Yo voy, Juez Eterno, a presentarme humildemente ante vuestro Tribunal augusto. Poned la verdad en mis labios para que, acusándome con justicia, merezca vuestra misericordia.
Poned en mi corazón un profundo arrepentimiento y un firme propósito de nunca más faltar a vuestra ley divina.
Dignaos escucharme, Señor, dignaos inspirarme, y pronunciar sobre este vuestro siervo absolución y remisión completa de sus culpas, mediante la cruz y los méritos de Jesucristo.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario