Te amo, oh Corazón de Jesús, te adoro y te agradezco las gracias, los signos de misericordia y predilección que me has dado hasta ahora.
Te he ofendido tanto y tú, buen Jesús, me has ganado con tu divina generosidad. Yo estaba loco de ingratitud, y Tú de amor.
Hoy, a través de las purísimas manos de Nuestra Señora de los Dolores, ofrezco, dedico y consagro total e irrevocablemente al Sagrado Corazón de Jesús todo mi ser, cuerpo y alma; mi libertad, mi memoria, mi voluntad, mi intelecto. Te consagro este pobre corazón mío, para entregarlo en el amor de tu divino Corazón.
Amén.
p. Martino Capelli, scj
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