El Señor está presente en el Sagrario como Dios y como Hombre. Y está ahí no por Él, sino por nosotros, porque su dicha es estar con los hijos de los hombres. Y porque sabe que nosotros, tal como somos, necesitamos de su presencia.
Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz O. C. D.). | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
Si en Cristo tenemos ante los ojos, de forma concreta, viva y personal, el fin de toda pedagogía humana, en María tenemos el ideal al que debe tender toda la formación de la mujer.
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Reconocer a alguien como un santo o reconocer que uno es un santo sólo se logra cuando se percibe en Él al mismo Espíritu que habló a través de los profetas.
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Para encontrar la paz y la tranquilidad, permítete estar en la iglesia todo el tiempo que necesites. Eso no sólo te aprovechará a ti, sino también a tu trabajo y a todas las personas con las que tengas algún contacto.
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La invocación que tantas veces repetimos en cada "Padrenuestro" de "hágase tu voluntad", debe regular el curso de la jornada, de la mañana a la tarde. Debe atemperar nuestros estados de ánimo e incluso la vida entera. Debe ser para un cristiano la máxima preocupación.
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Seguro que en su vida terrena el Señor vivió sus horas más felices en medio de las noches silenciosas, (conversando con su Padre).
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La consideración respetuosa de lo que las nuevas generaciones deberán producir de nuevo y propio es esencial para el educador.
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Siempre ha estado lejos de mi pensamiento eso de que la misericordia de Dios está circunscrita a los límites de la Iglesia visible. Dios es la verdad. Y quien busca la verdad, busca a Dios.
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Espíritu divino, vida divina, amor divino, equivale a esto: quien hace la voluntad de Dios, ése conoce a Dios y le ama. En verdad, en el momento en que hacemos con dedicación interior lo que Dios pide, la vida divina se hace nuestra vida. Dios se encuentra en nosotros.
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El teólogo conoce a Dios a partir de imágenes. En este caso, la imagen no es producto suyo, sino elaboración de Dios. Dios se ha configurado en sus imágenes y a través de las mismas se da a conocer.
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En la palabra "maternidad" se condensa todo cuanto se cotiza en torno a la valía personal de una mujer. Y esto es correcto, con tal de no confinar el vocablo "maternidad" al término de lo consanguíneo. Esta expresión hay que abrirla y adecuarla, más bien, al patrón de María, la Madre de la Misericordia. Debe extenderse a todos cuantos se sienten cansados y oprimidos, y ha de hundir sus raíces en el amor universal de Dios.
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Si Dios me dice por medio de los profetas que es un Dios Fiel, que es para mí como Padre y Madre, incluso que él es el Amor mismo, entonces tengo que admitir que mi confianza en el brazo que me sostiene es razonable. Por el contrario, es necio mi miedo a caer en la nada, a no ser que sea yo quien me separe del brazo que me protege.
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