Por una parte el faraón es obstinado, pero también es cierto que Dios ha endurecido su corazón. Es un error dar la responsabilidad sólo al hombre o exclusivamente a Dios. Hemos visto que Dios ha creado al hombre con la capacidad de escoger y de decidir y Dios respeta al hombre en cuanto a esto. En la Biblia, el mensaje de salvación siempre es actual: "si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones".
El faraón pide ayuda cuando le conviene y Moisés intercede por él. De todos modos, Moisés se da cuenta de que el faraón no teme verdaderamente al Dios de Israel. Hasta la noche, después de la muerte de los primogénitos, deja marchar al pueblo y les dice:
"...id. Y rogad a Dios por mí". Es una confesión que sale de sus labios, pero no de un corazón sincero. Su corazón está dividido. El no quiere perder sus esclavos, los persigue y muere. En efecto, Dios le hace entender con pruebas, señales, milagros, prodigios y maravillas que Él es el Señor y aparte de Él no hay otro Dios. En el tiempo preestablecido, Dios levanta su mano en juicio, porque no tolera la idolatría.
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