La Veleidad es hija de la Indecisión y busca para formar su nido corazones vacíos, frívolos e inquietos.
Este es un defecto muy odioso, y siempre se acompaña de la ligereza, su hermana inseparable. El Espíritu Santo jamás se alberga en las almas que llevan en sí a la Veleidad y la Ligereza. Este Santo Espíritu muy lejos habita de semejantes contactos.
La Paz, la Oración, la Quietud, Silencio y Recogimiento no se acercan a sus puertas y repugnan totalmente con estas almas que buscan y tienen por centro el ruido, el bullicio, el mundo y la Vanidad.