Gracias os doy también, Madre mía santísima del Carmelo, por vuestra asistencia poderosa en favor de este tan indigno pecador. Pues sabéis, no obstante, que deseo sinceramente santificarme más y más, continuad, Señora, con vuestro patrocinio amoroso, y dignaos constituiros depositaria y conservadora de los buenos propósitos que me inspira [me ha inspirado] la Divina Misericordia.
Vos, así mismo, ¡ángel mío!, recibid mi homenaje y no os canséis de protegerme y guardarme, dirigiendo mis pasos y llevándome por la senda hacia el Padre, que con el Hijo y el Espiritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Nota: Esta oración también se puede realizar como colofón a la Oración de Conclusión, después de la meditación u/y oración mental, como finalización a la misma.