Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

20.7.18

El combate espiritual: tener constantemente presente a Dios


- De qué modo ha de habituarse el hombre para tener presente a Dios todas las veces que quiera. -

Para que alcances la costumbre de tener a Dios presente todas las veces que quieras, procura pensar siempre que Dios te mira, y considera tus obras y pensamientos; o que todas las criaturas que ves son otras tantas celosías por donde te mira Dios, escondido, y te dice: "Pedid, y recibiréis, porque al que pide se da lo que necesita, y al que llama se le abre la puerta" (Matth. VI).

Además de esto, podrán hacerte presente a Dios, mirando las criaturas; en las cuales, dejando lo corporal, te has de ir luego con el pensamiento a Dios, considerando cómo su divina Majestad es quien les da el ser, la vida, el movimiento, la virtud y las obras piadosas.




Siempre, pues, que combatiendo, o haciendo alguna cosa, quisieres orar, represéntate a Dios en cualquiera de estas dos maneras. Después ora, y pídele ayuda y socorro.

Y sabe, oh alma devota, que si llegares a hacerte familiar la presencia de Dios, alcanzarás grandes victorias, y ganarás tesoros infinitos, y entre otros bienes te guardarás de muchos pensamientos, palabras y obras, indignos de la presencia de Dios, y no conformes con la vida de su santísimo Hijo Jesucristo.

Ten también por cierto que esta presencia de Dios te infundirá y dará virtud, para que puedas estar como debes en su presencia.

Porque si de la presencia y vecindad de los agentes naturales, que son de virtud limitada y finita, contraemos y tomamos su calidad y virtud, ¿qué diremos de la presencia y vecindad de Dios, que es de virtud infinita y sumamente comunicable? Además del sobredicho modo de orar: "atended, Señor, a la necesidad que tengo de socorro, y dadme ayuda sin dilación" (Psalm. LXIX), de que podemos usar en cualquiera necesidad, podrás orar también de otros modos más particulares, como si desearas conocer y ejecutar la voluntad de Dios, la oración que has de hacer es una de las siguientes: "Bendito sois, Dios mío; enseñadme a ejecutar vuestros preceptos, guiadme por la senda de vuestros mandamientos. Ojalá que todos mis pasos se enderecen y se dirijan a guardar vuestras justas y santas leyes" (Psalm. CXVIII).

Y para pedir a Dios cuanto se le puede pedir, y su divina Majestad gusta que se le pida, puedes usar la oración del Pater noster (Matth. VI), la cual deberás decir con toda la atención posible, y con todo el afecto de tu corazón, para que así alcances lo que pides.

Lorenzo Scúpoli C. R. | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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