Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

12.5.17

Tus obras de caridad no sirven de nada


Yo no las llamo "obras de caridad", las defino como "sobras de caridad".

Dice San Francisco de Sales que las obras de caridad han de estar hechas, además, con amor. Sin el amor, cualquier obra que hagamos solo tiene un fin material, por buena que ésta sea. Los cristianos han de ir más allá: toda obra de caridad debe tener como impulso principal su amor a Dios. De lo contrario las obras de caridad no dejan de ser meros "actos sociales".




Un ejemplo de esto son las campañas de algunas multinacionales, sobre todo en el sector de la moda o del automóvil. Patrocinan algún proyecto o deciden realizar un donativo, anunciándolo a bombo y platillo para que todo el mundo se entere y para conseguir más clientes si es posible. Es obvio que la buena obra está ahí, pero sus frutos, que podrían servirles a sus impulsores como ayuda en la otra vida, se pierden en su mayoría. Lo mismo ocurre con las obras de caridad, misericordia o devoción "para que las vean los hombres", como ya nos advertía nuestro Señor (Mateo 6:3). Esa cantidad de gente que se hace llamar "filántropa" y que dona cantidades enormes de dinero, de entre lo que les sobra, como algunos multimillonarios, o esos otros que esperan conseguir algún favor o beneficio en esta vida, pierden la recompensa que podrían obtener en la otra vida.

Cuántos de ellos descubrirán, al final de sus días, que sus supuestas "obras buenas" a los ojos del mundo no han sido más que, paradójicamente, actos de soberbia y presunción. Vigilemos, pues, cómo hacemos nuestras obras de caridad y cómo damos nuestras limosnas, y no tengamos puestas nuestras esperanzas en el beneficio inmediato, sino que hagámoslas para el servicio de Dios y de nuestros hermanos, sin esperar nada material a cambio, y lo más ocultamente posible, de hecho tan solapadamente que a veces no lo sepa ni la persona que lo va a recibir. Y Dios, cuya generosidad no conoce límites, nos recompensará a su tiempo más abundantemente y con más riqueza imperecedera de lo que podríamos siquiera imaginar. No perdamos los frutos que podríamos obtener, por tanto, de nuestras buenas acciones.

| Redacción: Ludobian de Bizance para el Oratorio Carmelitano

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Muy cierto Bianamaran, la gente no ha entendido bien lo que es el Evangelio de CRISTO.

    Las buenas obras no cuentan para nuestra salvación, ninguna buena obra nos va a limpiar el pecado, el SEÑOR solo quiere que sigamos el camino de CRISTO y que glorifiquemos a DIOS con FE y AMOR, solo recordar que los ángeles de mayor rango del reino de DIOS no hacen otra cosa que orar constantemente SANTO, SANTO, SANTO ….. y el resto de ángeles canta el Aleluya constantemente: https://www.youtube.com/watch?v=KHjXqVO2ilg

    Es mejor hacer obras con el corazón a los desconocidos que nos van saliendo al paso a diario, que buscar nuestra gloria cara a los hombres, la gloria es solo para DIOS, como hacen los ángeles, que ni siquiera quieren que los alabemos a ellos, y quien sabe si cuando ayudamos a un mendigo que nos pide ayuda por la calle es en realidad un ángel del SEÑOR para poner a prueba nuestro corazón.

    Alabado sea el SEÑOR y su hijo JESÚS, por los SIGLOS de los SIGLOS, Amén

    ResponderEliminar