Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

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1.9.19

Acto de desagravio y Consagración solemne al Sagrado Corazón de Jesús


Corazón adorable de Jesús, consumido de amor por los hombres, y devorado de sed por su salvación. ¡Corazón amante y tan poco amado! ¡Corazón tan dulce, tan misericordioso y tierno! ¡Permitid que en este día mil veces bendito, me postre humildemente delante de Vos, y os desagravie y honre solemnemente en mi nombre, y en el de todas las almas consagradas a vuestro sagrado Corazón por los ultrajes, irreverencias, profanaciones y sacrilegios cometidos contra este adorable Sacramento del Altar.

Perdón, Señor, perdón por el olvido e ingratitud de los hombres, por el abandono e indiferencia con que pagamos vuestro inmenso amor. Olvidad nuestras innumerables faltas, abrid vuestro Corazón adorable, y dejad que desciendan sobre el nuestro ríos de gracia, de misericordia y de perdón.

30.8.19

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús


¡Oh Jesús! Hijo verdadero del Dios vivo, que desde el trono de vuestra gloria no dejáis de proferir a favor nuestro estas tiernas palabras: "¡hijo mío, dame tu corazón!"; permitid que correspondiendo a tal exceso de amor, venga a consagraros, sin reserva y para siempre, este pobre corazón del que sois tan celoso.

Demasiado tiempo, Señor, lo he entregado a frágiles criaturas y a falsos bienes de la tierra, que no han hecho otra cosa sino separarme muy lejos de Vos. Demasiado tiempo he resistido a vuestros dulces llamamientos, y buscado en vano la felicidad fuera de Vos.

Aleccionado con la propia experiencia, movido del inexplicable amor que nos manifestáis, aunque indigno, vengo a Vos, oh Jesús amantísimo, suplicándoos que aceptéis el don entero e irrevocable que hago de mi corazón. Recibidlo, oh Corazón amabilísimo, y por gran favor os pido que no me lo devolváis jamás, ya que es mi corazón de suyo ingrato, infiel, y podría traicionaros de nuevo aún sin yo quererlo ni desearlo.

A fin de reparar mis infidelidades pasadas, deseo, oh Jesús, que todos los latidos de mi corazón sean en adelante otras tantas evocaciones del amor más puro, más desinteresado, y más tierno para con Vos.

Uno este débil afecto a los que os ofrecen sin cesar vuestra Inmaculada Madre, y todos los Ángeles y Santos.

Quisiera, en fin, ¡oh Salvador amantísimo!, poder consagrar y dedicar a vuestro amor el corazón de todos los hombres, para suplir así la insuficiencia de mi amor.

Aceptad estos humildes deseos, oh Jesús dulcísimo, y dignaos bendecirlos. Haced que, habiéndoos amado fielmente, habiéndoos servido y consolado en la tierra, como verdaderos devotos tuyos tengamos la dicha en el cielo de entonar un cántico eterno de alabanza, amor y bendición. Así sea.