Desprecio de los bienes mundanos

31.10.23

Oración breve antes de comulgar



Creo, Redentor mío, en vuestra real presencia en el Sacramento augusto que voy a recibir, y espero de vuestra bondad divina que será para mí pan de salud y de vida eterna.

Soy, Señor, indignísimo y pecador, que reconociendo su miseria bien podría deciros como San Pedro: "Apartaos de mí, Santo de los Santos". Sin embargo, honrando la infinita misericordia que os hace descender hasta tanta bajeza, exclamo a vuestros pies a imitación de San Juan: "¡Venid, Jesús mío, venid!".

Yo os amo, y quisiera amaros como Vos merecéis. Supla vuestra bondad los defectos de mis disposiciones y "colmad hoy de alegría el alma de vuestro servidor" (Salmo LXXXV). Vos sois mi salud, mi esperanza, mi fuerza, mi felicidad y mi gloria. Venid, pues, Señor: venid a enriquecer mi pobreza y a tomar posesión de esta alma, que con vuestra sangre os adquirísteis, y que os adora humildemente en este sacramento inefable de vuestro divino amor.

Amén.


¡Santa Virgen María del Carmelo! ¡Ángeles y Santos todos del Señor! Alcanzadme la bendición de la Santísima Trinidad, y enseñadme a recibir, a adorar, y a amar a mi Jesús.


30.10.23

Oración para después de haberse confesado



Dignaos, Señor Dios, Padre Omnipotente, ratificar en el cielo la sentencia que vuestro Ministro acaba de pronunciar en la tierra, y recibid las humildes gracias que os tributo por una bondad de la que me reconozco indignísimo. Pues, Juez clementísimo, Vos me perdonáis después de tantas recaídas, de tantas ingratitudes, de tantas infidelidades...

Así sea, Señor, para gloria vuestra, pero no permitáis que, abusando vilmente de tan gran misericordia e inutilizándola en mi propio daño, vuelva yo a infringir otra vez vuestros divinos preceptos.

29.10.23

Oración para los momentos previos de la confesión



Yo voy, Juez Eterno, a presentarme humildemente ante vuestro Tribunal augusto. Poned la verdad en mis labios para que, acusándome con justicia, merezca vuestra misericordia.

Poned en mi corazón un profundo arrepentimiento y un firme propósito de nunca más faltar a vuestra ley divina.

Dignaos escucharme, Señor, dignaos inspirarme, y pronunciar sobre este vuestro siervo absolución y remisión completa de sus culpas, mediante la cruz y los méritos de Jesucristo.

Amén.




| confesion |


28.10.23

El Miserere en paráfrasis



¡De ti demando, oh Dios mío, misericordia!
Ten misericordia del alma mía,
líbrala ya del ofresor infando,
cuya audaz tiranía
pretendió hacerla esclava.

Que tu fuerte diestra
su yugo destruya,
diestra que el empíreo alaba,
y el rastro vil de mi deshonra lava.
Según la gran misericordia tuya,
lávame más y más, que está delante de mis ojos mi culpa,
y me acobarda su recuerdo incesante.

Pues nunca tu piedad se muestra tardía
si a ella recurre un pecho arrepentido,
no desoigas mi voz, cuando con llanto,
misericordia pido.

Falté, Señor, a tu precepto santo,
mas Tú tendrás clemencia,
porque engendrado en el pecado he sido
y fue el pecado mi primera herencia.

Tú eres de mi alma dueño,
purifícala y templa su amargura,
dispensándola, ¡oh Dios!, depuesto el ceño,
del perdón la dulzura.

Digno soy de tu enojo,
y es tu venganza justa,
mas no me arrojes como vil despojo
de tu presencia augusta.

Recuerda por piedad que en algún día
de tu amor me mostraste los secretos,
y adoré tu gran sabiduría
y tus celestiales decretos.

Retórname, pues, Señor, retórname a aquellas glorias, ventura y calma,
borrando del pecado sus infames huellas
renueva ya mi alma.

Hazla sentir los santos embelesos
con que al perdón benéfico acompañas,
y temblarán gozosas mis entrañas
estremecidos de placer mis huesos.

Feliz entonces, con sublime canto,
celebraré tus dones,
conocerán tu nombre sacrosanto
las naciones extrañas.

Con ecos de perpetuas bendiciones
se extenderá tu excelso poderío,
para que el ciego a conocerte aprenda
y a ti venga el hombre impío
abandonando su precita senda
y así ensalzando el nuevo beneficio.

Mi agradecido pecho te ofreceré por grato sacrificio,
un corazón en lágrimas deshecho tú lo recibirás benigno y dulce,
pues nunca rechazaste al penitente.

Y luego, más ferviente, por tu pueblo rogando,
Alza -diré- tu brazo omnipotente,
que tu poder destruya al enemigo,
y mira clemente a tu culpable grey
según la gran misericordia tuya.

27.10.23

Oración para después del examen de conciencia (previo a la confesión)



Señor Dios mío: os pido rendidamente perdón por todas las culpas que he cometido contra Vos, contra mi prójimo, contra mí mismo, y que me habéis dispensado la merced de hacerme conocer. Sumergido me veo en la miseria, porque mis iniquidades se levantan sobre mi cabeza, agobiándome como un peso insoportable (Salmo 37).

Tened, pues, piedad de este miserable pecador, escuchad mi humilde confesión y no me castiguéis en vuestra cólera (Salmo 37).