Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

13.5.17

Dies irae: los días de la ira


O más bien cabría decir "los años de la ira", porque "para un alma del purgatorio una hora de sufrimiento es como veinte años en la tierra". No nos podemos hacer una idea de lo que allí sufren, retorciéndose de pena y dolor sin consuelo alguno.

Normalmente se piensa que las penas del purgatorio son menos dolorosas que las penas terrenales, porque las almas carecen de materia corpórea. Los artistas nos las han pintado como personas que están rodeadas de fuego, y que arden sin quemarse, pero lo cierto es que sus penas van mucho más allá.




Aunque no posean cuerpo de carne, sufren en el alma como si lo tuvieran, ya que su alma se encuentra aún ligada a la materia, aunque no la tengan. Si las penas son ya de por sí numerosas, éstas se ven aumentadas y agudizadas mucho más debido a que el alma es aún más sensible que el cuerpo a los padecimientos. En este mundo nuestro cuerpo se haya limitado por la naturaleza, que nos domina y nos viste, y el umbral de dolor tiene unos límites físicos. En el purgatorio no hay ninguna limitación para el dolor, y no solo se añade a eso que el ánima no puede desfallecer ni desmayarse sino que, además, no puede perecer. Sufren al instante miles de agonías de agonías sin poder morir. El sufrimiento es tal que muchas ánimas se "apegan" a personas para sentirse refrescadas (la cercanía con una persona santa las hace, en cierta forma, sufrir menos), y había órdenes religiosas que tenían entre sus costumbres "regar" de agua bendita las ánimas para calmarlas mínimamente.

A esto se añade la multitud de penas. Los pecados quedan "grabados" en el alma (como decía Santo Tomás de Aquino), y en el momento de morir se impregna de ellos el ánima. Cuando pasa a la otra vida, esa ánima sufrirá según esté marcada, más fieramente por el pecado que ha cometido. Una ánima que ha sembrado discordias, llevará el mal consigo y presentará su boca llena de úlceras putrefactas y dolorosas. Quien haya tenido envidia, arrastrará esa envidia en el más allá de manera que sentirá envidia de todo lo que vea, pero sin embargo, mientras esa envidia en la tierra le procuraba en según qué casos gusto, satisfacción o placer, en el más allá su alma, que anhela con todo su ser la santidad, será únicamente presa del dolor y la desolación inconsolable de la que no podrá librarse. Sus manos, que anhelaron la sensualidad y el tocar, estarán cubiertas de llagas y supurarán pus por todos sus poros. El paisaje de tantas penas y tan numerosas es, por lo tanto, imposible de describir, ya que un ánima podrá en sí misma soportar varios grados de ellas. De hecho las penas y padecimientos de esta vida, que están limitados por las penas y dolores del cuerpo -y por la propia naturaleza de los agentes microbianos que nos atacan-, son solo un reflejo de las múltiples penas que se pueden sufrir en el purgatorio.


A todo ello se une el factor tiempo. Aquí en la tierra el tiempo nos domina y a él se encuentra sujeto todo. Allí, sin embargo, no existe el tiempo en el concepto lineal que aquí se tiene y en un momento se pasan siglos de penurias. Hay ánimas que dicen que han sufrido por miles de años y, otras, requieren tal nivel de purificación que hasta el juicio final, cuando se restablezca toda la creación, no serán liberadas.

Antes del Concilio Vaticano II existía en la iglesia, en el funeral de cuerpo presente, la costumbre de recitar el "dies irae" en latín (días de ira). Es un poema antiquísimo, que data del siglo XIII y que, según algunos, pudiera haber escrito el franciscano Tomás de Celano (1200 - 1260), y en el cual se describe parte de ese juicio al que todos nos tendremos que enfrentar, querámoslo o no, tarde o temprano, en el momento de la muerte. Aunque "dies irae" es una recitación escatológica del Juicio Final, su contenido viene muy bien también para el juicio particular (el juicio al que se enfrenta el espíritu de la persona nada más morir), como en la parte que reclama misericordia antes del último juicio:

Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.

Conviene meditar sobre cada una de sus estrofas para que nos demos cuenta -antes de que sea demasiado tarde- de tal realidad que, por mucho que se ignore en los tiempos que corren, no la podrá esquivar nadie.

Las almas del purgatorio no pueden rogar para que se alivien sus penas, pero sí pueden beneficiarse de nuestras oraciones merced a la comunión de los santos. Ofrezcamos por todas ellas oraciones y obras de caridad y misericordia, poniéndolas en las manos de la Virgen Carmelitana para que ella las distribuye según las necesidades de las ánimas, en la certeza de que cualquier acto u oración devota que hagamos, por pequeña que sea, no quedará sin recompensa, no solo porque una vez alcanzada la gloria las almas orarán a su vez por nosotros (cuyos ruegos serán muy poderosos), sino porque el señor nos ha prometido que "cualquier cosa que hagamos por uno de sus seguidores más indefensos, lo hacemos por Él mismo" (Mateo 25:40).

- Descarga el Dies Iræ al completo (en formato pdf listo para imprimir en una sola hoja) desde este link (Google Drive).


Texto original en latín (debajo, la traducción al español frase a frase) (el doble signo "==" divide las estrofas):

Dies iræ, dies illa,
Día de ira, aquel día
Solvet sæclum in favilla,
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
Teste David cum Sibylla! ==
como testigos el rey David y la Sibila. ==

Quantus tremor est futurus,
¡Cuánto terror habrá en el futuro
quando iudex est venturus,
cuando el juez haya de venir
cuncta stricte discussurus! ==
a juzgar todo estrictamente! ==

Tuba mirum spargens sonum
La trompeta, esparciendo un sonido admirable
per sepulcra regionum,
por los sepulcros de todas las regiones,
coget omnes ante thronum. ==
reunirá a todos ante el trono. ==

Mors stupebit et Natura,
La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cum resurget creatura,
cuando resucite la criatura
iudicanti responsura. ==
para que responda ante su juez. ==

Liber scriptus proferetur,
Aparecerá el libro escrito
in quo totum continetur,
en que todo se contiene
unde Mundus iudicetur. ==
y con el que se juzgará al mundo. ==

Iudex ergo cum sedebit,
Así, cuando el juez se siente
quidquid latet apparebit,
lo escondido se mostrará
nihil inultum remanebit. ==
y no habrá nada sin castigo. ==

Quid sum miser tunc dicturus?
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
Quem patronum rogaturus,
¿A qué protector rogaré
cum vix iustus sit securus? ==
cuando apenas ni el justo esté seguro? ==

Rex tremendæ maiestatis,
Rey de tremenda majestad
qui salvandos salvas gratis,
tú que a los que son salvados los salvas gratis,
salva me, fons pietatis. ==
sálvame, fuente de piedad. ==

Recordare, Iesu pie,
Acuérdate, piadoso Jesús
quod sum causa tuæ viæ;
de que soy la causa de tu calvario;
ne me perdas illa die. ==
no me pierdas en ese día. ==

Quærens me, sedisti lassus,
Buscándome, te sentiste agotado
redemisti crucem passus,
me redimiste sufriendo en la cruz
tantus labor non sit cassus. ==
no sean vanos tantos trabajos. ==

Iuste Iudex ultionis,
Justo juez de venganza
donum fac remissionis
concédeme el regalo del perdón
ante diem rationis. ==
antes del día del juicio. ==

Ingemisco, tamquam reus,
Grito, como un reo;
culpa rubet vultus meus,
la culpa enrojece mi rostro.
supplicanti parce Deus. ==
Perdona, Señor, a este suplicante. ==

Qui Mariam absolvisti,
Tú, que absolviste a Magdalena
et latronem exaudisti,
y escuchaste la súplica del ladrón,
mihi quoque spem dedisti. ==
me diste a mí también esperanza. ==

Preces meæ non sunt dignæ,
Mis plegarias no son dignas,
sed tu bonus fac benigne,
siendo tú bondadoso, sé conmigo benigno
ne perenni cremer igne. ==
para que no arda en el fuego eterno. ==

Inter oves locum præsta,
Colócame entre tu rebaño
et ab hædis me sequestra,
y sepárame de los machos cabríos
statuens in parte dextra. ==
situándome a tu derecha. ==

Confutatis maledictis,
Refutados los malvados
flammis acribus addictis,
arrojados a las llamas voraces
voca me cum benedictis. ==
hazme llamar entre los benditos. ==

Oro supplex et acclinis,
Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
cor contritum quasi cinis,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
gere curam mei finis. ==
hazte cargo de mi destino. ==

Lacrimosa dies illa,
Día de lágrimas será aquel día
qua resurget ex favilla ==
en que resurgirá del polvo. ==

Iudicandus homo reus.
para el juicio, el hombre culpable.
Huic ergo parce, Deus. ==
A ése, pues, perdónalo, oh Dios. ==

Pie Iesu Domine,
Piadoso Señor Jesús,
dona eis requiem.
concédeles el descanso.

Amen.
Amén.


| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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