Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

6.9.19

Oración de preparación para la Hora Santa


¡Oh amantísimo Jesús, inmolado por nosotros! ¡Oh amado Salvador nuestro!, permitid que me arrodille a vuestro lado, en el huerto de los Olivos, y que pase íntimamente unido a vuestro corazón agonizante, la Hora Santa que habéis pedido a vuestra fidelísima amante y víctima, Santa Margarita María.

Concededme, oh adorable Salvador, una íntima participación de vuestros incomprensibles dolores, y de los sentimientos de compasión que llenaron el alma de vuestra Santísima Madre en aquella noche de mortales angustias. Os ofrezco, para suplir mi insuficiencia, los afectos de esta Madre amantísima, los de los Santos, y los de todas las almas que más os han consolado en este Misterio de dolor y de amor; y también los de todos vuestros fieles que, en esta misma hora, se asocian al amarguísimo desamparo de vuestra santísima Alma en el huerto de Getsemaní.

Oh Jesús, misericordia y dulzura mía, oh suavísimo y afligidísimo Maestro, toleradme en vuestra presencia, escuchadme, bendecidme y sumergidme en el océano de amargura que va a invadir y llenar de vuestro dulcísimo Corazón.

Amén.

5.9.19

10 consejos para combatir la soledad


1 - Acérquese a Dios a través de los Sacramentos.

2 - Busque a un sacerdote para tener acompañamiento espiritual.

3 - Colabore como voluntario en una ONG a la que se sienta afín, o forme parte de grupos de amigos interesados en estos temas.

4 - Acuda con asiduidad a la oración.

5 - Únase a algún grupo parroquial o movimiento de la Iglesia con el deseo de evangelizar y propagar la fe.

3.9.19

Origen de la devoción de la Hora Santa


La devoción de la Hora Santa tuvo su origen en la oración que Jesús hizo en Getsemaní, la víspera de su muerte en la noche del Jueves al Viernes Santo.

Consiste en pasar una hora entera en oración, de las once a las doce de la noche de ese día, todas las semanas.

Su institución se debe a Nuestro Señor mismo, que la pidió a su fiel sierva Santa Margarita María en estos términos:

"Todas las noches del Jueves al Viernes, te haré participante de aquella mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos... Y para acompañarme en la humilde oración que presenté entonces a mi Padre, te levantarás entre las once y las doce de la noche, y prosternada, pegando el rostro con la tierra, procurarás no solo aplacar la ira divina pidiendo la gracia para los pecadores, sino también endulzar de alguna manea la amargura que sentí por el abandono de mis Apóstoles, a quienes reprendí por no haber podido velar una hora conmigo".

1.9.19

Acto de desagravio y Consagración solemne al Sagrado Corazón de Jesús


Corazón adorable de Jesús, consumido de amor por los hombres, y devorado de sed por su salvación. ¡Corazón amante y tan poco amado! ¡Corazón tan dulce, tan misericordioso y tierno! ¡Permitid que en este día mil veces bendito, me postre humildemente delante de Vos, y os desagravie y honre solemnemente en mi nombre, y en el de todas las almas consagradas a vuestro sagrado Corazón por los ultrajes, irreverencias, profanaciones y sacrilegios cometidos contra este adorable Sacramento del Altar.

Perdón, Señor, perdón por el olvido e ingratitud de los hombres, por el abandono e indiferencia con que pagamos vuestro inmenso amor. Olvidad nuestras innumerables faltas, abrid vuestro Corazón adorable, y dejad que desciendan sobre el nuestro ríos de gracia, de misericordia y de perdón.

30.8.19

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús


¡Oh Jesús! Hijo verdadero del Dios vivo, que desde el trono de vuestra gloria no dejáis de proferir a favor nuestro estas tiernas palabras: "¡hijo mío, dame tu corazón!"; permitid que correspondiendo a tal exceso de amor, venga a consagraros, sin reserva y para siempre, este pobre corazón del que sois tan celoso.

Demasiado tiempo, Señor, lo he entregado a frágiles criaturas y a falsos bienes de la tierra, que no han hecho otra cosa sino separarme muy lejos de Vos. Demasiado tiempo he resistido a vuestros dulces llamamientos, y buscado en vano la felicidad fuera de Vos.

Aleccionado con la propia experiencia, movido del inexplicable amor que nos manifestáis, aunque indigno, vengo a Vos, oh Jesús amantísimo, suplicándoos que aceptéis el don entero e irrevocable que hago de mi corazón. Recibidlo, oh Corazón amabilísimo, y por gran favor os pido que no me lo devolváis jamás, ya que es mi corazón de suyo ingrato, infiel, y podría traicionaros de nuevo aún sin yo quererlo ni desearlo.

A fin de reparar mis infidelidades pasadas, deseo, oh Jesús, que todos los latidos de mi corazón sean en adelante otras tantas evocaciones del amor más puro, más desinteresado, y más tierno para con Vos.

Uno este débil afecto a los que os ofrecen sin cesar vuestra Inmaculada Madre, y todos los Ángeles y Santos.

Quisiera, en fin, ¡oh Salvador amantísimo!, poder consagrar y dedicar a vuestro amor el corazón de todos los hombres, para suplir así la insuficiencia de mi amor.

Aceptad estos humildes deseos, oh Jesús dulcísimo, y dignaos bendecirlos. Haced que, habiéndoos amado fielmente, habiéndoos servido y consolado en la tierra, como verdaderos devotos tuyos tengamos la dicha en el cielo de entonar un cántico eterno de alabanza, amor y bendición. Así sea.