Fulcite me floribus, stipate me malis; quia amore tangueo. (Cant. II, 5).
Sostenadme con flores, cercadme de manzanas; porque desfallezco de amor.
¿De nuevo, Jesús mío, habéis querido hospedaros en el pobre y humilde pesebre de Belén? ¿De nuevo habéis querido bajar al Calvario, lugar de muertos y malhechores? Porque, ¿qué otra cosa, Señor, es mi corazón, sino un pesebre de bestias, un Calvario poblado de ladrones y asesinos, que os robarán dándoos muerte inhumana, cuantas veces llevado de vuestro amor vendréis a visitarlo? ¡Oh Salvador dulcísimo de mi alma! Perdonadme tantas ofensas como he cometido contra vuestra Majestad.
"Quid retribuam Domino, pro omnibus quae retribuit mihi?" (Ps. CXV, 12) ("¿Que retornaré al Señor, por todas las cosas que me ha dado?"). ¿Qué le he de retornar? Amor, mucho amor; gratitud, mucha gratitud; pues no hay nada en la tierra que se pueda comparar con los dones que he recibido de su liberalísima mano.