Desprecio de los bienes mundanos

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28.8.18

De las virtudes y de los vicios: Paciencia



La Paciencia tiene algo de la Humildad, pero la da el Espíritu Santo: esta virtud es tan grande que hace fuerza al mismo cielo, y crece con el Sacrificio.

La Paciencia espiritual perfecta es una virtud bellísima e indispensable para caminar en la vida interior. Destaca esta virtud entre muchas otras, y el alma que en ella persevera tiene un gran premio en el cielo.

Esta virtud tiene tres grados perfectos prácticos y de gran mérito a los ojos de Dios.

6.9.17

Recupera el tiempo perdido: haz sin tardar lo que ayer dejaste de hacer


Santa Teresa de Jesús nos dice:
"parece, Señor mío, que descansa mi alma, considerando el gozo que tendrá [cuando alcance la Vida Eterna], si por vuesta misericordia le fuere concedido gozar de Vos. Mas quería primero serviros, pues ha de gozar de lo que Vos, sirviéndola a ella, le ganásteis".

"¿Qué haré, Señor mío? ¿Qué haré, mi Dios? ¡Oh, qué tarde se han encendido mis deseos, y qué temprano andabas Tú, Señor, insistiendo y llamando, para que toda me emplease en Vos! ¿Por ventura, Señor, tienen término vuestras grandezas, o vuestras magníficas obras? ¡Oh, Dios mío, y misericordia mía, y cómo las podréis mostrar ahora en vuestra sierva! Poderoso sois, gran Dios: ahora se podrá entender, si mi alma se entiende a sí, mirando el tiempo que ha perdido, y como en un punto podéis Vos, Señor, hacer que le torne a ganar. Paréceme que desatino, pues el tiempo perdido suelen decir que no se puede volver a recuperar. Bendito sea mi Dios".

"Oh, Señor, confieso vuestro gran poder: si sois poderoso, como lo sois, ¿qué hay de imposible al que todo lo puede? Quered Vos, Señor mío, quered, que aunque soy miserable, firmemente creo que podéis lo que queréis; y mientras mayores maravillas oigo vuestras, y considero que podéis hacer más, más se fortalece mi fe, y con mayor determinación creo que lo haréis Vos".

"Bien sabéis Vos, mi Dios, que entre todas mis miserias, nunca dejé de conocer vuestro gran poder y misericordia. Válgame, Señor, esto, en que no os he ofendido. Recuperad pues, Dios mío, el tiempo perdido mío, con darme gracia en el presente y en el porvenir, para que me presente delante de Vos con vestiduras de boda, pues si queréis, podéis".