




Y si tal vez te hallares tan atribulado y tan inquieto, que te parezca imposible recobrar la paz interior, recurre luego a la oración y persevera en ella, a imitación de Cristo nuestro Señor, que oró tres veces en el huerto (Matth. XXVI), para enseñarte con su ejemplo que nuestro único recurso y refugio ha de ser la oración; y que aunque te sientas muy contristado y pusilánime, no debes dejarla, sino continuarla con perseverancia, hasta que reconozcas que tu voluntad se halle enteramente conforme con la de Dios, y por consiguiente devota y pacífica, y juntamente fuerte, generosa y atrevida para recibir y abrazar con gusto lo mismo que antes temía y aborrecía, como hizo nuestro Redentor: "Surgite, eamus, ecce appropinquat qui me tradet" ("Levantaos, y vamos, que llega el que me ha de entregar". (Matth. ibid.).

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com