Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

17.6.22

Oración por la fidelidad al Señor



Dios mío, tú eres mi vida; si te abandono, no puedo sino padecer inmensa sed. Quiero revestirme de aquella nueva naturaleza que te anhela tanto, impulsada por el amor, que llega a vencer en nosotros el temor de acercarnos a ti.

Voy hacia ti, Señor, no solo porque sin ti soy infeliz, no solo porque sé que te necesito, sino porque tu gracia me mueve a buscarte.

A medida que pasen los años, se cierre el corazón y todas las cosas se vuelvan una carga, concédeme que nunca pierda este amor juvenil, deseoso de ti.

Cuanto yo más rehúse abrirte mi corazón, que sean más firmes y más intensos tus toques sobrenaturales, y más apremiante y eficaz tu presencia dentro de mí. Amén.


San Juan Enrique Newman, religioso y cardenal.

15.6.22

Pacto de amor



Jesús mío, en presencia de María Inmaculada, mi madre, y de San José, mi protector, quiero consagrarme a tu Corazón sagrado por puro amor, y dedicarte mi vida y mis fuerzas, todas mis acciones, aceptando de antemano los sacrificios y las pruebas que me pidas. Y te pido que toques mi corazón y lo inflames con tu amor, para que no solamente tenga la intención y el deseo de amarte, sino también la alegría de ver concentrados sólo en ti todos los afectos de mi corazón, con la ayuda de tu gracia.


Para la renovación diaria:
Jesús mío, renuevo con amor el pacto que hice contigo. Concédeme la gracia de ser fiel al mismo.

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús (por el siervo de Dios p. Martino Capelli, scj)



Te amo, oh Corazón de Jesús, te adoro y te agradezco las gracias, los signos de misericordia y predilección que me has dado hasta ahora.

Te he ofendido tanto y tú, buen Jesús, me has ganado con tu divina generosidad. Yo estaba loco de ingratitud, y Tú de amor.

Hoy, a través de las purísimas manos de Nuestra Señora de los Dolores, ofrezco, dedico y consagro total e irrevocablemente al Sagrado Corazón de Jesús todo mi ser, cuerpo y alma; mi libertad, mi memoria, mi voluntad, mi intelecto. Te consagro este pobre corazón mío, para entregarlo en el amor de tu divino Corazón.

Amén.

p. Martino Capelli, scj

Oración: acto de oblación



Padre santo: glorifica a tu Hijo elevado en la cruz, para que te glorifique también a ti. Todo lo hizo en amorosa obediencia; ahora, levantado de la tierra, se convierte en corazón del mundo y gloria de la creación.

Bautiza nuestra humanidad en el agua y la sangre que brotan de su costado abierto; hiere de amor nuestro corazón, para que también en nosotros se cumpla el misterio de la transfixión.

Acepta nuestra ofrenda y nuestro sacrificio al servicio de tu reino y de los hermanos; que jamás se agote el torrente de amor que mana del Corazón de tu Hijo, y todos los pueblos puedan beber con alegría de las fuentes de la salvación. Amén.

13.6.22

El Señor es la defensa de mi vida



Esta pandemia nos ha hecho descubrir lo realmente frágiles que somos. El mundo entero se ha quedado desconcertado sin saber qué hacer. Solos no podemos, necesitamos el auxilio divino para afrontar esta y tantas otras situaciones difíciles de la vida. Hoy más que nunca nos conviene recordar las palabras del Salmo 26:

"El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?".


Recurramos al Corazón de Jesús y a su poder. És es rico en misericordia para todos los que lo invocan. Pidámosle su protección, consagrémonos a Él.

Muchas personas, desde hace casi cuatro siglos, han visto en el "Detente" un signo de esa protección del Corazón de Jesús. El "Detente" es un pequeño emblema con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús rodeada de la frase:

"Detente, el Corazón de Jesús está conmigo"


como signo de nuestro amor y de nuestra confianza en su protección. Tiene su origen en las revelaciones de Jesús a Santa Margaria María de Alacoque (1647 - 1690). Ella misma llevaba uno sobre su pecho, debajo del hábito, e invitaba a su novicias a hacer lo mismo. Hizo muchas de estas imágenes, y aseguraba que su uso era muy agradable al Corazón de Jesús:

"... me prometió que todos los que se consagren a este Sagrado Corazón, no perecerán Jamás, y que como es manantial de todas las bendiciones, las derramaría en abundancia en todos los lugares donde estuviera expuesta la imagen de este amable Corazón, para ser allí amado y honrado...".

"...desea que usted mande hacer unas láminas con la imagen de su Sagrado Corazón para que todos aquellos que quisieran ofrecerle un homenaje las coloquen en sus casas, y unas pequeñas para llevarlas puestas".

Fue especialmente en el año 1720, durante una terrible plaga en Marsella, Francia, cuando se difundió entre los fieles este pequeño escapulario, o como se le llamó entonces, "Salvaguardia". En el monasterio de la Visitación se hicieron miles de estos emblemas, que se repartieron por toda la ciudad y sus alrededores; la ciudad se consagró al Corazón de Jesús y la historia nos cuenta que poco después la plaga cesó.